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Carlitos gritaba, la mujer corrió a toda prisa, cuando estuvo muy lejos de ahí, bajó al niño, lo tomó de los brazos, lo mirò con sus ojos feroces, y lo estrujo —¡Deja de llorar, pequeño idiota! Si no te callas te pegaré. La mujer sintió su piel, el niño tenía mucha fiebre. —En que m*****a hora te enfermaste, chamaco, ¡no me importa! Vas a trabajar, no estarás de inútil, ya es hora de que me mantengas, para algo te di la vida, dime una cosa, Liliana es tu nueva mamita. Carlitos la mirò con miedo, ella pellizcó sus mejillas, el niño asintió asustado. La mujer tomó la mano del niño, tomó el teléfono, y llamó, rápido su llamada fue respondida del otro lado. —Hola, ¿Qué información tienes, mujer? —Sí, Liliana Mars adoptó al niño, tal como me lo dijo un día, parece que se casó con un millonario, porque vive en un palacio de reina. Brígida sonrió. —Quiero el dinero que me prometiste. —Te veo en dos horas en el mercado de la rosa, Rosario, lleva contigo a Carlitos, te daré el dinero.
—¡Mamita! —exclamó Carlitos, el niño intentó correr, pero la mujer lo tomó con fuerzas, obligándolo a permanecer a su lado. —suéltalo, eres una desgraciada, mira cómo está el niño. —Es mi hijo, yo lo parí —exclamó la mujer con rabia, sosteniendo al niño con fuerzas, mientras Carlitos sollozaba con miedo. Liliana sintió rabia de lo mala que era esa mujer. Carlitos mordió con fuerza la mano de la mujer, tanto que ella lo soltó y se quejó, el niño aprovechó para correr hacia Liliana y abrazarla. Rosario estuvo por ir contra él, pero Demian apareció, la tomó del cuello, él llevaba una pistola que puso en su espalda. —Te diré que harás, te irás y nos dejarás, en paz, si me vuelves a buscar a mí, a mi esposa o a mi hijo, te mataré. La mujer estaba asustada. Liliana cargó al niño en sus brazos, sintió que ardía en fiebre, lo llevó al coche. Rosario empujó a Demian corrió hacia atrás, siguió a la mujer, ella corría asustada, hasta sin querer, cruzó la calle, gritó al ver un auto, pero
Azael vio las noticias, se quedó perplejo, no podía creerlo, además no encontraba a la hermana Brígida, todo parecía irle muy mal. Estaba rabioso «Fue él, estoy seguro de que fue el mismo hombre que se atrevió a matar a mi padre», pensó Salió enfurecido, ni siquiera su madre pudo detenerlo. —Si Azael sigue por este camino, tendré que tomar acciones, no dejaré que mi hijo caiga en las mismas garras que cayó su padre —dijo la mujer —¿Qué garras, madrina? Paulina guardó silencio, se negaba a repetir la cantidad de maldades que su esposo hacía. —Olvídalo, Brenda, solo te diré, que salvaré a mi pobre hijo. Azael condujo su auto hasta llegar al edificio de la alcaldía, mirò a la secretaria, tenía un rostro triste, mirò al hombre. —¿Dónde está el asistente del alcalde? Ese hombre que lo seguía a todos lados, ¿Cómo se llama? —El señor Renato Andrade, lo siento, señor Salvador, se cree que èl también murió en el incidente. Azael maldijo, golpeó el escritorio, la chica se asustó. —Di
Demian salió de casa, estaba dispuesto junto a Cedric a buscar al señor K, había dejado los guardias esperando en casa, pero jamás creyó que ese hombre se presentaría ahí. Llamaron a la puerta, el empleado abrió. —Busco al señor House. —salió hace un momento, pero ¿quiere que lo reciba la señora House? El hombre parecía visiblemente sorprendido. —¿Señora House? —exclamó con algo de burla—. Sí, claro, ¿Por qué no? —dijo El hombre fue a buscarla. El señor K mirò los cuadros en las paredes, eran bonitos, la casa tenía una pinta muy primaveral. —Buenos días, ¿en qué puedo servirle? El señor K mirò a la joven ante él, sus ojos se abrieron grandes, perdió la respiración, a punto estuvo de caer, pero el empleado y Liliana ayudaron al hombre. —¿Qué le pasa, señor? —¡Creo que le dará un ataque, señora! —¡Llevémoslo a la sala! —ordenó Liliana. Sentaron al hombre que se veía tan sofocado, Liliana le abrió los primeros botones de la camisa, necesitaba que respirara. —¿Llamo al médico
