14 años habian transcurrido desde aquella horrida noche en el rascacielos, Eros habia muerto, y todos, intentaron despues de eso llevar una vida normal...tan normal como se pudiera.
El tiempo, el mayor enemigo del ser humano, que pasaba sin piedad alguna arrasando todo a su paso, cambiando belleza por arrugas, salud por enfermedad…pero también…transformaba el dolor en recuerdos…ayudando a dejar poco a poco atrás viejas heridas…aunque, no siempre se cerraban por completo.
Eran ya 14 años desde aquella horrida noche en un rascacielos de Manhattan, todo, como era de esperarse, había cambiado, aquellos que lograron sobrevivir a la cruenta guerra de manadas desatada por Eros Dagger o Eros Dankworth, como se hizo llamar en sus ya ultimas remanentes de locura, habían cambiado, aquel grupo de amigos, de adolescentes, eran ya todos adultos entrados en sus 30 años…el sol de aq
Gevaudan, Francia, 1765. El horror una vez reino en Francia, bestias misteriosas que atacaban a los pueblos...a sus habitantes...aullidos feroces que anunciaban una luna carmesí, lobos con pelaje de plata. El sonido del motor de avión aun resonaba en sus oídos, el viaje no había resultado para nada placentero, pero no se quejaba, después de todo, viajaba en clase económica para ahorrarse unos cuantos dólares, el dinero no le sobraba y aun tenia que ver sobre los costos reales sobre la renta, alimentación, etc., etc., mucha gente encontraba realmente relajante el sonido de los motores en los enormes pájaros de acero, incluso, se creía que el sonido de estos ayudaba a dormir…pero no a ella, nunca a ella.Ceres Gultresa viajaba desde su natal Estados Unidos a Francia, el lugar de origen de sus padres, después de muchos años, había deci
Se mía Ceres, déjame llevarte a tu clímax, déjame perderme entre tus pliegues femeninos, descubre a mi lado el sabor de la pasión, déjame marcar cada parte de tu cuerpo, entrégate a mi eternamente. El sonido de la regadera abriéndose rompía el silencio en aquel apartamento, agua fría resbalaba por su piel desnuda para calmar el calor repentino que aquellos sueños le habían provocado, sus mejillas aun permanecían encendidas en el carmesí de la vergüenza, apenas una noche atrás lo había conocido, aquel misterioso y apuesto artista mucho mayor a ella, Belmont Fortier, no era posible haber tenido un sueño tan…erótico…no sabia nada sobre ese hombre, aun sentía el calor de ese cuerpo, la piel caliente y desnuda frotándose sobre la de ella exigiendo un dominio total, la voz sensual y varonil pidiéndole ser suy
El calor de la mañana entraba de lleno por aquellas finas cortinas de seda blanca que se mecían a la merced del gentil viento que se colaba por los ventanales, abriendo sus ojos de zafiro a un nuevo día, Ceres despertaba dispuesta a comenzar una rutina, el olor a café poco a poco comenzaba a inundar aquel lujoso espacio que regalaba una demasiado privilegiada vista a la torre Eiffel, mirando los mapas de la ciudad y sabiendo que sus clases en el museo no comenzarían si no, hasta la semana entrante, la hermosa rubia y planeaba hacer un recorrido por la ciudad, su padre no le había dicho exactamente donde y como buscar a su hermano, tan solo le había revelado que tenia uno y que este, sería mayor a ella, no tenia demasiada información, tan solo las palabras de su padre moribundo en confesión y con ella, debía encontrar a su hermano perdido, después de todo, era todo cuanto le quedaba en el mundo.<
La mañana caía, de nueva cuenta, sobre la romántica Paris, la luz del sol bañaba a la torre Eiffel logrando que esta luciera aun mas majestuosa, Ceres observaba aquel hermoso paisaje y lo plasmaba en el lienzo observando con atención desde la vista que le obsequiaba su bien ubicada ventana, el olor a café aun inundaba cada rincón de aquel departamento, no había logrado dormir demasiado, su cuerpo aun no se acostumbraba al nuevo horario, y, por ello, había pasado varias horas pintando para no sentir que desaprovechaba el tiempo, su reloj despertador resonó en medio del silencio, logrando asustarla un poco, se había llegado la hora de ir a su nuevo empleo, seria profesora de arte en Rousseau ni mas ni menos, aquel era un gran honor que el extravagante Belmont Fortier le había concedido, alistando todas sus cosas, la hermosa artista salía en dirección al museo, donde también, ya se
