El día transcurría con normalidad en la oficina, al menos dentro de lo que cabía en su nueva realidad. Ethan, atrapado en el cuerpo de Madison, intentaba llevar su vida como si nada fuera extraño, aunque cada movimiento le recordaba que nada era como antes.Mientras revisaba algunos documentos en su oficina, el teléfono vibró en el bolsillo de su chaqueta. Al sacarlo y ver el nombre en la pantalla, frunció el ceño. Maximiliano.Respiró hondo antes de contestar, asegurándose de sonar lo más natural posible.—¿Qué quieres? —preguntó, sin molestarse en ocultar la frialdad en su tono.—Madison… —La voz de Maximiliano sonaba distinta, como si estuviera eligiendo sus palabras con cuidado—. Sé que no quieres saber nada de mí, pero… necesito pedirte un favor.Ethan rodó los ojos. Si de algo estaba seguro, era que Maximiliano no tenía derecho a pedirle nada a Madison después de lo que le había hecho.—No creo que tengas derecho a pedirme nada —respondió Ethan con firmeza, cruzándose de brazos.
Ethan, aún en el cuerpo de Madison, se sentó en el auto junto a Maximiliano, quien conducía con aparente calma. Sin embargo, la tensión en el aire era innegable. Desde que dejaron el restaurante, Maximiliano no había dicho mucho, pero ahora, con el motor rugiendo en el silencio, finalmente rompió el hielo.—He escuchado rumores… —dijo sin apartar la vista del camino—. Dicen que estás saliendo con tu jefe.Ethan sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La pregunta lo tomó por sorpresa, pero intentó mantener la compostura.—¿Y si fuera cierto? —respondió con cautela.Maximiliano soltó una risa seca, pero no parecía divertido.—¿De verdad, Madison? ¿Después de todo lo que te hizo pasar? ¿Ya olvidaste cómo te trataba?Ethan frunció el ceño, pero se obligó a mantener la serenidad.—La gente cambia.—¿La gente cambia? —Maximiliano giró levemente la cabeza para mirarla con incredulidad—. ¿Ese hombre, Ethan Sterling, cambiado? No me hagas reír.Ethan apretó los labios. No podía decir nada
El agua fría caía sobre su piel mientras Ethan apoyaba las manos en las paredes de la ducha, tratando de recuperar el aliento. Su corazón latía con fuerza. "Otra vez..." El cambio de cuerpos había vuelto a ocurrir en el momento más oportuno.No pudo evitar sentir alivio. Había estado al borde de perder el control con la abuela de Maximiliano, sin saber cómo actuar, cómo fingir más tiempo ser Madison. "Menos mal que el cambio ocurrió antes de que pasara algo que no pudiera manejar."Se pasó las manos por el rostro y exhaló lentamente. "Ahora es su problema. Que ella se encargue."Mientras tanto, en la casa de la abuela, Madison parpadeó confundida. Sintió la porcelana cálida de una taza en sus manos y se encontró sentada en el sofá de la sala, con la anciana observándola con dulzura.Su mente tardó unos segundos en procesarlo. "Regresé a mi cuerpo..."Miró a la abuela de Maximiliano y luego a su alrededor. Sus labios se curvaron en una sonrisa amarga. "Ethan tuvo suerte. Justo se libró
Maximiliano se quedó observando a Madison mientras ella comenzaba a moverse en la cama. Su respiración se volvía más profunda y sus pestañas temblaban levemente. Despertaría en cualquier momento.Sin perder la calma, se apresuró a arreglar la parte del vestuario que había desabrochado antes de tomar las fotos. No podía dejar rastro de nada sospechoso. Se levantó de la cama con tranquilidad y salió de la habitación, cerrando la puerta con suavidad tras de sí.Bajó las escaleras y encontró a su abuela en la sala.—Abuela, ¿podrías quedarte con Madison un rato? Creo que está algo débil por el trabajo.—Por supuesto, hijo —respondió la anciana con ternura—. La pobre niña necesita descansar.Maximiliano le dedicó una sonrisa antes de alejarse. Todo estaba saliendo como lo había planeado.Cuando Madison abrió los ojos, una sensación de mareo la envolvió por unos segundos. Parpadeó, tratando de ubicarse. Estaba en la casa de la abuela de Maximiliano. ¿Cómo había terminado dormida en una habi
