Después de la celebración del cumpleaños del abuelo, los días pasaron demasiado rápido y, aunque Ethan y Madison estaban haciendo un esfuerzo por cambiar, el problema del intercambio de cuerpos seguía sin resolverse. Ambos sabían que aún no habían logrado superar por completo lo que los retenía.Frustrados por la falta de progreso, tomaron una decisión: vivir juntos en la mansión de Alexander. Si querían ayudarse mutuamente, necesitaban estar cerca, enfrentar sus miedos juntos y dejar de evadir lo que realmente les impedía avanzar.La mansión de Alexander era imponente, con techos altos, grandes ventanales y habitaciones que parecían sacadas de una revista de diseño. Para Ethan, significaba un ambiente organizado y tranquilo, lejos del caos que tanto odiaba. Para Madison, en cambio, era un recordatorio de que el dinero nunca llenaría el vacío que sentía por la ausencia de su padre.—Nunca imaginé que terminaría viviendo en una mansión con un maniático del control —dijo Madison, dejand
Los días pasaban rápidamente y el ansiado regreso a sus propios cuerpos parecía una meta lejana. Sin embargo, en lugar de sentir desesperanza, Ethan y Madison habían comenzado a notar que algo estaba cambiando en ellos. Aunque no sabían si ese cambio sería suficiente para resolver el misterioso intercambio, sabían que ya no eran las mismas personas de antes.Ethan, en el cuerpo de Madison, se enfrentó a una situación inesperada en el trabajo que lo dejó visiblemente frustrado. Durante una importante presentación de un nuevo proyecto ante varios inversionistas, cometió un error que jamás habría permitido si estuviera en su propio cuerpo. Durante semanas, había preparado minuciosamente los números y las proyecciones, pero, al final, un simple descuido hizo que los resultados finales que presentó no coincidieran con las expectativas de los inversores.Lo que antes habría provocado un ataque de nervios o incluso una crisis de estrés, algo inesperado sucedió. En lugar de retirarse al vestí
Después de una larga jornada, ambos se encontraron nuevamente en la mansión al final de la tarde. Ethan entró al salón justo cuando Madison se sentaba en el sofá, con una taza de té entre las manos, mirando pensativa al frente. Cuando se cruzaron las miradas, había algo diferente entre ellos. Era como si ambos pudieran sentir que algo había cambiado, aunque aún no pudieran identificarlo completamente.Ethan se acercó, un poco más relajado que de costumbre. Se sentó a su lado, sin la necesidad de apresurarse. Por primera vez, no sentía la presión de tener que mantener la perfección en cada aspecto de su vida.—¿Cómo te fue hoy? —le preguntó, con un tono más suave y sin la habitual rigidez de su voz.Madison lo miró y sonrió levemente. Ya no sentía la necesidad de defenderse o ocultar lo que había vivido.—Creo que comencé a ver las cosas de manera diferente… —respondió, su voz tranquila pero cargada de sinceridad—. Hoy me enfrenté a algo que siempre he evitado: mis propios sentimientos
Ethan, aún en el cuerpo de Madison, se quedó mirándola con el corazón latiéndole con fuerza. La sensación de sus labios seguía presente, el calor de su piel, la manera en que por unos segundos el mundo entero había desaparecido. Pero ahora, en la fría realidad, solo quedaba el sonido de su respiración agitada y la incertidumbre entre ellos.Madison, en el cuerpo de Ethan, desvió la mirada, incapaz de sostener la intensidad de lo que acababa de suceder. Sus manos temblaban levemente, aunque intentara ocultarlo.—Esto… —su voz sonó más ronca de lo habitual, todavía adaptándose al tono masculino de Ethan—. No sé qué significa.Ethan dio un paso hacia ella, sintiendo cómo el nerviosismo la invadía. Pero esta vez, en lugar de alejarse, la dejó procesarlo a su ritmo.—No tenemos que definirlo ahora —respondió en un susurro—. Solo sé que no fue un error.Madison cerró los ojos por un momento. Había algo en esas palabras que la reconfortaba, pero al mismo tiempo la asustaba. Siempre había bus
