Calista Aparté la mirada y volví mi entera atención al hombre a mi lado, la mesa se fue llenando y comenzamos a socializar con ellos. Más de alguno sorprendido por nuestra presencia y lo difícil que era ver a Aetos en estos lugares. Un detalle que mencionaron toda la noche. Cuando la música sonó en el gran salón, él se puso en pie extendiendo su mano hacia mi en una invitación al centro del lugar donde ya varias parejas bailaban. No dudé en levantarme y tomar su mano, formando una sonrisa mientras lo seguía. Su mano se aferró a mi cintura, las mías se ubicaron sobre sus hombros y nuestros cuerpos se balancearon de acorde con la música. Nuestros ojos se conectaron y me embelesé con la belleza de los suyos, ese color tan maravilloso y único, una mezcla entre azul, verde y gris. Tan bellos y tan temibles a la vez, su mirada era feroz, era terrorífica cuando eras el objetivo. Vi a mi tía encogerse por lo turbia que se volvió, tan oscura como clara.Aetos era como un volcán activo a punt
CalistaSonreí girándome para quedar de frente a él, mis manos moviéndose por voluntad propia, desprendiendo cada prenda de su cuerpo sin ser incapaz de apartarme de la intensidad de sus ojos. Me sentía perdida junto a él, temiendo a volverme dependiente de su cuerpo, de su éxtasis. «¿Por qué tenía que ser tan perfecto?». Sus manos también se movieron para bajar el cierre del vestido, contemplando al quedar en ropa interior y por un momento solo disfrutó de la vista como yo lo hacía de la mía. Me encantaba su piel con tinta, preguntándome cómo se vería un tattoo en mi cuerpo. —Por un demonio, Calista —jadeó tomándome fuertemente de la cintura, apresando mis glúteos y alzándome hasta pegarme a la pared más cercana. Mis labios se pegaron a los suyos con salvajismo, mordiendo y chupando, mi cabeza nublándose por el deseo pensando únicamente en él y lo que quería en ese momento. Mis piernas rodeaban sus caderas, nuestras intimidades rozándose y nuestras bocas dejando escapar jadeos ar
Aetos Despacio me deslicé fuera de la cama, la oscuridad envolviendo todavía la habitación mientras ella permanecía profundamente dormida. Caminé de regreso al balcón, tomando el encendedor y la cajetilla de cigarros, mi cuerpo estaba completamente tenso, mi mente aturdida sin poder comprender lo que me estaba pasando con ella. «¿Cuándo sentí celos por una mujer?»Nunca. Pero con ella esa desagradable sensación recorría mi cuerpo, no podía contener mis impulsos de romperle la cara a aquel imbécil después de oírlo decir que ella correría a sus brazos. Y esta noche cuando escuché su nombre salir de su boca... simplemente mi sangre hirvió y muchas interrogantes me hicieron alejarme de ella. Entre esas «¿sentía todavía algo por él? » la idea me repugnaba por completo, no estaba dispuesto a permanecer con alguien cuyo corazón y mente estuviesen pensando constantemente en otro. Ella era mi esposa y por ende, el único hombre en su vida sería yo. Su mente debía permanecerme solamente a mi
Aetos Vi a Calista desaparecer por las escaleras, disimulé mi disgusto por la anciana y la seguí cuando me indicó el camino a su habitación. —Cierra la puerta —demandó con voz fuerte. —La escucho —respondí sentándome sobre uno de los sofás con actitud desinteresada. —¿Qué es lo que realmente planeas con Calista? —afinó sus ojos —¿Crees que voy a creer realmente que estás interesada por ella? —¿Por qué no lo estaría? —arrugué el entrecejo sin entender su punto —Todos en su familia conocen el motivo por el que me casé, el testamento que Bastian dejó tenía varias cláusulas que he cumplido. —El deseo de tu abuelo era que contrajeras matrimonio con la mayor de las Athanasiou, Cristel, pensó que era la correcta para ti —soltó un pequeño suspiro y desvió su mirada hacia la ventana —era la ideal para lo que tú necesitabas, para lo que tu familia necesitaba. Te habrás dado cuenta que Calista es diferente, no es la mujer que te obedecerá en todo, ella no sigue reglas y hace que otros cump
