Calista La llamada se cortó dejándome con mil pensamientos en mi cabeza. «¿Por qué hasta ahora?» No tenía ningún sentido ni valor que se luchara por quien ya no sentía nada por él. Algo que ya estaba perdido desde el momento en que decidí que no era posible continuar con esa relación, en el momento en que tomé la decisión de no sufrir por nadie. Mi corazón no necesita de nadie, no necesitaba de sentimientos que sólo me harían sufrir en lugar de hacerme feliz. Había desecharlos de mi vida, mantenerme al margen y no dar más de lo que me daban. Quizá eso fue lo que más me impulsó a casarme con Aetos, que ninguno de nosotros estaba interesado en ello. Teníamos un sexo muy bueno, una comunicación en la que trabajamos para no tener problemas, para defendernos el uno al otro si era el caso, para velar por nuestros intereses pero nada más allá de lo superficial. Nada más. —Has sido muy dura con él —comentó madre cuando me alejé de la ventana y volvía sentarme en la silla frente al tocador.
CalistaAfuera de casa nos esperaba un bonito deportivo color negro y tras de esta dos Cadillc Escalade con los escoltas que velarían por nuestra seguridad esta noche. Aetis abrió la puerta para mi, con sumo cuidado entré acomodando el vestido con algo de ayuda. —¿De dónde sacas tantos autos? —pregunté cuando subió a mi lado, mirando lo sexi que se veía al volante. —Tengo muchas propiedades aquí —se encogió de hombros haciendo rugir el motor y arrancando a velocidad fuera de la propiedad con las camionetas tras de nosotros. —¿Me permites conducir de regreso? —pregunté y sonreí cuando volteó a verme por unos pequeños segundos, su ceño levemente fruncido. —¿No te gusta como lo hago yo? —aceleró sonriendo de lado, matándome con ese pequeño gesto —¿es eso? —No, sólo extraño estar al volante. —Tal vez mañana me das un recorrido por la ciudad. —Es una buena idea —medité —pero mi viaje no es por turismo, lo sabes. —Tu abuela está bien, así como lo está darte un poco de tiempo para ti
Calista Aparté la mirada y volví mi entera atención al hombre a mi lado, la mesa se fue llenando y comenzamos a socializar con ellos. Más de alguno sorprendido por nuestra presencia y lo difícil que era ver a Aetos en estos lugares. Un detalle que mencionaron toda la noche. Cuando la música sonó en el gran salón, él se puso en pie extendiendo su mano hacia mi en una invitación al centro del lugar donde ya varias parejas bailaban. No dudé en levantarme y tomar su mano, formando una sonrisa mientras lo seguía. Su mano se aferró a mi cintura, las mías se ubicaron sobre sus hombros y nuestros cuerpos se balancearon de acorde con la música. Nuestros ojos se conectaron y me embelesé con la belleza de los suyos, ese color tan maravilloso y único, una mezcla entre azul, verde y gris. Tan bellos y tan temibles a la vez, su mirada era feroz, era terrorífica cuando eras el objetivo. Vi a mi tía encogerse por lo turbia que se volvió, tan oscura como clara.Aetos era como un volcán activo a punt
CalistaSonreí girándome para quedar de frente a él, mis manos moviéndose por voluntad propia, desprendiendo cada prenda de su cuerpo sin ser incapaz de apartarme de la intensidad de sus ojos. Me sentía perdida junto a él, temiendo a volverme dependiente de su cuerpo, de su éxtasis. «¿Por qué tenía que ser tan perfecto?». Sus manos también se movieron para bajar el cierre del vestido, contemplando al quedar en ropa interior y por un momento solo disfrutó de la vista como yo lo hacía de la mía. Me encantaba su piel con tinta, preguntándome cómo se vería un tattoo en mi cuerpo. —Por un demonio, Calista —jadeó tomándome fuertemente de la cintura, apresando mis glúteos y alzándome hasta pegarme a la pared más cercana. Mis labios se pegaron a los suyos con salvajismo, mordiendo y chupando, mi cabeza nublándose por el deseo pensando únicamente en él y lo que quería en ese momento. Mis piernas rodeaban sus caderas, nuestras intimidades rozándose y nuestras bocas dejando escapar jadeos ar