En horas de la tarde, Charlotte decidió ir a la empresa de Ethan creyó que era el momento adecuado para hablar con Él. La ruptura que habían tenido hacía algunos meses todavía la lastimaba, pero sentía que había quedado algo sin resolver, algo que necesitaba aclararse. Por eso, había decidido ir, pedirle que se encontraran, hablar de su relación y tal vez… volver a ser novios.Con una leve sonrisa nerviosa, Charlotte se ajustó el vestido y se dirigió a la oficina de Ethan. Sabía que él estaría ocupado, pero tenía claro que era un buen momento para acercarse, demostrar que todavía se preocupaba por él y resolver las cosas entre ellos.Al llegar al edificio, Charlotte notó que algo extraño flotaba en el aire. Las miradas y susurros que se cruzaban a su paso le resultaron incómodos, pero los ignoró al principio, convencida de que no tenía nada que ver con ella.Pero cuando entró al vestíbulo de la oficina y se acercó al área de recepción, algo llamó su atención. Un grupo de empleados mur
Charlotte sabía que si quería que Maximiliano aceptará unir fuerzas con ella, para separar a Ethan y a Madison, tenía que hacerlo sentir como la víctima.—Quiero que sepas que estoy dispuesta a ayudarte con lo que pasó entre tú, Ethan y Madison. Ellos te hicieron perder mucho, te humillaron, y me parece que es hora de que les paguen por lo que hicieron.Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que Maximiliano respondiera, con una ligera duda en su voz.—¿Ayudarme? —preguntó, visiblemente confundido—. ¿Por qué querrías hacer eso? Después de todo, tú estás con Ethan, ¿no?Charlotte sonrió con algo de malicia.—Eso no te incumbe, es que Ethan y Madison no te trataron bien. Te hicieron renunciar sin ningún remordimiento, como si no valieras nada. Yo también quiero vengarme de Madison y creo que es hora de cambiar las reglas del juego.El tono de Maximiliano se tornó más intrigado.—¿Y qué propones exactamente? —preguntó, interesado, pero aún escéptico.Charlotte respiró ho
El día transcurría con normalidad en la oficina, al menos dentro de lo que cabía en su nueva realidad. Ethan, atrapado en el cuerpo de Madison, intentaba llevar su vida como si nada fuera extraño, aunque cada movimiento le recordaba que nada era como antes.Mientras revisaba algunos documentos en su oficina, el teléfono vibró en el bolsillo de su chaqueta. Al sacarlo y ver el nombre en la pantalla, frunció el ceño. Maximiliano.Respiró hondo antes de contestar, asegurándose de sonar lo más natural posible.—¿Qué quieres? —preguntó, sin molestarse en ocultar la frialdad en su tono.—Madison… —La voz de Maximiliano sonaba distinta, como si estuviera eligiendo sus palabras con cuidado—. Sé que no quieres saber nada de mí, pero… necesito pedirte un favor.Ethan rodó los ojos. Si de algo estaba seguro, era que Maximiliano no tenía derecho a pedirle nada a Madison después de lo que le había hecho.—No creo que tengas derecho a pedirme nada —respondió Ethan con firmeza, cruzándose de brazos.
Ethan, aún en el cuerpo de Madison, se sentó en el auto junto a Maximiliano, quien conducía con aparente calma. Sin embargo, la tensión en el aire era innegable. Desde que dejaron el restaurante, Maximiliano no había dicho mucho, pero ahora, con el motor rugiendo en el silencio, finalmente rompió el hielo.—He escuchado rumores… —dijo sin apartar la vista del camino—. Dicen que estás saliendo con tu jefe.Ethan sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La pregunta lo tomó por sorpresa, pero intentó mantener la compostura.—¿Y si fuera cierto? —respondió con cautela.Maximiliano soltó una risa seca, pero no parecía divertido.—¿De verdad, Madison? ¿Después de todo lo que te hizo pasar? ¿Ya olvidaste cómo te trataba?Ethan frunció el ceño, pero se obligó a mantener la serenidad.—La gente cambia.—¿La gente cambia? —Maximiliano giró levemente la cabeza para mirarla con incredulidad—. ¿Ese hombre, Ethan Sterling, cambiado? No me hagas reír.Ethan apretó los labios. No podía decir nada