Calista Miraba a través del ventanal con la mirada perdida en la ciudad, pensando en todo y en nada a la vez, en las duras decisiones que debía tomar para mantenerme a salvo. Para salvaguardar todo lo que mi esposo dejó en mis manos, él presentía que algo como esto podía ocurrir y se encargó de que toda propiedad a su nombre pasara al mío, nadie podría acceder a ellas si yo estaba viva. Poco me importaba todo aquello, no tenía ningún valor para mi. Pero no iba a dejar que se salieran con la suya, que pensaran que matándolo iban a tener todo lo suyo, me encargaría de quitarles todo, de quitarles hasta los pensamientos y mandarlos directamente al infierno por haber tenido la osadía de cazarnos como si fuésemos unos putos animales. —¿Has tomado una decisión? —preguntó Evan colocándose a mi lado, de reojo observé al mejor amigo de mi esposo, tenía una venda en su cabeza debido al golpe que recibió en el accidente. Hace una hora le dieron el alta y se encargó de darme todos los detalles
Atenas, Grecia. Andreus sonreía de pie ante la mansión que conoció desde que tenía memoria, con la que soñó ser dueño algún día y no tener más competencia del se decía llamar el mejor de los Vasileiou. A su lado, su prometida, que pese a no quererla la necesitaba a su lado para formalizarse, para venderle a la prensa un hombre reformado y serio. No le interesaba el hijo que ella estaba esperando, ni siquiera podría asegurar que era suyo ya que nunca formalizó algo hasta que se dio la oportunidad.—¿Calista sigue aquí? —preguntó mirando maravillada cada detalle del lugar, visualizándose con la misma autoridad que vio aquella vez en su hermana, dominando cada parte de aquel lugar e inflando su pecho en espera del nombramiento del puesto que Calista tenía. —No, la perra se ha sabido esconder muy bien. Hizo una mueca avanzando a su lado, aferrándose a su brazo sin importarle lo poco que Andreus se sentía complacido con ello. Estuvo enojado porque no recibió más que un cheque de parte d
Egan se quedó paralizado al escuchar la frialdad con la que referían a la muerte de su hermano, la rabia apoderándose de cada parte de su cuerpo y la impotencia de no poder hacer nada. Su relación con Aetos era distante pero ese lazo de hermandad no desaparecía, no había rivalidad ni odio entre ellos y lo mínimo que podía hacer por él era mantener a salvo a su esposa. Notó el cambio de él en cuanto Calista llegó a su vida, no era actuación, él en verdad sentía algo por su esposa, podía verlo en sus ojos y en la forma de admirarla. Sin soportar más escucharlos abrió la puerta del comedor haciéndose escuchar, demostrando que él también era un Vasileiou y que la sangre de Bastian fluía más fuerte que en ellos. —Nadie va a tocar a Calista y quien se atreva a ponerle una mano encima se las verá conmigo —aseguró fijando sus ojos en Andreus quien poco le interesaba el coraje del menor de ellos. Una sonrisa burlona deslizándose por su rostro y mirándolo como si fuera un chiste. —¿Qué pasa?
