Calista Coloqué algo de música y dejé de lado el celular, comencé a moverme al rito de esta, disfrutando de sus reacciones y del deseo abrumante en sus ojos. Su dureza era algo que iba a probar con mi boca antes de tenerlo en mi interior, quería sentirlo y saborearlo, darle placer y perderme en él. Me detuve girándome y tomando su mano, llevándolo conmigo hasta uno de los sofás y lanzarlo ahí, sentándome en sus piernas y besando sus labios, tirando suavemente de ellos y descender mi boca a su cuello, pecho y abdomen, hasta detenerme en su pelvis, me acomodé sobre la alfombra entre sus piernas y elevé la mirada para encontrarme con la suya, era tan intensa que sólo me hizo animarme más a lo que haría. Lo desnudé y tomé entre mis manos su hombría, dándole placer con ellas y con mi boca, acariciando cada parte con mi lengua, disfrutando de su sabor como si fuera el más delicioso postre que hubiese probado. Por un momento me aparté para quitar la prenda que me cubría, tomando mis pechos
Calista—Es la abuela, enfermó de nuevo —informó mi hermana haciendo que me levantara de inmediato. —¿Qué? Ella... ¿cómo está? —mi voz temblaba así como mis mano tratando de no pensar en lo peor, ella era fuerte. —Estaba muy mal, ahora mismo estamos en la sala de espera del hospital. Pasé las manos repetidamente por mi cabello sin saber qué hacer. —Voy para allá.—Te enviaré la ubicación del lugar. La llamada se cortó, busqué el contacto de Aetos, necesitaba un medio de transporte y si usaba un vuelo comercial tardaría demasiado tiempo en llegar a Salónica. —Tu Jet, ¿está disponible? —lo primero que hice fue soltar esa pregunta, tomando mi bolso en mano y saliendo de la oficina, sin importarme que me viesen desesperada al borde de las lágrimas. —Si, ¿qué pasa? —Es mi abuela, está hospitalizada y necesito estar con ella —ingresé al ascensor y pulsé el último piso. —Ve a la pista, haré una llamada para que preparen el Jet. Tú ¿estás bien? —No —solté un sollozo —no puedo soport
Calista Depositó un beso en mi boca en cuanto me tuvo cerca, me preguntó cómo estaba y si necesitaba ir a descansar. —Anoche no dormiste mucho, Calista —arrugó su entrecejo reparando en mi rostro. —No importa, no quiero apartarme de su lado. Madre se acercó y juzgando por su gesto logró escuchar lo que dije. —Tu abuela está bien, tu padre, tu tía y yo nos quedaremos aquí. Tú muchacha te vas a ir a comer y a dormir, si pasa algo te avisaré —me señaló un poco molesta, cuando miró a mi esposo le sonrió con amabilidad —Es una sorpresa verte por aquí, Aetos. —Señora Agatha —la saludó asintiendo con su cabeza. —Llévatela a comer, a puesto que no la ha hecho desde hace horas y asegúrate que duerma. Él afirmó y me dio una ligera mirada. Resignada asentí y les pedí un momento para ir a despedirme de la abuela, quien aún permanecía dormida. Besé su frente y rogué a Dios para que mejorara. Al salir de la habitación mi madre aún permanecía con Aetos, parecía estar explicando lo sucedido y
Calista—¿Estás muy ocupado? —pregunté dándole una ligera mirada a la laptop sobre la mesa. —No mucho, sólo me falta terminar de leer y aprobar esto. Son nuevos convenios —explicó mostrándose relajado, me observó desde su posición viéndose sexi con esa mirada seductora. Me acerqué a su boca, sintiendo su aliento y sus labios adelantarse a los míos, moviéndolos con suavidad, como quien daba aprobar sólo un pequeño pedazo de tu postre favorito.—¡Calista! —me llamaron desde lo lejos, solté sus labios y voltee a ver de quien se trataba. Cristel caminaba hacia nosotros, al tener mi atención se detuvo a mitad de camino —La abuela está llegando. Me levanté de inmediato, soltándome del agarre de él, le susurré un lo siento antes de seguir a mi hermana. Mis pies me trasladaron a la sala, me sentía agitada y de cierta forma emocionada por verla entrar de pie a la casa, con ganas de verla sonriendo y con esa energía suya tan única. —Están por llegar —dijo mi hermana a mis espaldas —Siento mu