Aetos Despacio me deslicé fuera de la cama, la oscuridad envolviendo todavía la habitación mientras ella permanecía profundamente dormida. Caminé de regreso al balcón, tomando el encendedor y la cajetilla de cigarros, mi cuerpo estaba completamente tenso, mi mente aturdida sin poder comprender lo que me estaba pasando con ella. «¿Cuándo sentí celos por una mujer?»Nunca. Pero con ella esa desagradable sensación recorría mi cuerpo, no podía contener mis impulsos de romperle la cara a aquel imbécil después de oírlo decir que ella correría a sus brazos. Y esta noche cuando escuché su nombre salir de su boca... simplemente mi sangre hirvió y muchas interrogantes me hicieron alejarme de ella. Entre esas «¿sentía todavía algo por él? » la idea me repugnaba por completo, no estaba dispuesto a permanecer con alguien cuyo corazón y mente estuviesen pensando constantemente en otro. Ella era mi esposa y por ende, el único hombre en su vida sería yo. Su mente debía permanecerme solamente a mi
Aetos Vi a Calista desaparecer por las escaleras, disimulé mi disgusto por la anciana y la seguí cuando me indicó el camino a su habitación. —Cierra la puerta —demandó con voz fuerte. —La escucho —respondí sentándome sobre uno de los sofás con actitud desinteresada. —¿Qué es lo que realmente planeas con Calista? —afinó sus ojos —¿Crees que voy a creer realmente que estás interesada por ella? —¿Por qué no lo estaría? —arrugué el entrecejo sin entender su punto —Todos en su familia conocen el motivo por el que me casé, el testamento que Bastian dejó tenía varias cláusulas que he cumplido. —El deseo de tu abuelo era que contrajeras matrimonio con la mayor de las Athanasiou, Cristel, pensó que era la correcta para ti —soltó un pequeño suspiro y desvió su mirada hacia la ventana —era la ideal para lo que tú necesitabas, para lo que tu familia necesitaba. Te habrás dado cuenta que Calista es diferente, no es la mujer que te obedecerá en todo, ella no sigue reglas y hace que otros cump
Calista Un carraspeo me hizo apartarme de la boca de mi esposo, por encima de su hombro miré los rostros incómodos de mis hermanos, uno al lado del otro bajando el último escalón de las escaleras. —Es una fortuna para ti que los hayamos encontrados nosotros y no padre —comentó mi hermana simulado una sonrisa, mientras Adonis se mantenía serio y no parecía divertirle la escena que acababa de presenciar. —¿Podemos hablar? —preguntó ignorando por completo las palabras de mi hermana y al hombre a mi lado. Me separé de él para asentir. —Vuelvo en un momento —Le sonreí y él asintió haciendo un gesto, pasé al lado de Cristel siguiendo a mi hermano hasta el despacho de padre. Caminó directo al mini bar sirviéndose algo de vodka, me ofreció pero me negué, era muy temprano para estar tomando. De un solo trago bebió todo el contenido servido, se acercó de a mi mirándome con ojos de perro arrepentido, tomándome de los hombros murmuró las palabras que desde hace días quería escuchar. —¿Pod
Calista Bajé de la camioneta al mismo tiempo en que Aetos bajaba de la suya llegando a las instalaciones de la revista que haría la sesión fotográfica y la entrevista. El equipo del Emporio ya estaba aquí, modelaríamos con prendas y accesorios de nuestra marca. Esa había sido la única condición que pusimos para acceder. —Bienvenidos, señores Vasileiou —nos recibió una de las recepcionistas del lugar —acompáñenme por aquí, por favor. Sin decir nada la seguimos hasta el segundo nivel donde la gente se movilizaba de un lado a otro, moviendo cámaras y la ropa que usaríamos. La dueña de la revista, Natasha Georgiou, una mujer de alrededor de cuarenta años muy bien preservada, de mucho éxito en el país. —Han llegados nuestros invitados especiales —caminó hasta nosotros con una sonrisa demasiado ensayada —por favor, pasen por aquí. Nos separamos llevándonos a los camerinos donde me colocaron otra vestimenta y maquillaron mi rostro. Las extensiones las había quitado ayer por la tarde vol