La brisa nocturna arrastraba recuerdos que se creían olvidados, la expectativa y el glamour inundaban la pomposa fiesta donde hombres poderosos buscaban mejores contratos y negocios para hacer crecer sus amasadas fortunas, dos poderosos hombres que, también, habían puesto sus ojos en una misma mujer, la música y la comida daban un toque aún más elegante al cotilleo entre famosos empresarios y gente de mundo.
Aquel beso fugaz había sido suficiente para arrebatarle a Ceres un par de lágrimas, aquello estaba mal, aquellos dos candentes hombres no solo eran mucho mayores a ella, también, uno de ellos era su jefe y el otro un magnate multimillonario, nunca había deseado nada como aquello, nunca tuvo interés verdadero en el amor, y sin embargo, ya se había besado con los dos, escapando de Dupont, Ceres corrió de nuevo hacia la fiesta solo para toparse con Belmont quien la miro primero extra&n
Ojos celestes que brillaban en un fulgor infernal la miraban con enojo, Belmont Fortier se había colado al interior del departamento, sorprendida, Ceres no lograba comprender de qué manera era que había llegado antes que ella si se suponía que el hombre de negocios estaría hablando con un socio.– ¿Que hace usted aquí? Aun cuando sea su departamento no tiene derecho a introducirse sin permiso a los aposentos de una dama – dijo Ceres con molestia.Sin delicadeza alguna, Belmont se aproximo hasta la hermosa rubia, tomando su pequeña cintura entre sus manos, forzaba a la joven artista a mirarlo, besando luego sus labios con desenfreno y pasión, aquella muchacha forcejeaba, sin embargo, notaba como, de a poco, aquella hermosa mujer cedía a su pasión, atreviéndose a más, acariciaba el nacimiento de sus pechos que se notaban entallados en aquel vestido, el aroma de la excit
Las oficinas de Dupont Corp, de pronto se sentían mucho mas pequeñas, aquella era una incomoda visita de negocios, el arrogante alfa había llegado mas de media hora tarde, ofendiendo así a los hombres de Belmont que miraban al lobo de piel morena con enojo, era inaudito, desde sus perspectivas, que el magnate multimillonario y Ceo, los hubiese dejad colgados esperando por tanto tiempo, aquella grosería era algo, que en definitiva, ninguno de los lobos olvidaría.Auguste observó con detenimiento al lobo que lo asesinaba con la mirada, era el mismo tipo molesto, mano derecha de Belmont Fortier y que estaba esa mañana vigilando a Ceres en el gimnasio junto a otros lobos de la manada de aquel arrogante y odiado artista que jugaba a ser empresario, parecía tener la misma mirada gélida del Lord y su afilada lengua también, había escuchado los rumores en la gala donde se encontró con la rubia,
El movimiento del pincel sobre el lienzo, siempre era algo francamente hipnotizante, hacia vibrar cada uno de los poros de su piel desde que era una niña, darle vida a un blanco, era algo revitalizante, que la llenaba de un vigor indescriptible, crear una obra desde la nada, era un privilegio del que pocos podrían gozar, la pintura, era una de las muchas formas que tenia el arte, copiar un paisaje o dejar que la imaginación volara, era una marea de sensaciones excitantes de la que Ceres Gultresa disfrutaba a plenitud, cuando en sus manos sostenía un pincel y frente a ella se encontraba un lienzo prístino, no existía nada más, eran solamente ella y aquel blancuzco pedazo de tela para crear universos fuera de la realidad que todos los días experimentaba.Auguste Dupont observaba a la hermosa doncella que olía a pureza, danzar como una bella ninfa de un lado al otro al frente de la clase, cada palabra salida de sus l
