Calista Bajé de la camioneta al mismo tiempo en que Aetos bajaba de la suya llegando a las instalaciones de la revista que haría la sesión fotográfica y la entrevista. El equipo del Emporio ya estaba aquí, modelaríamos con prendas y accesorios de nuestra marca. Esa había sido la única condición que pusimos para acceder. —Bienvenidos, señores Vasileiou —nos recibió una de las recepcionistas del lugar —acompáñenme por aquí, por favor. Sin decir nada la seguimos hasta el segundo nivel donde la gente se movilizaba de un lado a otro, moviendo cámaras y la ropa que usaríamos. La dueña de la revista, Natasha Georgiou, una mujer de alrededor de cuarenta años muy bien preservada, de mucho éxito en el país. —Han llegados nuestros invitados especiales —caminó hasta nosotros con una sonrisa demasiado ensayada —por favor, pasen por aquí. Nos separamos llevándonos a los camerinos donde me colocaron otra vestimenta y maquillaron mi rostro. Las extensiones las había quitado ayer por la tarde vol
Aetos Evan dejó salir un resoplido dejando el trago sobre la mesa, se quedó en silencio meditando en lo que acababa de contarle. Las cosas se estaban poniendo más complicadas de lo que pensé, Andreus estaba llegando demasiado lejos y si no le ponía un alto las cosas serían malas. Ayer había venido mi detective privado, desde que hace unos años que lo vigilan y hasta entonces no había hecho nada que pudiera afectarme, pero hace unos meses, cuando la muerte del abuelo se aproximaba, comenzó a averiar extraño, su recelo fue más grande y que de repente aceptara mi lugar en la presidencia era un papel que no se lo creía. —Estas son las fotos que dije que sería mejor que juzgaras por ti mismo —ubicó varias tomas de su silueta entrando a las instalaciones del tipo criminal más fuerte de la zona —y esta es la que me causa más curiosidad. Fruncí el ceño al ver a la hermana de Calista junto a él entrando a un hotel de su mano. Volví a darle un vistazo a las fotos, él drogándose y conversand
CalistaMe removí entre las sábanas abriendo los ojos poco a poco, estaba todo oscuro y era poco o nada lo que podía ver. Aturdida busqué encender la lámpara a tientas, pero me detuve al ver la silueta masculina en el balcón. «¿Qué hora es?» No tenía ni idea pero a juzgar por la oscuridad podía deducir que la hora de la cena había pasado. Salí de la cama caminando torpemente hasta donde él se encontraba, nuevamente estaba fumando y bebiendo.«¿Pasará algo?» Lo había visto hacer lo mismo en Salónica cuando los celos lo estaban consumiendo pero ahora...¿qué habrá sucedido?—Aetos... —pronuncié su nombre en un tono bajo pero lo suficiente alto para que pudiese escucharme. Con su ceño fruncido giró a verme por sobre su hombro, dando un pequeño análisis a mi cuerpo. Todavía vestía el traje cm el que había ido a la empresa. —¿Estás bien? —preguntó en un extraño tono, asentí ubicándome a su lado y dirigiendo mi costal jardín iluminado por las luces artificiales. —Si, ¿por qué no lo estar
CalistaTraté de seguirle el paso sin necesidad de correr pero se me hizo imposible, Alysa salió junto a su amiga de la cocina mirándonos sin entender mientras Alida preguntaba exasperada qué era lo que estaba pasando, caminaban tras de nosotros como si estuviésemos en una caravana. Terminé corriendo para alcanzarlo, no quise darle más problemas pero tampoco podía seguirle ocultando aquello, me sentía insegura con la presencia de Andreus en casa sabiendo que para un hombre envidioso como él no habían límites. Agradecí estar envuelta en aquel enorme abrigo o de lo contrario estaría sobre el suelo titiritando de frío. El mencionado salió de entre los arbustos con Cristel tras él, su rostro confundido fue desecho cuando recibió un golpe fuerte de Aetos, seguido de otro y otro que lo llevaron al suelo. —¡¿Qué es lo que está haciendo Aetos?! —Preguntó con histeria Alida tratando de intervenir pero su esposo la detuvo negando con la cabeza. Aricia fue la siguiente en llegar acompañada d
