CAMILLE ASHFORD—¡Arriba! ¡Levántate! —exclamó una voz femenina algo cascada mientras la cama parecía estar en medio de un terremoto. Apenas abrí los ojos cuando alguien ya me había tomado del brazo y sacado de entre las sábanas de un tirón. Tuve que sujetarme de la mesita de noche para no caer. Entonces me di cuenta de quien me había despertado con tanta energía. —¡Ya son las seis de la mañana y no puedo entender como sigues holgazaneando! —gritó la mujer en mi cara, entrada en años, bastante corpulenta, y se estaba aprovechando de que mi cerebro aún no comenzaba a trabajar—. ¡Qué vergüenza de mujer!De nuevo me tomó del brazo y me arrastró hacia el baño, dejándome caer en una tina, con todo y ropa. El agua helada fue lo que necesitaba para terminar de despertar. Aunque intenté salir, la mujer puso su mano en mi cabeza, manteniéndome dentro. —No habrá agua caliente para ti si sigues despertándote tarde —siseó mientras se limpiaba las manos en su mandil blanco.—¡¿Por qué me está h
LUCIEN BLACKWELL—Es un hueso duro de roer, señor —dijo mi ama de llaves recargada en el marco de la puerta de mi despacho, con la mirada perdida a través de la ventana—. No es una chiquilla caprichosa que provenga de una cuna de oro. Se nota que sabe usar una escoba. —El dinero le llegó después… —susurré mientras veía el reloj en mi muñeca y suspiré cansado—. ¿Ya terminó? —Sí, señor… —contestó con el mentón en alto—. Cada labor que le he encomendado la ha realizado casi a la perfección. —¿Ya comió? —pregunté queriendo fingir que no me importaba.—No, señor —respondió mi ama de llaves con suficiencia y entornando los ojos—. Aunque no es una inútil, no significa que haya sido rápida en sus labores y se perdió su horario de comida. No pude evitar sentir un retortijón en mi estómago. ¿Era piedad? ¿Culpabilidad? Rechiné los dientes queriendo contener mi molestia. —Llévala a mi habitación, que coma algo, que se dé un baño y que se ponga la lencería para esta noche. No tardaré en subir
CAMILLE ASHFORDAston Smith, ¿quien carajos es Aston Smith?, me preguntaba mientras trapeaba la estancia, casi de manera automática. Entre más averiguaba, más me confundía y más deseaba estar en casa, con mis pequeños mellizos, el cabeza hueca de mi hermano y la maternal Andy. De pronto escuché que algo se cayó a mi lado, cuando volteé no solo noté una maceta volcada y rota, con toda la tierra desperdigada, sino también a una mujer bastante hermosa y arrogante con una sonrisa bien dibujada y una mirada tan afilada que me atravesó el pecho. —¿Qué esperas, sirvienta? ¡Recoge! —gritó y pateó la tierra con la punta de su zapatilla, dispersándola. Mis manos se apretaron alrededor del palo de mi trapeador y me esforcé por sonreír. Reconocía su voz. Era la mujer con la que había hablado Lucien en el hangar. Sin decir nada me acerqué para comenzar a recoger todo, empezando por la tierra, pero en cuanto me hinqué ella volvió a patearla haciendo que mi uniforme se ensuciara. ¡Uff! Solté u
CAMILLE ASHFORD—¡Es una perra sarcástica que merece un buen escarmiento! —exclamó Nadia al notar que, pese a la furia de Lucien por mis palabras, él no parecía querer hacer nada.—Sí, supongo que merezco un escarmiento —contesté sin desviar mi mirada del turquesa de sus ojos—. ¿Lo harás? ¿Me lastimarás un poco más? Te recomiendo la cara o las piernas, mis brazos están molidos, tengo moretones en ellos con la forma de tus dedos. »Hazlo… pégame, te doy el gusto, pero déjame te advierto algo: me darás el primero, pero el segundo ya no. Sé quién eres… sé lo que haces… y estoy consciente de que matarme no te será difícil, pero te juro que me llevaré algo de ti a la tumba, un ojo, una oreja, un dedo, lo que sea para que te acuerdes siempre de mí y de que no todas las personas que te rodean están para complacer tus putos berrinchitos de mierda. Si con algo había nacido, y ni mi propia madre me había quitado al criarme, era la maldita soberbia y orgullo dentro de mi corazón.Esperé pacient
