A veces, el recordar podía ser demasiado doloroso, como un puñal que eternamente hacia sangrar el alma, a veces, realmente deseaba no recordar nada, dejar todo aquel dolor atrás, dolor que lo había marcado desde que se había quedado solo, no quería sufrir, no quería recordar, y sin embargo, aquello era todo lo que hacia en todo momento, su vida feliz había dejado de serlo desde una demasiado temprana edad, había aprendido desde muy pequeño el significado de la palabra dolor y soledad, y sin embargo, estaba forzado a seguir adelante para culminar una venganza contra aquellos que lo habían maldecido.
- Señor, entramos a las tierras de su familia - decía repentinamente el chófer que conducía la lujosa limusina, logrando sacar a Eros de sus pensamientos.
Aquella vieja casona lucia tan deprimente como recordaba, pero era mejor que los hoteles ruidosos de la ciudad&hellip
Gevaudan, 1987.La tarde había caído, el cielo se había teñido en tonalidades rosadas casi rojizas, en la mansión Dupont, cualquiera podría suponer que reinaría la soledad y el silencio como siempre, pero por aquella tarde no era así, el piano sonaba pero un eco de voces resaltaba a su alrededor pareciendo no respetar el talento del pianista, esta vez no era el claro de luna de Beethoven o alguno de los muchos nocturnos de Chopin, un joven Auguste en sus años de pubertad, no se sentía de humor para ninguno de ellos, en su lugar, en el elegante salón principal de la enorme mansión sonaba la Danse Macabre que el joven lobo tocaba con suprema habilidad en el piano, aquella melodía describía perfectamente a su non grato tío, que llegaba de visita para pasar los primeros días del otoño con él y había traído a algunas de
La mañana daba comienzo, y el, como siempre, pasaba aquellas horas matutinas, admirando en silencio a la belleza de Ceres Gultresa desde las alturas que sus oficinas le acomodaban, en esa ocasión, la hermosa artista estaba dando un recorrido en la galería armada especialmente con sus obras de arte, eran en realidad, muchas las personas que admiraban su inigualable talento, el entre ellos, había visto años atrás en una exposición, aquella pintura "La Mirada del Alfa" que había sido pintada por sus delicadas manos cuando la hermosa rubia aún era muy joven, no había momento desde entonces, en que no pensara en la talentosa mujer que había creado aquella hermosa y demasiado significativa obra, se había obsesionado con saberlo todo de ella, convirtiendose en su sombra y siguiendo en sigilo cada uno de sus pasos, son embargo, a pesar de ello, nunca antes la había visto personalmente hasta aquella noche en que la conoció en su mansión, el sorprendente parecido que tenía con aquella otra mu
La luna en lo alto brillaba con la intensidad de la plata, el cielo nocturno la lucia majestuoso en medio de sus penumbras, cada rosa y recoveco en los hermosos jardines de Le Rosey, aquella elegante cafetería que comenzaba a frecuentar todas las noches, se bañaba en la luz del bellísimo satélite natural que desde tiempos remotos y antiguos había excitado a las musas de las más vividas imaginaciones de muchísimos artistas: pinturas, música, poemas, versos y hasta leyendas, la tenían como perfecta protagonista y era, además, considerada una deidad en un sinfín de diversas culturas alrededor del mundo…la luna invitaba a los jóvenes enamorados a besarse y cantar promesas de amor ante ella en medio de las fragantes y coloridas rosas en aquellos jardines románticos.Ceres, se sentía incomoda entre las muchas muestras de tierno romanticismo que había para ver en medio de
