Ambos asintieron en silencio. Cuando el abuelo salió del salón, Madison se cruzó de brazos y miró a Ethan con frustración.—Esto no va a funcionar si sigues comportándote como un muro de piedra.—Y no va a funcionar si sigues pensando que todo es un juego —replicó Ethan, antes de suspirar con resignación—. Pero supongo que tendremos que encontrar un punto medio.Madison lo miró sorprendida.—¿Eso fue un intento de ceder?Ethan rodó los ojos.—Llámalo como quieras. Pero si esto significa que podemos sobrevivir al cumpleaños de mi abuelo, estoy dispuesto a intentarlo.Madison sonrió, esta vez con sinceridad.—Bien. Entonces vamos a hacerlo bien.Ethan asintió. Por primera vez en días, ambos sintieron que tal vez podían llegar a entenderse, aunque solo fuera por una noche.La semana avanzó rápidamente, y la prueba de vestuario para la celebración del abuelo Sterling llegó antes de lo esperado. Madison (en el cuerpo de Ethan) y Ethan (en el cuerpo de Madison) fueron convocados a la lujosa
El cumpleaños número 70 del abuelo Sterling llegó con todo el esplendor que una celebración de esa magnitud requería. El salón principal de la mansión brillaba con candelabros dorados, decoraciones elegantes y una multitud de invitados vestidos de gala. Madison y Ethan, aún en los cuerpos del otro, estaban en sus respectivas habitaciones preparándose para la presentación especial que el abuelo les había pedido.Madison, en el cuerpo de Ethan, se miraba en el espejo mientras ajustaba la corbata. Aunque ahora se sentía más cómoda en su papel, seguía sintiendo que no encajaba del todo en el porte y elegancia natural que Ethan irradiaba.—Esto nunca se verá tan bien como cuando lo llevas tú —murmuró mientras trataba de darle forma al nudo de la corbata.Ethan, en el cuerpo de Madison, estaba teniendo sus propios problemas. El vestido esmeralda que llevaba era perfecto para la figura de Madison, pero la incomodidad de verse a sí mismo con tacones y un maquillaje impecable aún lo desconcert
Se acercaron, sus rostros casi rozándose, y por un momento, Madison pensó que sus labios se encontrarían. La tensión era tan intensa que la distancia entre ellos parecía evaporarse.Pero justo en ese momento, el abuelo Sterling, sin saber lo que ocurría entre los dos, levantó nuevamente el micrófono.—¡Un aplauso para estos dos maravillosos jóvenes! —exclamó, rompiendo la magia del momento.Los aplausos resonaron por todo el salón, y ambos se separaron rápidamente, tratando de disimular el ardor en sus mejillas y la confusión que sentían.Madison, con el corazón aún acelerado, intentó sonreír, pero no podía evitar sentirse invadida por la extraña mezcla de emociones que la habían embargado. Ethan, por su parte, la observaba con una mezcla de frustración y fascinación, aún incapaz de procesar por completo lo que acababa de suceder.A pesar de la interrupción, ninguno de los dos podía ignorar lo que acababa de pasar. Había algo entre ellos, algo que ni siquiera sabían cómo describir, pe
Mientras Ethan y Madison seguían parados, casi inmóviles, uno frente al otro, sintiendo una conexión que ninguno de los dos entendía completamente, el sonido del ambiente los envolvía. Las conversaciones a su alrededor seguían su curso, pero todo parecía desvanecerse para ellos. Solo existían ellos dos en ese instante, atrapados en la atmósfera cargada de emociones.De repente, una voz resonó a lo lejos, interrumpiendo la burbuja de silencio en la que ambos se encontraban. Era la voz del abuelo Sterling, que con su tono característico, lo suficientemente fuerte como para que todos lo escucharan, comenzó a hablar desde el escenario.—¡Vaya, vaya! —continuó el abuelo con una sonrisa cómplice—. ¡Lo hicieron muy bien! Es como si se hubieran conectado de una forma que jamás imaginé… ¡Y miren, parece que han disimulado perfectamente que durante años se han odiado! —dijo con una risa suave, sabiendo exactamente lo que sus palabras provocaban.Madison se sonrojó ante el comentario, sintiendo
