Se acercaron, sus rostros casi rozándose, y por un momento, Madison pensó que sus labios se encontrarían. La tensión era tan intensa que la distancia entre ellos parecía evaporarse.Pero justo en ese momento, el abuelo Sterling, sin saber lo que ocurría entre los dos, levantó nuevamente el micrófono.—¡Un aplauso para estos dos maravillosos jóvenes! —exclamó, rompiendo la magia del momento.Los aplausos resonaron por todo el salón, y ambos se separaron rápidamente, tratando de disimular el ardor en sus mejillas y la confusión que sentían.Madison, con el corazón aún acelerado, intentó sonreír, pero no podía evitar sentirse invadida por la extraña mezcla de emociones que la habían embargado. Ethan, por su parte, la observaba con una mezcla de frustración y fascinación, aún incapaz de procesar por completo lo que acababa de suceder.A pesar de la interrupción, ninguno de los dos podía ignorar lo que acababa de pasar. Había algo entre ellos, algo que ni siquiera sabían cómo describir, pe
Mientras Ethan y Madison seguían parados, casi inmóviles, uno frente al otro, sintiendo una conexión que ninguno de los dos entendía completamente, el sonido del ambiente los envolvía. Las conversaciones a su alrededor seguían su curso, pero todo parecía desvanecerse para ellos. Solo existían ellos dos en ese instante, atrapados en la atmósfera cargada de emociones.De repente, una voz resonó a lo lejos, interrumpiendo la burbuja de silencio en la que ambos se encontraban. Era la voz del abuelo Sterling, que con su tono característico, lo suficientemente fuerte como para que todos lo escucharan, comenzó a hablar desde el escenario.—¡Vaya, vaya! —continuó el abuelo con una sonrisa cómplice—. ¡Lo hicieron muy bien! Es como si se hubieran conectado de una forma que jamás imaginé… ¡Y miren, parece que han disimulado perfectamente que durante años se han odiado! —dijo con una risa suave, sabiendo exactamente lo que sus palabras provocaban.Madison se sonrojó ante el comentario, sintiendo
Después de la celebración del cumpleaños del abuelo, los días pasaron demasiado rápido y, aunque Ethan y Madison estaban haciendo un esfuerzo por cambiar, el problema del intercambio de cuerpos seguía sin resolverse. Ambos sabían que aún no habían logrado superar por completo lo que los retenía.Frustrados por la falta de progreso, tomaron una decisión: vivir juntos en la mansión de Alexander. Si querían ayudarse mutuamente, necesitaban estar cerca, enfrentar sus miedos juntos y dejar de evadir lo que realmente les impedía avanzar.La mansión de Alexander era imponente, con techos altos, grandes ventanales y habitaciones que parecían sacadas de una revista de diseño. Para Ethan, significaba un ambiente organizado y tranquilo, lejos del caos que tanto odiaba. Para Madison, en cambio, era un recordatorio de que el dinero nunca llenaría el vacío que sentía por la ausencia de su padre.—Nunca imaginé que terminaría viviendo en una mansión con un maniático del control —dijo Madison, dejand
Los días pasaban rápidamente y el ansiado regreso a sus propios cuerpos parecía una meta lejana. Sin embargo, en lugar de sentir desesperanza, Ethan y Madison habían comenzado a notar que algo estaba cambiando en ellos. Aunque no sabían si ese cambio sería suficiente para resolver el misterioso intercambio, sabían que ya no eran las mismas personas de antes.Ethan, en el cuerpo de Madison, se enfrentó a una situación inesperada en el trabajo que lo dejó visiblemente frustrado. Durante una importante presentación de un nuevo proyecto ante varios inversionistas, cometió un error que jamás habría permitido si estuviera en su propio cuerpo. Durante semanas, había preparado minuciosamente los números y las proyecciones, pero, al final, un simple descuido hizo que los resultados finales que presentó no coincidieran con las expectativas de los inversores.Lo que antes habría provocado un ataque de nervios o incluso una crisis de estrés, algo inesperado sucedió. En lugar de retirarse al vestí