Calista Llevé a la abuela a dar un paseo por el jardín que tanto le gustaba pasearse, traté de entablar conversaciones de temas triviales que no pusieran tenso el ambiente. —Este lugar no es el mismo sin ti —musitó mientras le daba de comer a los peces —¿cuando te irás? —Por la noche, debo estar en la oficina mañana. Hay asuntos que me requieren —noté la tristeza en sus ojos —vendré a verte el fin de semana, ¿te parece? —Claro que si, mi niña. —Pues aquí me tendrás, prométeme que te cuidarás y tomarás tu medicamento. —No te preocupes por eso —me sonrió volviendo la vista a los peces, inconscientemente voltee hacia la ve gana de mi habitación encontrándome con él, tenía las manos en su bolsillo con sus ojos sobre mi. Me negaba a creer todas las cosas que me decían de él, antes de casarme me prometí conocerlo y no dejarme llevar por opiniones de terceros. Seguí con el paseo de la abuela, poniendo atención a cada flor que me indicaba, diciéndome sus nombres y el significado de ca
Aetos Sentir su suave piel bajo mi tacto me enloquecía, me hacía querer tenerla así siempre, con su respiración agitada, su cabeza ligeramente hacia atrás y su boca entreabierta gimiendo mi nombre, pidiendo por más. Sus piernas abiertas para mi, degustando su sabor y conociendo cada parte de su cuerpo. Su bello cuerpo a mi merced me hacían preguntarme «¿donde estuvo todo este tiempo?» ella era hermosa y seductora, una diosa en la cama que me tenía más que complacido. Sabía moverse bien sobre mi, su mirada juguetona sólo me incitaban a montarla hasta saciarme, hasta llenar su cuerpo con mi semilla. Se retorcía con cada caricia de mí lengua, esta vez cubriéndose su boca con una almohada para no hacer ruido, después de tus estábamos en casa de sus padres. Subí hasta su boca, tomándola con fiereza, la delicadeza no iba conmigo y de un solo embate entré en ella, sintiendo sus paredes envolverme en el más exquisito placer. Sus piernas rodearon mi cadera, su boca no me soltaba y ahogaba e
Calista Volví con la abuela y las demás, quienes permanecían curiosas por saber lo ocurrido con Aetos. Me senté a un lado de ellas con mi cabeza en otro lado, pensando en lo que le afectaría esta situación y en lo estresado que se mantendría tratando de resolverlo todo. Dejé de oír a la abuela, esto le produjo malestar y llamó mi atención. —¿Te ofendió, no es así? —se molestó haciendo referencia a mi esposo. —No, no es lo que estás pensando. —No trates de mentirme, sus gritos eran de enojo total y no me sorprendería que se ubiese desquitado contigo. —Pues te equivocas —me levanté cansada de escucharla hablar tan mal de él y suponer cosas que no pasaban —siempre escucho tus consejos, abuela, pero esta vez estás siendo muy grosera con él hablando de lo que no sabes. —¿De lo que no sé? Bastian era... —alcé la mano para que se detuviera. —Seguramente el señor Bastian jamás te habló de todo, deja de señalar guiándote por las palabras de terceras personas.Me retiré del salón buscand
Calista Me vestí con uno de mis trajes en color violeta, me acerqué a ayudarle con su maleta mientras él se terminaba de vestir. Su celular no paraba de recibir llamadas a las que declinaba todas.—¿Crees que fue accidente? —pregunté sentándome en la cama y verlo desde mi posición peinarse el cabello. —No, sólo es negligencia de su parte. —¿Has pensado en que harás con el equipo a cargo? —Despedirlo, no acepto a incompetentes trabajando para mi —dijo tornando su rostro demasiado serio, frunciendo su entrecejo y enfriando su mirada. Asentí sabiendo que no le gustara que objetaran en sus decisiones, de igual forma tenía razón en sus decisiones, lo ocurrido era un gran golpe a la reputación de la constructora. Las acciones bajarían, los clientes protestarían y la confianza se desestabilizaría. Abandonamos la habitación y bajamos al primer piso, él decidió esperarme en la sala donde mis padres estaban, mientras tanto iba a despedirme de mi abuela que aún descansaba. Toqué a su puer