La mañana comenzaba calurosa, el viento seco chocaba en los grandes ventanales haciéndolos estremecerse, el sueño picaba sus ojos provocando que los tallara con violencia, se sentía cansada, había estado meditando la noche en vela sobre las sumamente misteriosas palabras de Belmont Fortier, Auguste Dupont, lo había observado un largo rato tocando aquel piano, descubriendo lo muy distinto que se apreciaba cuando tocaba el hermoso instrumento, parecía una persona demasiado diferente, era como si un aura de conmovedora sinceridad, lo rodeara aislándolo del resto del mundo, como si, por aquellos momentos, fuese el mismo para sí mismo, quitándose de encima la mascara del Ceo multimillonario y hombre de negocios, para ser quien verdaderamente era en realidad, era algo complejo, difícil de entender, pero de algún modo sabia, que aquel que había visto tocando el piano con la maestría que har&ia
Travis sonrió, su pequeña artista rubia había aprendido mucho con tan solo una noche, definitivamente estaba ansioso por ver su progreso, no se le había explicado gran cosa y aun así la chica había llegado a sus propias deducciones con poca información, era una adquisición valiosa para su familia, sin duda, fuese o no una Gultresa real, ella era importante en el camino para acabar con ese par de lobos cuyas familias ya habían hecho demasiado daño.– No lo entiendo, yo no hice nada en especial para involucrarse en esto, hasta hace menos de cinco minutos toda mi vida pensé que esos cuentos eran solo eso, meros cuentos para asustar niños, me siento como un maldito conejo en medio de todo esto, sin embargo, hay algo que quiero que me respondan, los Gultresa que había en este pueblo ¿Por qué fueron realmente expulsados? – cuestiono Ceres intentando recuperar la calm
La mañana se presentaba calurosa para gran sorpresa de nadie, el sudor comenzaba a gotear desde su cuello hasta su perfecto y bien marcado abdomen, era un hermoso día después de todo, aún tenía energía para continuar su pesada rutina de ejercicios, las pesas, naturalmente, no le oponían resistencia, su cuerpo se había fortalecido bastante, sus músculos ahora eran más fuertes y grandes que los de cualquier lobo que se atreviese a compararse con él, incluso, aun mas que los de Auguste Dupont quien era mucho más joven, el ser al que más odiaba y su más acérrimo rival, deseaba sobrepasarlo en todo, de ninguna manera podría permitir que el infame paria olvidado, estuviera por delante de su encanto único y sin igual ante Ceres Gultresa, siempre buscaba estar un paso adelante, esculpir su cuerpo era uno de los tantos placeres que disfrutaba Belmont Fortier, la competencia
El día daba comienzo, el sol en lo alto se admiraba rodeado de nubes blancas regalando a la vista un bello retrato al más puro estilo de las siempre hermosas pinturas renacentistas, el viento suave mecía con gracia las flores y arbustos en aquel majestuoso jardín, era un día bellísimo, de aquellos pocos que en verano no sofocaban con agobiante calor.Ojos fríos, casi inexpresivos, repasaban con mirada juiciosa cada rincón de aquellos jardines desde la ventajosa posición que el balcón en las alturas podría proporcionar, buscando cualquier ápice de error o defecto para ordenar su inmediata corrección, sirvientes corrían de un lado a otro acomodando mesas y decorando el jardín de manera pulcra y sofisticada dejando en claro quién era el anfitrión del lujoso banquete que se ofrecería más tarde.– Señor, su padre desea verlo &ndas
Cuando crezcas veras que serás mucho más alta que esos rascacielos, serás tan grande que nadie podrá lastimarte nunca…porque serás más fuerte que cualquiera. La mañana se abría paso a través de su ventana dejando entrever cálidos rayos de sol que invadían sin reparo en medio de su habitación, el canto de las aves era como música para sus oídos, el olor a flores empapadas de roció, inundaba sus sentidos.Había sido un sueño melancólico pero tan feliz como habían sido en aquellos dulces y memorables momentos que vivió junto a su amada madre…adoraba los rascacielos cuando era niña, sus más vividas imaginaciones en su tierna infancia la hacían imaginar que subiendo a la cima de ellos sus manos podrían tocar las nubes…eso era imposible, ahora lo sabía, pero desde aquella