Calista Depositó un beso en mi boca en cuanto me tuvo cerca, me preguntó cómo estaba y si necesitaba ir a descansar. —Anoche no dormiste mucho, Calista —arrugó su entrecejo reparando en mi rostro. —No importa, no quiero apartarme de su lado. Madre se acercó y juzgando por su gesto logró escuchar lo que dije. —Tu abuela está bien, tu padre, tu tía y yo nos quedaremos aquí. Tú muchacha te vas a ir a comer y a dormir, si pasa algo te avisaré —me señaló un poco molesta, cuando miró a mi esposo le sonrió con amabilidad —Es una sorpresa verte por aquí, Aetos. —Señora Agatha —la saludó asintiendo con su cabeza. —Llévatela a comer, a puesto que no la ha hecho desde hace horas y asegúrate que duerma. Él afirmó y me dio una ligera mirada. Resignada asentí y les pedí un momento para ir a despedirme de la abuela, quien aún permanecía dormida. Besé su frente y rogué a Dios para que mejorara. Al salir de la habitación mi madre aún permanecía con Aetos, parecía estar explicando lo sucedido y
Calista—¿Estás muy ocupado? —pregunté dándole una ligera mirada a la laptop sobre la mesa. —No mucho, sólo me falta terminar de leer y aprobar esto. Son nuevos convenios —explicó mostrándose relajado, me observó desde su posición viéndose sexi con esa mirada seductora. Me acerqué a su boca, sintiendo su aliento y sus labios adelantarse a los míos, moviéndolos con suavidad, como quien daba aprobar sólo un pequeño pedazo de tu postre favorito.—¡Calista! —me llamaron desde lo lejos, solté sus labios y voltee a ver de quien se trataba. Cristel caminaba hacia nosotros, al tener mi atención se detuvo a mitad de camino —La abuela está llegando. Me levanté de inmediato, soltándome del agarre de él, le susurré un lo siento antes de seguir a mi hermana. Mis pies me trasladaron a la sala, me sentía agitada y de cierta forma emocionada por verla entrar de pie a la casa, con ganas de verla sonriendo y con esa energía suya tan única. —Están por llegar —dijo mi hermana a mis espaldas —Siento mu
Calista Llevé a la abuela a dar un paseo por el jardín que tanto le gustaba pasearse, traté de entablar conversaciones de temas triviales que no pusieran tenso el ambiente. —Este lugar no es el mismo sin ti —musitó mientras le daba de comer a los peces —¿cuando te irás? —Por la noche, debo estar en la oficina mañana. Hay asuntos que me requieren —noté la tristeza en sus ojos —vendré a verte el fin de semana, ¿te parece? —Claro que si, mi niña. —Pues aquí me tendrás, prométeme que te cuidarás y tomarás tu medicamento. —No te preocupes por eso —me sonrió volviendo la vista a los peces, inconscientemente voltee hacia la ve gana de mi habitación encontrándome con él, tenía las manos en su bolsillo con sus ojos sobre mi. Me negaba a creer todas las cosas que me decían de él, antes de casarme me prometí conocerlo y no dejarme llevar por opiniones de terceros. Seguí con el paseo de la abuela, poniendo atención a cada flor que me indicaba, diciéndome sus nombres y el significado de ca
Aetos Sentir su suave piel bajo mi tacto me enloquecía, me hacía querer tenerla así siempre, con su respiración agitada, su cabeza ligeramente hacia atrás y su boca entreabierta gimiendo mi nombre, pidiendo por más. Sus piernas abiertas para mi, degustando su sabor y conociendo cada parte de su cuerpo. Su bello cuerpo a mi merced me hacían preguntarme «¿donde estuvo todo este tiempo?» ella era hermosa y seductora, una diosa en la cama que me tenía más que complacido. Sabía moverse bien sobre mi, su mirada juguetona sólo me incitaban a montarla hasta saciarme, hasta llenar su cuerpo con mi semilla. Se retorcía con cada caricia de mí lengua, esta vez cubriéndose su boca con una almohada para no hacer ruido, después de tus estábamos en casa de sus padres. Subí hasta su boca, tomándola con fiereza, la delicadeza no iba conmigo y de un solo embate entré en ella, sintiendo sus paredes envolverme en el más exquisito placer. Sus piernas rodearon mi cadera, su boca no me soltaba y ahogaba e