" No llores, te ves mucho más linda cuando sonríes...si no tienes un amigo yo seré uno para ti, me llamo..."El sol se colaba con tenues rayos de luz por el enorme ventanal de la lujosa habitación de Auguste Dupont, los bellos ojos castaños se abrieron solo para encontrarse, desdeñosos, con la molesta iluminación natural de la mañana, había sido una noche desastrosa, demasiado trabajo en la oficina, demasiado para delegar y, también, para soportar el solo, llevar la carga de ser el único sobreviviente era terrible, su poderoso imperio yacía sobre sus espaldas, y sabia que nadie mas que el tenia el poder de restaurar a su linaje.Destino...aquel sueño le había traído un viejo recuerdo de cuando era un adolescente, hacia demasiados años ya, era un lobo joven aun, memorias iban y venían, pero aquella, hacia mucho que sus sueños no tra&iacu
La brisa nocturna arrastraba recuerdos que se creían olvidados, la expectativa y el glamour inundaban la pomposa fiesta donde hombres poderosos buscaban mejores contratos y negocios para hacer crecer sus amasadas fortunas, dos poderosos hombres que, también, habían puesto sus ojos en una misma mujer, la música y la comida daban un toque aún más elegante al cotilleo entre famosos empresarios y gente de mundo.Aquel beso fugaz había sido suficiente para arrebatarle a Ceres un par de lágrimas, aquello estaba mal, aquellos dos candentes hombres no solo eran mucho mayores a ella, también, uno de ellos era su jefe y el otro un magnate multimillonario, nunca había deseado nada como aquello, nunca tuvo interés verdadero en el amor, y sin embargo, ya se había besado con los dos, escapando de Dupont, Ceres corrió de nuevo hacia la fiesta solo para toparse con Belmont quien la miro primero extra&n
Ojos celestes que brillaban en un fulgor infernal la miraban con enojo, Belmont Fortier se había colado al interior del departamento, sorprendida, Ceres no lograba comprender de qué manera era que había llegado antes que ella si se suponía que el hombre de negocios estaría hablando con un socio.– ¿Que hace usted aquí? Aun cuando sea su departamento no tiene derecho a introducirse sin permiso a los aposentos de una dama – dijo Ceres con molestia.Sin delicadeza alguna, Belmont se aproximo hasta la hermosa rubia, tomando su pequeña cintura entre sus manos, forzaba a la joven artista a mirarlo, besando luego sus labios con desenfreno y pasión, aquella muchacha forcejeaba, sin embargo, notaba como, de a poco, aquella hermosa mujer cedía a su pasión, atreviéndose a más, acariciaba el nacimiento de sus pechos que se notaban entallados en aquel vestido, el aroma de la excit
Las oficinas de Dupont Corp, de pronto se sentían mucho mas pequeñas, aquella era una incomoda visita de negocios, el arrogante alfa había llegado mas de media hora tarde, ofendiendo así a los hombres de Belmont que miraban al lobo de piel morena con enojo, era inaudito, desde sus perspectivas, que el magnate multimillonario y Ceo, los hubiese dejad colgados esperando por tanto tiempo, aquella grosería era algo, que en definitiva, ninguno de los lobos olvidaría.Auguste observó con detenimiento al lobo que lo asesinaba con la mirada, era el mismo tipo molesto, mano derecha de Belmont Fortier y que estaba esa mañana vigilando a Ceres en el gimnasio junto a otros lobos de la manada de aquel arrogante y odiado artista que jugaba a ser empresario, parecía tener la misma mirada gélida del Lord y su afilada lengua también, había escuchado los rumores en la gala donde se encontró con la rubia,