Madison, atrapada en el cuerpo de Ethan, salió de la oficina con los puños apretados y el rostro ardiendo de furia. No entendía el repentino cambio de actitud de Ethan. Hasta hacía unas horas, su relación, aunque extraña, parecía estar en un frágil equilibrio, pero ahora él la despreciaba sin razón aparente.Cuando llegó a la calle, su celular vibró con un nuevo mensaje.Maximiliano: Espero que hayas disfrutado las fotos.Madison frunció el ceño, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda. ¿Qué fotos?Abrió la conversación, pero no encontró nada más. El mensaje estaba solo, sin contexto. Buscó entre el historial, pero el chat estaba vacío. Ethan lo había borrado.Un mal presentimiento la invadió. Se dirigió rápidamente a la papelera del celular y comenzó a revisar los archivos eliminados. Cuando encontró las imágenes, sus manos temblaron.Allí estaba ella, en la cama de Maximiliano, con su ropa ligeramente desordenada, los hombros expuestos, y Maximiliano acostado a su lado, sin ca
Madison en el cuerpo de Ethan salió y decidió ir al apartamento, se sentía muy vulnerable. Mientras Ethan la vio salir, tomó aire profundamente y marcó el número de Maximiliano desde el teléfono de Madison. No tardó en responder.—No esperaba que llamaras tan pronto —dijo Maximiliano con un deje de satisfacción en la voz.Ethan apretó los dientes, conteniendo su rabia. Tenía que actuar bien.—Creo que es hora de hablar —dijo, imitando el tono más dulce y seductor que había visto en Madison—. Me hiciste un gran favor.Maximiliano pareció confundido.—¿Un favor?—Sí… Gracias a esas fotos, Ethan me odia. Ya no me persigue, no intenta saber nada de mí. Y ahora que todo está así… puedo estar contigo sin preocuparme por nada.Hubo un breve silencio. Luego, Maximiliano soltó una pequeña carcajada.—Sabía que te darías cuenta de lo que realmente te conviene, Madison.Ethan sintió asco al escuchar su voz, pero se obligó a seguir.—Solo me quedó una duda… ¿Cómo lograste que las fotos salieran t
Madison y Ethan estaban en la terraza del apartamento, disfrutando de una copa de vino bajo el cielo estrellado. Había sido una noche intensa, pero ahora que todo estaba expuesto, por fin podían respirar con un poco más de tranquilidad.—Quedan solo dos días —dijo Madison, rompiendo el silencio.Ethan exhaló, observando la ciudad iluminada.—Sí… y no tenemos idea de si logramos nuestro objetivo o no.—Yo creo que sí —Madison lo miró con una leve sonrisa—. Antes de todo esto, tenía un vacío enorme dentro de mí. Desde que mi padre me abandonó, me sentía incompleta, como si siempre estuviera esperando algo que nunca llegaría. Pero ahora… ya no lo siento.Ethan giró el rostro hacia ella, interesado en sus palabras.—¿Cómo lo lograste?Madison tomó un sorbo de su vino antes de responder.—Aprendí que no lo necesito para sentirme completa. Que tengo personas que realmente me valoran y que yo misma soy suficiente.Ethan asintió lentamente.—Eso es bueno.—¿Y tú? —preguntó ella, observándolo
Cuando terminó la reunión, los empleados aplaudieron y celebraron la noticia, y Ethan se retiró junto a Madison. Sin embargo, una duda seguía rondando su mente.—Han pasado dos horas —dijo de repente, deteniéndose en el pasillo—.Madison lo miró sin entender.—¿Y?—No hemos vuelto a intercambiar cuerpos —respondió él con seriedad.Los ojos de Madison se abrieron con sorpresa.—Tienes razón…Se miraron por un momento, sintiendo una mezcla de alivio y desconcierto.—Debemos ir a la oficina a revisar el dispositivo —propuso ella.Ambos se dirigieron rápidamente a la sala donde lo habían guardado. Ethan abrió el cajón del escritorio donde lo habían escondido, pero cuando sus ojos recorrieron el interior, su expresión cambió drásticamente.Estaba vacío.El dispositivo había desaparecido.El silencio en la oficina se volvió ensordecedor. Madison y Ethan aún sentían la extraña sensación de tener recuerdos ajenos en su mente, como si sus almas hubieran quedado entrelazadas de una forma que ib