Calista Busqué el botiquín el baño y lo hice sentarse ahí para limpiar sus heridas, no había dicho ni una sola palabra desde que entramos a la habitación y sólo se dejó curar sin ningún quejido. Suspiré poniéndole una pequeña curita sobre la ceja que estaba rota, así como sus labios que delicadamente limpié con alcohol. Era por este mismo motivo que había preferido callar, no quería que las cosas se tensionaran más de lo que ya estaban. —¿Qué ha sido todo eso? —pregunté dejando de lado el algodón y acuclillarme a su altura, tomé su mentón delicadamente sin dejar de mostrar mi preocupación —mira como has quedado. —No podía dejar pasar eso, Calista. No puede acusar a mi mujer en mi propia casa —se molestó de nuevo —y ese infeliz algo planea, no me confío de él y te pido que estés alerta. Asentí compartiendo su opinión. Los últimos días estaba extraño y algo en mi intuición me pedía a gritos que no me confiara y mantuviera un ojo sobre él. —Lo estaré, no te preocupes por eso. Me l
Calista Nuestra estadía en la cabaña fue de lejos algo "bueno" , Aetos se mantuvo ausente y casi nunca se mantuvo a mi lado, no insistí con mi presencia y sólo lo dejé ser entendiendo perfectamente que necesitaba su tiempo a solas. No era fácil lidiar con la muerte de tu padre, resignarte a que nunca volverás a tenerlo cerca, escuchar su voz y recibir sus actos de amor por muchos años que pasaran no era algo que superabas y menos de la forma en que él lo perdió.Mi corazón se fracturaba en pedazos al imaginar a ese niño de pequeño esperando el regreso de su padre y que te toque recibirlo en un ataúd es... una experiencia horrible que me hacía estremecer de solo imaginar a padre morir. Ateos por mucho que demostrara ser un hombre insensible no lo era, sólo vivía su dolor en la soledad, donde nadie fuese capaz de verlo frágil. La última noche que estaríamos en aquel lugar lo esperé pacientemente en la sala, con una sábana sobre mi cuerpo mientras veía la tv, una tormenta estaba por de
Calista Dejé caer mi cabeza sobre su pecho desnudo, cerrando mis ojos y soltando un suspiro cuando su brazo se posó sobre mi espalda baja. Los momentos después de la intimidad se sentían tan bien a su lado, sabiendo que ninguno de los dos se marcharía y que realmente éramos una pareja estable. Mi estómago gruñó provocando una enorme vergüenza, sentí como mis mejillas se calentaron al oír su risa y su pecho vibrar. —Bajemos, traje comida de camino a casa —dijo apartando su mano de mi cuerpo para que pudiese levantarme. Busqué una camisa de entre sus cosas para cubrir mi cuerpo, él por su parte se colocó unos pantalones de algodón sin molestarse en cubrir su apetecible torso. Me senté en el comedor mientras él servía nuestras comidas, estaba tan hambrienta que incluso algo helada me pareció deliciosa. —¿Irás con tus padres? —preguntó mientras jugaba con la comida. —Hasta la próxima semana, no tengo ánimos para el drama familiar y los infinitos interrogatorios por el trato que le d
Calista Después de la discusión en la oficina llamé a Aetos para que estuviera presente en la cena, consideré llevarlos a un restaurante pero se vería feo no llevarlos al que era mi hogar ahora y con lo observadores que eran ellos, no podía no hacerlo. Las camionetas nos trasladaron a la mansión Vasileiou, que cómo está común, sorprendió a mi madre por los maravillosos jardines que poseía y lo ostentoso que era su interior. Para mi sorpresa la señora Aricia bajó a recibirlos con una amabilidad que sólo vi cuando acompañaron a Aetos con la pedida de mano. —Es un gusto tenerlos por aquí —sonrió señalando las escaleras —he pedido que nos sirvan café en el tercer piso, pensé que a Calista le gustaría esa opción debido que siempre es ahí donde recibe sus visitas. —Gran elección, señora Aricia —miré a mis padres pidiéndole que me acompañaran. —¿Vienes Aricia? —preguntó madre. —Oh, no quiero irrumpir en su conversación, supongo que quieres ponerte al día con ella. —Por favor, acompáñe