—Realmente eres una mamá—, dijo Brian asombrado. Les sonreí antes de levantarme y abrazar a las personas que habían sido mis padres sustitutos toda la vida. Les di un beso en la mejilla antes de salir de la habitación en busca de Megan. —Carson, no me importa si no quieres. Es mi vida y quiero mudarme con Louis, así que lo haré. ¡No! Yo...—, decía tan frustrada y nerviosa que le cogí el teléfono. —Car-Car, ¿le estás dando problemas a mi mejor amiga? —. pregunté, utilizando el nombre que le di cuando tenía tres años. —¿Alanna? ¿Eres tú? —, preguntó sorprendido. —La única. Ahora, volvamos a los asuntos importantes. ¿Por qué molestas a tu hermana cuando está intentando vivir su vida? —. pregunté, sonriendo a Megan, que me dirigía una mirada agradecida. —Mi hermanita no se va a mudar con un tío—, prácticamente gruñó Carson, el hermano menor de Megan. —Ahora ya sabes que no es un tipo cualquiera, Carson. Conoces a Louis prácticamente de toda la vida y has cuidado de él todo este tie
—Esto es raro—, dijo James a modo de saludo cuando descolgó el teléfono. —Hola. ¿Por qué llamas? Siempre pides un videochat—, preguntó, sonando confuso. —Bueno, quería hablar contigo y los chicos están durmiendo. Siempre duermen a esta hora—, le contesté. —Tú y tus instintos de madre. En fin, ¿qué pasa? —, preguntó con curiosidad. —He llamado para ver si me haces un favor. Sé que ya te debo mucho por haber cuidado de los chicos las dos últimas semanas, pero ¿crees que puedes traerlos aquí? Los echo de menos y hay mucha gente que quiere conocerlos—, dije, quedándome en el camión. Fuera de mi ventanilla podía ver a Megan, Louis y Natanael llevando las cajas al interior. Natanael parecía irritado por algo, pero yo no sabía por qué. Ya lo averiguaría más tarde. —Sabes que lo haré, nena. Haré que Parker venga conmigo. ¡Por fin podremos ver tu ciudad natal! —. gritó James emocionado. —¡Gracias! ¿Cuándo quieres traerlos? Yo compraré las entradas y ni se te ocurra discutir. Sé que tien
—Ahora, ¿estás lista para ganar esta carrera? —, me preguntó mientras se alejaba y arrancaba el camión. —¡Vamos a hacerlo! — respondí mientras seguíamos el camino familiar hacia las carreteras secundarias que conocíamos como la palma de nuestra mano. Diez minutos más tarde, el camión de Natanael estaba alineado con el de Louis al comienzo de la pista de tierra de un kilómetro y medio que habíamos hecho a lo largo de los años. La ventanilla del acompañante del camión de Louis estaba bajada, al igual que la del conductor del camión de Natanael, para que pudiéramos hablar entre nosotros. Louis tenía que inclinarse sobre Megan para hablar y yo tenía que hacer lo mismo con Natanael. —Vale, ¿te acuerdas de las normas, ¿verdad? —. preguntó Louis, mirándome. —Lo-Lo, me doy cuenta de que hace tres años que no lo hacemos, pero llevamos haciéndolo desde que teníamos catorce años. Creo que me acuerdo—, dije sarcásticamente. Louis me fulminó con la mirada por usar el viejo apodo antes de que
A la mañana siguiente me desperté sin poder moverme. El brazo de Natanael me rodeaba con fuerza, apretándome contra él. Me resultaba cálido y familiar y casi no quería moverme, pero sabía que tenía que hacerlo. Por mucho que lo siguiera queriendo, incluso después de lo que me había hecho pasar, no podía rendirme tan fácilmente. No podía volver a darle el control sobre mí porque no sería capaz de soportarlo si decidía hacerme daño de nuevo. Con eso en mente, le aparté suavemente el brazo y me retiré de la cama.—Buenos días. Tienes que dar algunas explicaciones—, dijo Megan en cuanto atravesé la puerta de la cocina, haciéndome dar un respingo y gritar asustada.—¡Megan! ¡No hagas eso! — grité, poniéndome la mano sobre el corazón en un intento de frenarlo.—Eso no importa. Explícame por qué estabas en una cama con Natanael—, respondió impaciente, agitando la mano con desdén.—No es para tanto. Espera, ¿cómo lo sabías? —. pregunté con suspicacia.—Bueno, cuando me desperté esta mañana y