CAMILLE ASHFORDCon ambas manos sobre su pecho, alejé a Lucien, llena de furia.—¿Eso quieres? ¡Bien! —respondí mientras me quitaba el uniforme, mostrando cada marca, cada moretón y cada inflamación, no solo producto del trabajo arduo, sino de su crueldad—. ¿Te gusta lo que ves, guapo? ¡Mira lo que has logrado en tan poco tiempo! ¡Todo tuyo! ¡Disfruta de tu muñeca rota todo lo que quieras y después déjame en paz!Esta vez no fue tan fácil. Las lágrimas caían por mis mejillas y mis labios temblaban mientras le mostraba mi cuerpo, dejando solo la lencería, y luciendo mis heridas. Sus manos bajaron la velocidad, apenas se desabrochó la camisa cuando sus ojos se movían en mi piel, en cada moretón. —Desagradable… ¿no? —solté con un suspiro y volví a recargarme en la pared—. Pensé que… había encontrado a alguien bondadoso entre toda esa podredumbre que me rodeaba. Creí que eras una clase de ángel guardián, pero no… me confundí. Solo eres un diablo más que planea llevarse un trozo de mí ant
LUCIEN BLACKWELLLa enfermera sabía muy bien las respuestas que quería obtener, o más bien, solo esperaba una confirmación de lo que ya sabía.—La señora Blackwell respondió al equipo médico que se trató de una caída y que esos moretones son resultado de eso, porque sí, una mujer con esas características al ser ingresada se tiene que hacer una investigación profunda. —Intentaba mantener la cordialidad en su voz, sin embargo, parecía que me odiaba por lo que aún no confirmaba—, pero… hay patrones en ciertas lesiones que no se pueden justificar tan fácil. »Ya sabe lo que dicen por ahí, si tiene escamas es un pez, si tiene plumas es un ave… Si hay hematomas en forma de dedos en los brazos, es violencia. Hay cosas en la vida que son demasiado simples, ¿no cree? —De nuevo me ofreció una sonrisa, pero esta vez estaba cargada de advertencia, y su mirada aguda lo confirmaba—. Puede entrar a verla, porque legalmente no hay una denuncia que lo evite, pero no la altere, por favor, porque lo sab
LUCIEN BLACKWELLEsa noche los había visto discutir de manera disimulada, no me gustaba la manera en la que Aston veía a mi hermana, pero aun así me mantuve al margen por ella. —Yo puedo encargarme de todo —dije entre dientes viendo fijamente a Aston, listo para saltar sobre él en cuanto Anna me diera la orden, pero ella tomó mi rostro entre sus manos y me sonrió. —Escúchame bien… —Aunque sus ojos estaban enrojecidos, trataba de mostrarse como la mujer feliz y fuerte de siempre— …esto es algo entre Aston y yo. De por si no me gusta que uses tu fuerza bruta para solucionar cualquier detalle. Dejar que te encargues de esto sería como querer matar una mosca con un lanzamisiles. Sonreí junto con ella, siempre tenía la habilidad de ponerme de buenas incluso en los momentos más complicados. —Solo dime que no te quedarás con él… dime que no tendré que verle su maldita cara de perro infiel durante la cena de navidad o en tu cumpleaños —supliqué sintiéndome más tranquilo, aunque sabiendo q
LUCIEN BLACKWELL—Bájame… puedo caminar —susurró Camille en cuanto supo mis intenciones de regresar al interior del hospital. —Que puedas caminar no significa que sea seguro para ti o para el bebé —contesté con los dientes apretados mientras ella se retorcía suavemente entre mis brazos. No tenía fuerzas para pelear, pero hizo su mejor intento—. Quédate quieta. —¿Ahora si te preocupa el bebé? Pensé que perderlo era una buena opción para ti —refunfuñó. Cuando bajé la mirada pude notar que se sentía herida. No abrí la boca, porque no tenía nada qué decir. ¿Admitir que ella y el niño me preocupaban? ¿Aceptar que solo había fanfarroneado con la idea de deshacerme de mi propio hijo solo para lastimarla? No, no era una opción. Regresamos a su habitación en completo silencio, mientras ella parecía querer mantener su distancia de mí, evitando recargarse en mi pecho o abrazarse a mi cuello. Tenía la mirada perdida y carente de alma. ¿La había roto lo suficiente? ¿Tanto como yo quería? En e