Ceres despertaba para comenzar un nuevo día, era viernes, y también, el ultimo día en que su obra, “En la mirada del Alfa” estaría en exhibición en su galería de arte dentro del museo de Belmont Fortier, mirando el cuadro de aquel lobo castaño que había comenzado el día anterior intentando emular la mirada de Auguste Dupont, se sintió avergonzada, no se explicaba que era lo que había hecho para merecer la atención de dos hombres tan apuestos y poderosos, al mirarse al espejo, no miraba a una belleza exuberante como las super modelos que salían en la televisión o las revistas que, en definitiva, cualquiera de los dos hombres podrían tener tan solo pedirlo, ella solo era una aburrida pintora que usaba siempre los mismos sosos vestidos de monja y no solía usar maquillaje, no era, en si misma, nada extraordinario que justificara la atracción que profesaban p
Gevaudan, Francia, 1765. El horror una vez reino en Francia, bestias misteriosas que atacaban a los pueblos...a sus habitantes...aullidos feroces que anunciaban una luna carmesí, lobos con pelaje de plata. - Labestia de Gévaudan, es el nombre histórico atribuido a uncríptidodevorador de hombres, semejante a unlobo,perrooperro lobo, que asoló la región deGevaudan, localizada en este, el actual departamento francés deLozère,región de Occitania, aquí en el sur deFrancia, entre1764y1767, los ataques, que cubrieron un área que se extiende desde 90×80 km, que sería el equivalente a 56×50 millas, se dicen que habían sido cometidos por uno o varios animales que tenían formidables dientes e inmensas colas, además, según testigos contemporáneos, er
"En vano he luchado. No quiero hacerlo más. Mis sentimientos no pueden contenerse. Permítame usted que le manifieste cuan ardientemente la admiro y la amo"Las hojas secas que caían lentamente de los árboles parecían danzar con el vaivén del viento, el panorama era el mismo de siempre, largos caminos cubiertos de viejos y vetustos edificios que podrían narrar por si mismos la historia de Paris, personas yendo y viniendo en el mismo paso lento de todos los días desde que tenía memoria para recordarlo, el silencio incómodo y la necesidad de Ceres por detenerse a observar con detenimiento cada bello paisaje que se encontraban, aun a pesar de que podría volverse tedioso, no le molestaba en lo absoluto, por alguna razón que no lograba entender.Ceres le había llamado esa mañana para charlar sobre su viaje a Gevaudan, era domingo, día libre para todos menos para
La mañana llegaba tan molesta como siempre, no había razón alguna que lo hiciera amar la luz del día, era, después de todo, un lobo, un ser de la noche que no disfrutaba del sol con demasiado ánimo.Abriendo los ojos, Belmont Fortier se incorporaba en su cómoda y lujosa cama, mirando hacia la nada y aun sintiendo aquellas sensaciones que su demasiado húmedo sueño le había regalado, necesitaba ducharse, bajar aquel animo demasiado levantado con el que había despertado, despojándose de sus pijamas, el apuesto Belmont dejaba que el agua fría le ayudara a entender que aquello no había sido más que un sueño, uno demasiado agradable, demasiado apasionado, su deseo por la talentosa Ceres Gultresa iba en aumento, su hambre de ella era cada vez mayor, incontrolable, su bestia interior ya quería tomarla, pero sabía que no podría aun hacerlo, no hasta que
Ojos celestes y castaños, se miraban fijamente peleando una batalla interna, imperceptible a la vista, en aquel pequeño y elegante estudia que pertenecía al gobernador, aquel hombre, perfectamente humano, común y corriente, podía respirar aquella asfixiante tensión que se derivaba de Fortier y Dupont, quería correr a abrir las ventanas para permitir que el aire de afuera lo aliviara un poco, a pesar de tener el refrescante clima encendido, se sentía sofocado por la presencia meramente agresiva qué despedían ambos hombres.– Bien, supongo que se den de preguntar porque razón los he traído aquí, así que iré al grano, la razón no es otra que el comienzo de su nuevo proyecto en conjunto con Dark Woods, el dueño de esta compañía, ha contactado conmigo solicitando algunas hectáreas en venta para comenzar a construir una fábrica aqu