Después de una larga jornada, ambos se encontraron nuevamente en la mansión al final de la tarde. Ethan entró al salón justo cuando Madison se sentaba en el sofá, con una taza de té entre las manos, mirando pensativa al frente. Cuando se cruzaron las miradas, había algo diferente entre ellos. Era como si ambos pudieran sentir que algo había cambiado, aunque aún no pudieran identificarlo completamente.Ethan se acercó, un poco más relajado que de costumbre. Se sentó a su lado, sin la necesidad de apresurarse. Por primera vez, no sentía la presión de tener que mantener la perfección en cada aspecto de su vida.—¿Cómo te fue hoy? —le preguntó, con un tono más suave y sin la habitual rigidez de su voz.Madison lo miró y sonrió levemente. Ya no sentía la necesidad de defenderse o ocultar lo que había vivido.—Creo que comencé a ver las cosas de manera diferente… —respondió, su voz tranquila pero cargada de sinceridad—. Hoy me enfrenté a algo que siempre he evitado: mis propios sentimientos
Ethan, aún en el cuerpo de Madison, se quedó mirándola con el corazón latiéndole con fuerza. La sensación de sus labios seguía presente, el calor de su piel, la manera en que por unos segundos el mundo entero había desaparecido. Pero ahora, en la fría realidad, solo quedaba el sonido de su respiración agitada y la incertidumbre entre ellos.Madison, en el cuerpo de Ethan, desvió la mirada, incapaz de sostener la intensidad de lo que acababa de suceder. Sus manos temblaban levemente, aunque intentara ocultarlo.—Esto… —su voz sonó más ronca de lo habitual, todavía adaptándose al tono masculino de Ethan—. No sé qué significa.Ethan dio un paso hacia ella, sintiendo cómo el nerviosismo la invadía. Pero esta vez, en lugar de alejarse, la dejó procesarlo a su ritmo.—No tenemos que definirlo ahora —respondió en un susurro—. Solo sé que no fue un error.Madison cerró los ojos por un momento. Había algo en esas palabras que la reconfortaba, pero al mismo tiempo la asustaba. Siempre había bus
En horas de la tarde, Charlotte decidió ir a la empresa de Ethan creyó que era el momento adecuado para hablar con Él. La ruptura que habían tenido hacía algunos meses todavía la lastimaba, pero sentía que había quedado algo sin resolver, algo que necesitaba aclararse. Por eso, había decidido ir, pedirle que se encontraran, hablar de su relación y tal vez… volver a ser novios.Con una leve sonrisa nerviosa, Charlotte se ajustó el vestido y se dirigió a la oficina de Ethan. Sabía que él estaría ocupado, pero tenía claro que era un buen momento para acercarse, demostrar que todavía se preocupaba por él y resolver las cosas entre ellos.Al llegar al edificio, Charlotte notó que algo extraño flotaba en el aire. Las miradas y susurros que se cruzaban a su paso le resultaron incómodos, pero los ignoró al principio, convencida de que no tenía nada que ver con ella.Pero cuando entró al vestíbulo de la oficina y se acercó al área de recepción, algo llamó su atención. Un grupo de empleados mur
Charlotte sabía que si quería que Maximiliano aceptará unir fuerzas con ella, para separar a Ethan y a Madison, tenía que hacerlo sentir como la víctima.—Quiero que sepas que estoy dispuesta a ayudarte con lo que pasó entre tú, Ethan y Madison. Ellos te hicieron perder mucho, te humillaron, y me parece que es hora de que les paguen por lo que hicieron.Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que Maximiliano respondiera, con una ligera duda en su voz.—¿Ayudarme? —preguntó, visiblemente confundido—. ¿Por qué querrías hacer eso? Después de todo, tú estás con Ethan, ¿no?Charlotte sonrió con algo de malicia.—Eso no te incumbe, es que Ethan y Madison no te trataron bien. Te hicieron renunciar sin ningún remordimiento, como si no valieras nada. Yo también quiero vengarme de Madison y creo que es hora de cambiar las reglas del juego.El tono de Maximiliano se tornó más intrigado.—¿Y qué propones exactamente? —preguntó, interesado, pero aún escéptico.Charlotte respiró ho