Calista Un carraspeo me hizo apartarme de la boca de mi esposo, por encima de su hombro miré los rostros incómodos de mis hermanos, uno al lado del otro bajando el último escalón de las escaleras. —Es una fortuna para ti que los hayamos encontrados nosotros y no padre —comentó mi hermana simulado una sonrisa, mientras Adonis se mantenía serio y no parecía divertirle la escena que acababa de presenciar. —¿Podemos hablar? —preguntó ignorando por completo las palabras de mi hermana y al hombre a mi lado. Me separé de él para asentir. —Vuelvo en un momento —Le sonreí y él asintió haciendo un gesto, pasé al lado de Cristel siguiendo a mi hermano hasta el despacho de padre. Caminó directo al mini bar sirviéndose algo de vodka, me ofreció pero me negué, era muy temprano para estar tomando. De un solo trago bebió todo el contenido servido, se acercó de a mi mirándome con ojos de perro arrepentido, tomándome de los hombros murmuró las palabras que desde hace días quería escuchar. —¿Pod
Calista Bajé de la camioneta al mismo tiempo en que Aetos bajaba de la suya llegando a las instalaciones de la revista que haría la sesión fotográfica y la entrevista. El equipo del Emporio ya estaba aquí, modelaríamos con prendas y accesorios de nuestra marca. Esa había sido la única condición que pusimos para acceder. —Bienvenidos, señores Vasileiou —nos recibió una de las recepcionistas del lugar —acompáñenme por aquí, por favor. Sin decir nada la seguimos hasta el segundo nivel donde la gente se movilizaba de un lado a otro, moviendo cámaras y la ropa que usaríamos. La dueña de la revista, Natasha Georgiou, una mujer de alrededor de cuarenta años muy bien preservada, de mucho éxito en el país. —Han llegados nuestros invitados especiales —caminó hasta nosotros con una sonrisa demasiado ensayada —por favor, pasen por aquí. Nos separamos llevándonos a los camerinos donde me colocaron otra vestimenta y maquillaron mi rostro. Las extensiones las había quitado ayer por la tarde vol
Aetos Evan dejó salir un resoplido dejando el trago sobre la mesa, se quedó en silencio meditando en lo que acababa de contarle. Las cosas se estaban poniendo más complicadas de lo que pensé, Andreus estaba llegando demasiado lejos y si no le ponía un alto las cosas serían malas. Ayer había venido mi detective privado, desde que hace unos años que lo vigilan y hasta entonces no había hecho nada que pudiera afectarme, pero hace unos meses, cuando la muerte del abuelo se aproximaba, comenzó a averiar extraño, su recelo fue más grande y que de repente aceptara mi lugar en la presidencia era un papel que no se lo creía. —Estas son las fotos que dije que sería mejor que juzgaras por ti mismo —ubicó varias tomas de su silueta entrando a las instalaciones del tipo criminal más fuerte de la zona —y esta es la que me causa más curiosidad. Fruncí el ceño al ver a la hermana de Calista junto a él entrando a un hotel de su mano. Volví a darle un vistazo a las fotos, él drogándose y conversand
CalistaMe removí entre las sábanas abriendo los ojos poco a poco, estaba todo oscuro y era poco o nada lo que podía ver. Aturdida busqué encender la lámpara a tientas, pero me detuve al ver la silueta masculina en el balcón. «¿Qué hora es?» No tenía ni idea pero a juzgar por la oscuridad podía deducir que la hora de la cena había pasado. Salí de la cama caminando torpemente hasta donde él se encontraba, nuevamente estaba fumando y bebiendo.«¿Pasará algo?» Lo había visto hacer lo mismo en Salónica cuando los celos lo estaban consumiendo pero ahora...¿qué habrá sucedido?—Aetos... —pronuncié su nombre en un tono bajo pero lo suficiente alto para que pudiese escucharme. Con su ceño fruncido giró a verme por sobre su hombro, dando un pequeño análisis a mi cuerpo. Todavía vestía el traje cm el que había ido a la empresa. —¿Estás bien? —preguntó en un extraño tono, asentí ubicándome a su lado y dirigiendo mi costal jardín iluminado por las luces artificiales. —Si, ¿por qué no lo estar