—Buenos días, hermana mayor—. exclamé, rodeándola con los brazos.—Buenos días, Alanna—, dijo riendo y devolviéndome el abrazo.—Estás de buen humor—, comentó Fernando, mirándome con suspicacia.—¿Cómo no voy a estarlo? Le están quitando la medicación a papá, así que espero que se despierte pronto, la fiesta de Taylor es esta noche y podré ver a gente que no veo desde antes de irme. Además, Cain y Asher vendrán mañana—, respondí.—¿Vendrán? — exclamó mamá emocionada.—Sí. James y Parker los van a traer—, dije, sonriendo al ver las sonrisas de felicidad en los rostros de mi familia.Supongo que no era la única emocionada por ver a mis hijos.—Entonces, ¿qué has estado haciendo pequeño? — preguntó Erick, mirándome mientras seguía jugando con Jason.—Convencí a Megan para que se fuera a vivir con Louis. Ella quería hacerlo, pero no quería tener que decírselo a sus hermanos. Al final la convencí de que no sería tan malo, así que se lo dijo y pronto estarán aquí. La ayudé a pasar el rato—,
—Oye, Rox, ¿le has contado a Taylor lo de Caín y Asher? —. pregunté, dándome cuenta de repente de que quizá no supiera nada de sus sobrinos.—No, no lo he hecho. Me imaginé que era un trabajo para ti o Natanael—, respondió.Asentí, apoyando la cabeza contra el reposacabezas.—Alanna. Alanna, despierta. Alanna! — gritó Roxana, sacudiéndome.Me levanté como un rayo, moviendo la cabeza frenéticamente para ver lo que me rodeaba. Al darme cuenta de que estábamos en casa de mamá y papá, me tranquilicé. Salí del coche y me dirigí al maletero, ayudando a Rox con todas las bolsas.—Siento haberme dormido encima de ti—, me disculpé mientras subíamos las escaleras hasta su habitación.<
—¡Mami! —, gritaron, haciendo que todos a mi alrededor me miraran.—Hola bebés. ¿Cómo están mis chicos? — pregunté.—Bien. Hoy fue divertido mami—, respondió Cain.—¿En serio? ¿Qué habéis hecho? — le pregunté.—Jugamos en el agua—, contestó Asher.—¡Vaya! Eso sí que suena divertido. Mamá os echa de menos. Estoy deseando veros mañana—, dije, con lágrimas en los ojos al darme cuenta de lo mucho que echaba de menos a mis hijos.—Nosotros también te echamos de menos—, dijo Asher.Les sonreí antes de que se me ocurriera algo. Levanté la vista y mis ojos se centraron en Natanael
NATANAELLa mañana siguiente a la fiesta de Taylor fue brutal. Me senté en la mesa de la cocina, con una taza de café delante. La cabeza me latía con fuerza debido a la resaca y la rabia me recorría cada vez que pensaba en mis supuestos amigos metiéndole mano a Alanna. Era mía, desde que éramos niños, y no tenían derecho a hacer eso. Me sacudí los pensamientos de la cabeza. Tenía mejores cosas que hacer hoy que enfadarme con mis amigos.—Buenos días hermano, ¿cómo estás esta mañana? — Le pregunté a Taylor mientras entraba en la cocina.—Con resaca. Tío, la fiesta fue una pasada, pero ojalá se me pasara este dolor de cabeza—, dijo, cogiendo una taza del armario y sirviéndose un poco de café.—No podría estar más de acuerdo—, le contesté mientras le veía coger unos Advil del armario y metérselos en la boca.—Así que me enteré de lo que pasó contigo, Alanna y Anny—, dijo mientras se sentaba frente a mí.—Sí, entré justo cuando llamaba puta a Alanna y decía que los gemelos probablemente n