Calista Mi corazón estaba tan abatido que nada me parecía impresionante, Londres se veía tan corriente cuando muchas veces opinaba lo contrario. Pero en aquel momento nada de mi vida tenía sentido, eso hasta que recibí aquella noticia que movió mi mundo entero, su cambio el rumbo de mi vida. Tenía un motivo más por el que luchar, un cambio que limpiar y nuestros nombres volver a poner en alto.Ese pequeño ser que albergaba en mi vientre tendría un destino glorioso, de eso me encargaría sin importar cuánto me desangre por recuperar lo que nos pertenece y estaba tan segura que su padre querría lo mismo. Ser padres no estaba en nuestros planes, no a corto plazo pero si lo visualizó en un futuro y no era capaz de deshacerme de él. Mi pequeño corazón me lo impedía y la sola idea me hacía arder el corazón. —Llegamos, señora —la voz del chofer me trajo de vuelta a la realidad, abriendo la puerta y extendiendo su mano para ayudarme a bajar del vehículo. —Gracias —murmuré caminando al inter
CalistaSolté una pequeña risa mientras veía una conferencia de prensa que daba Andreus en su retorno y próximo nombramiento como presidente del Emporio. A su lado derecho, Cristel y al izquierdo Alysa. Las dos con una sonrisa en sus caras, con la mirada altiva y soberbias. —¿Cómo ha tomado la decisión de uno de los clientes más fuertes de Solar Energy VM? —preguntó uno de los reporteros, desde la pantalla noté su cuerpo entrando en tensión por la repentina pregunta luego de la declaración pública que hizo el señor Konstantinou ayer por la tarde cuando dieron a conocer que no estaría más en la presidencia de dicha empresa. "No seguiremos colaborando si Calista Vasileiou no está en la presidencia de VM. Ella era la mejor y dudo mucho que alguien más esté a su altura." Habían sido las palabras de él. —Solar Energy VM es una empresa grande, con diversidad de clientes potenciales, el retiro del señor Konstantinou nos apena pero era conocida su familiaridad con la antigua CEO, no me so
El día que tanto había esperado al fin llegó, esa mañana se levantó temprano para estar a primera hora en la empresa. Se vistió con un traje que mandó a diseñar para ese momento que llevaba esperando toda la vida. El color de su ropa era de azul marino en representación del poder que recibiría en unas horas más, el nombre de su sucesor quedaría en el olvido y de eso se encargaría él. Peinó su cabello perfectamente y colocó los gemelos de oro con un diamante incrustados que su abuelo le regaló en el último cumpleaños que pudo acompañarle. Se vio al espejo y no pudo evitar sonreír, las manos de su prometida rodearon su cuerpo compartiendo el mismo deseo, ser como los antiguos dueños de aquel lugar. —¿Por qué no puedo ir contigo? —hizo un puchero apartándose de él y quitando la pelusa imaginaria de su saco. —Tu presencia no es relevante, sólo necesito a quien pueda votar por mi. —Es obvio que tendrás la presidencia, no hay nadie tenga más acciones que tú que cuentas con las de tus he
Elora Seguí al doctor sin poder creer lo que estaba pasando, pellizcando mi brazo ante lo que llevábamos semanas esperando, la angustia que sufrimos esperando lo peor aquella primera noche y en principal su esposa. Calista me pareció una mujer fuerte desde el momento en que la conocí, alguien que no fácilmente se rompería y lo corroboré con los días. Pero hubieron dos ocasiones en la que la vi tan rota, el día en que su abuela murió y el día del funeral. Pero nada de eso se comparó con lo que vi en estos dos meses, era un cuerpo ausente, como sin alma y con una gran agonía en sus ojos. Una mujer muy diferente a lo que conocí, una mujer que estaba rota al perder lo que más quería. La comprendía, en su lugar estuviese internada en algún lugar especial al no poder sobrellevar tanto dolor. Eso me demostraba nuevamente lo fuerte que era ella, sin duda alguien que tenía mi admiración. Vi a los médicos revisar sus signos vitales, hacerle preguntas de rutina para asegurar que todo estaba e
Calista Tomé mi bolso para salir de la oficina, era la hora justa en la que los Michailidis se reunían para almorzar. Lo supe en una de los tantos informes de Nicholas. Subí al ascensor en el momento en que Egan se unía a mi, juntos iríamos a recoger a su madre al departamento para volver a la mansión Vasileiou. Mis guardaespaldas seguían mi paso a medida que avanzaba por el primer piso, la prensa estaba reunida en las afueras del edificio en espera del nuevo presidente del Emporio. Cuando salí y el viento cálido chocó contra mi rostro, los camarógrafos se me vinieron encima con un sinnúmero de preguntas mientras sacaban fotos del momento. «¿Calista cómo has tomado la noticia de la muerte de tu esposo? ¿Es cierto los rumores de que tú te harás cargo del Emporio? ¿Habrá un nuevo cambio con tu nuevo mandato sobre una de las empresas más importantes del país?»Me detuve viendo a las cámaras mientras mis guardaespaldas se encargaban de que nadie sobrepasara en mi espacio personal. —La