«Demian… no es mi benefactor. ¿Con quien he estado viviendo todo este tiempo? ¡él es un monstruo! ¡Tengo tanto miedo! ¿A quien le entregué mi corazón?», pensó Liliana, sintió su cuerpo trémulo. Cuando la puerta se abrió, bajó la mirada, pestañeó rápido, recuperando no solo el temple, también evitó que las lágrimas salieran por sus ojos, tragó saliva, respiró profundo sin ser vista. —¡Hermana Tessa, espere! —exclamó Demian, saliendo tras la mujer, hasta que vieron a Liliana ahí parada frente a ellos. La sangre de Demian se les fue a los pies, su corazón dio un brinco, tuvo el peor miedo de su vida, que ella lo supiera todo, su respiración se volvió irregular. —¡¿Liliana?! ¿Qué has escuchado? ¿Desde cuándo estás ahí parada? —exclamó casi como un bramido. Liliana le miró con ojos grandes, luego esbozó una sonrisa. «Seguro de que, si digo que lo sé todo, este desconocido me encerrará por siempre, no tendré forma de escapar, creí que sabía quien eras, Demian, ahora solo sé que eres un
Luego de la cena, Demian y Carlitos veían la televisión. Liliana observó el reloj, cuando vio que Carlitos bostezaba lo cargó. —Lo llevaré a dormir —dijo ella sintiendo al pequeño que dormía en su hombro. —Los acompaño —dijo Demian. Liliana cambió al niño, estaba mejor de salud que días atrás, lo cobijó y lo recostó, él había caído rendido. Ella no pudo evitar sentir miedo por Carlitos, si se iban de ahí, el niño sufriría de algún modo u otro, y ella no podía asegurar cuando le tendría una cama tan suave y cómoda como esa. «No puedo darme por vencida, no me quedaré a vivir en el infierno por temor a salir adelante, debo luchar, además, cualquier cosa es mejor que estar con un… asesino», ese pensamiento dolía cuando venía a su mente, una y otra vez. Liliana besó la frente del niño, se apartó de la cama, Demian acarició el rostro del pequeño, besó su frente también, salió tras ella. —Duerme como un angelito, es un niño muy bueno, me alegra que sea nuestro hijo, ahora —sus palabras
Liliana escribió una carta, la puso sobre la mesa de noche para que al despertar él la viera. Tomó algo de dinero, tomó una valija con ropa, estaba por salir, pero se detuvo, su corazón se sentía tan pesado, las lágrimas estaban en su rostro, se sentía rota. Mirò a Demian tendido en la cama, se acercò a él, sus dedos largos, delgados, delinearon su perfil, dolía dejarlo ir, dolía como todo se había arruinado. —Te amo, Demian, pero debo alejarme de ti, me mentiste, y lo peor, eres un… asesino… ¿Cuándo tardaré en convertirme en tu víctima? ¿Cuánto tardaré en ver a Carlitos convertido en lo malo que tu eres? Me dueles, porque te amo, sí, te metiste en mi corazón con una sucia, cruel trampa, pero no puedo negarlo, te amo, no sé si mi mente pueda olvidarte, tal vez te ame por siempre, eso no significa que me quedaré, debiste saberlo. Liliana salió de ahí, cerró la puerta con cuidado de no hacer ruido. Caminó hasta la alcoba de Carlitos, tomó la mochila ya lista, lo despertó, pero él se
Demian se levantó, limpió sus lágrimas, él no solía llorar, raras veces sentía su corazón partido, pero nada le dolió como eso. Salió de prisa hasta la habitación de Carlitos, solo para encontrar que el niño no estaba ahí, faltaban un par de prendas, maldijo con furia, corrió a la habitación, se vistió tan rápido como pudo, se puso los zapatos. Casi caía de bruces, pero no cayó, ya vestido bajó como si el mismo diablo lo persiguiera. Nicolas lo vio en la sala, lo vio salir al jardín parecía desesperado, miró a los guardias. —¡¿Dejaron ir a mi mujer?! —Demian tenía una pistola en la mano, los hombres casi chillaban de miedo, pero el señor K lo detuvo. —¡Que m****a haces, hombre! —exclamó. Cedric llegó le quitó la pistola. Demian lo empujó con furia, estaba tan enojado. —¡Liliana escapó! ¡como pudiste dejar que esto pasara, Cedric! Cedric se quedó perplejo. Nicolas Norton volteó a Demian, lo tomó del cuello. —¿Cómo que Liliana escapó? ¿Dónde demonios está mi hija? ¿Qué le hici