Después de la celebración del cumpleaños del abuelo, los días pasaron demasiado rápido y, aunque Ethan y Madison estaban haciendo un esfuerzo por cambiar, el problema del intercambio de cuerpos seguía sin resolverse. Ambos sabían que aún no habían logrado superar por completo lo que los retenía.Frustrados por la falta de progreso, tomaron una decisión: vivir juntos en la mansión de Alexander. Si querían ayudarse mutuamente, necesitaban estar cerca, enfrentar sus miedos juntos y dejar de evadir lo que realmente les impedía avanzar.La mansión de Alexander era imponente, con techos altos, grandes ventanales y habitaciones que parecían sacadas de una revista de diseño. Para Ethan, significaba un ambiente organizado y tranquilo, lejos del caos que tanto odiaba. Para Madison, en cambio, era un recordatorio de que el dinero nunca llenaría el vacío que sentía por la ausencia de su padre.—Nunca imaginé que terminaría viviendo en una mansión con un maniático del control —dijo Madison, dejand
Los días pasaban rápidamente y el ansiado regreso a sus propios cuerpos parecía una meta lejana. Sin embargo, en lugar de sentir desesperanza, Ethan y Madison habían comenzado a notar que algo estaba cambiando en ellos. Aunque no sabían si ese cambio sería suficiente para resolver el misterioso intercambio, sabían que ya no eran las mismas personas de antes.Ethan, en el cuerpo de Madison, se enfrentó a una situación inesperada en el trabajo que lo dejó visiblemente frustrado. Durante una importante presentación de un nuevo proyecto ante varios inversionistas, cometió un error que jamás habría permitido si estuviera en su propio cuerpo. Durante semanas, había preparado minuciosamente los números y las proyecciones, pero, al final, un simple descuido hizo que los resultados finales que presentó no coincidieran con las expectativas de los inversores.Lo que antes habría provocado un ataque de nervios o incluso una crisis de estrés, algo inesperado sucedió. En lugar de retirarse al vestí
Después de una larga jornada, ambos se encontraron nuevamente en la mansión al final de la tarde. Ethan entró al salón justo cuando Madison se sentaba en el sofá, con una taza de té entre las manos, mirando pensativa al frente. Cuando se cruzaron las miradas, había algo diferente entre ellos. Era como si ambos pudieran sentir que algo había cambiado, aunque aún no pudieran identificarlo completamente.Ethan se acercó, un poco más relajado que de costumbre. Se sentó a su lado, sin la necesidad de apresurarse. Por primera vez, no sentía la presión de tener que mantener la perfección en cada aspecto de su vida.—¿Cómo te fue hoy? —le preguntó, con un tono más suave y sin la habitual rigidez de su voz.Madison lo miró y sonrió levemente. Ya no sentía la necesidad de defenderse o ocultar lo que había vivido.—Creo que comencé a ver las cosas de manera diferente… —respondió, su voz tranquila pero cargada de sinceridad—. Hoy me enfrenté a algo que siempre he evitado: mis propios sentimientos
Ethan, aún en el cuerpo de Madison, se quedó mirándola con el corazón latiéndole con fuerza. La sensación de sus labios seguía presente, el calor de su piel, la manera en que por unos segundos el mundo entero había desaparecido. Pero ahora, en la fría realidad, solo quedaba el sonido de su respiración agitada y la incertidumbre entre ellos.Madison, en el cuerpo de Ethan, desvió la mirada, incapaz de sostener la intensidad de lo que acababa de suceder. Sus manos temblaban levemente, aunque intentara ocultarlo.—Esto… —su voz sonó más ronca de lo habitual, todavía adaptándose al tono masculino de Ethan—. No sé qué significa.Ethan dio un paso hacia ella, sintiendo cómo el nerviosismo la invadía. Pero esta vez, en lugar de alejarse, la dejó procesarlo a su ritmo.—No tenemos que definirlo ahora —respondió en un susurro—. Solo sé que no fue un error.Madison cerró los ojos por un momento. Había algo en esas palabras que la reconfortaba, pero al mismo tiempo la asustaba. Siempre había bus