Calista Volví con la abuela y las demás, quienes permanecían curiosas por saber lo ocurrido con Aetos. Me senté a un lado de ellas con mi cabeza en otro lado, pensando en lo que le afectaría esta situación y en lo estresado que se mantendría tratando de resolverlo todo. Dejé de oír a la abuela, esto le produjo malestar y llamó mi atención. —¿Te ofendió, no es así? —se molestó haciendo referencia a mi esposo. —No, no es lo que estás pensando. —No trates de mentirme, sus gritos eran de enojo total y no me sorprendería que se ubiese desquitado contigo. —Pues te equivocas —me levanté cansada de escucharla hablar tan mal de él y suponer cosas que no pasaban —siempre escucho tus consejos, abuela, pero esta vez estás siendo muy grosera con él hablando de lo que no sabes. —¿De lo que no sé? Bastian era... —alcé la mano para que se detuviera. —Seguramente el señor Bastian jamás te habló de todo, deja de señalar guiándote por las palabras de terceras personas.Me retiré del salón buscand
Calista Me vestí con uno de mis trajes en color violeta, me acerqué a ayudarle con su maleta mientras él se terminaba de vestir. Su celular no paraba de recibir llamadas a las que declinaba todas.—¿Crees que fue accidente? —pregunté sentándome en la cama y verlo desde mi posición peinarse el cabello. —No, sólo es negligencia de su parte. —¿Has pensado en que harás con el equipo a cargo? —Despedirlo, no acepto a incompetentes trabajando para mi —dijo tornando su rostro demasiado serio, frunciendo su entrecejo y enfriando su mirada. Asentí sabiendo que no le gustara que objetaran en sus decisiones, de igual forma tenía razón en sus decisiones, lo ocurrido era un gran golpe a la reputación de la constructora. Las acciones bajarían, los clientes protestarían y la confianza se desestabilizaría. Abandonamos la habitación y bajamos al primer piso, él decidió esperarme en la sala donde mis padres estaban, mientras tanto iba a despedirme de mi abuela que aún descansaba. Toqué a su puer
CalistaEsa noche no bajé a cenar, lo hice en la soledad de mi habitación, estuve viendo la tv por un momento y después lo apagué acomodándome para dormir, sintiendo ese vacío que provocaba su ausencia. Me desperté a media noche y él aún no llegaba, ni siquiera un mensaje mandó para comunicarme que no llegaría. Dejé de lado el móvil y traté de seguir durmiendo. Fue hasta en la madrugada que escuché la puerta ser abierta y momentos después acomodarse a mi lado. No me moví ni tampoco di indicios de estar despierta. Al amanecer me desperté, miré a mi lado viéndolo dormir plácidamente, en silencio me levanté y me metí al baño para darme una ducha rápida, sequé mi cabello y me vestí, viendo de vez en vez hacia la cama. Debía estar muy agotado para seguir dormido, terminé de maquillarme y me acerqué sentándome en el borde, acaricié su brazo y me incliné para besar sus labios. —Aetos —susurré su nombre continuando con el camino de besos, él abrió sus ojos mirándome con cansancio. —¿Ya te
Calista Volví a la mansión yendo al jardín oyendo todavía el desorden que se tenían arriba, no quería entrometerme en eso y tampoco quería que sus gritos me causaran migraña. Contesté una llamada de madre mientras una de las empleadas me servía café. —¿Cómo están las cosas por allá, cariño? Vi que ayer te molestaron —preguntó con un tinte de preocupación en su voz. —Están mejor, Aetos está solucionando y esta noche darán el comunicado a la prensa. —¿Tú cómo estás? —Bien, un poco ocupada con el trabajo. —Estaba pensando en las fiestas, se acerca navidad y me gustaría que lo pasáramos en familia como todos los años. —A mi también pero es un tema que tengo que hablarlo con Aetos. —Convéncelo, quiero a mis hijos reunidos en casa. Sé que se siente incómodo aquí pero hablaré con todos para que traten de incluirlo. «Incluirlo» No creía que a él le gustara esa palabra, sino había acercamiento entre ellos era porque ninguno estaba interesado. Aetos era una persona distante según lo que