CAMILLE ASHFORD—¡Es una perra sarcástica que merece un buen escarmiento! —exclamó Nadia al notar que, pese a la furia de Lucien por mis palabras, él no parecía querer hacer nada.—Sí, supongo que merezco un escarmiento —contesté sin desviar mi mirada del turquesa de sus ojos—. ¿Lo harás? ¿Me lastimarás un poco más? Te recomiendo la cara o las piernas, mis brazos están molidos, tengo moretones en ellos con la forma de tus dedos. »Hazlo… pégame, te doy el gusto, pero déjame te advierto algo: me darás el primero, pero el segundo ya no. Sé quién eres… sé lo que haces… y estoy consciente de que matarme no te será difícil, pero te juro que me llevaré algo de ti a la tumba, un ojo, una oreja, un dedo, lo que sea para que te acuerdes siempre de mí y de que no todas las personas que te rodean están para complacer tus putos berrinchitos de mierda. Si con algo había nacido, y ni mi propia madre me había quitado al criarme, era la maldita soberbia y orgullo dentro de mi corazón.Esperé pacient
CAMILLE ASHFORDCon ambas manos sobre su pecho, alejé a Lucien, llena de furia.—¿Eso quieres? ¡Bien! —respondí mientras me quitaba el uniforme, mostrando cada marca, cada moretón y cada inflamación, no solo producto del trabajo arduo, sino de su crueldad—. ¿Te gusta lo que ves, guapo? ¡Mira lo que has logrado en tan poco tiempo! ¡Todo tuyo! ¡Disfruta de tu muñeca rota todo lo que quieras y después déjame en paz!Esta vez no fue tan fácil. Las lágrimas caían por mis mejillas y mis labios temblaban mientras le mostraba mi cuerpo, dejando solo la lencería, y luciendo mis heridas. Sus manos bajaron la velocidad, apenas se desabrochó la camisa cuando sus ojos se movían en mi piel, en cada moretón. —Desagradable… ¿no? —solté con un suspiro y volví a recargarme en la pared—. Pensé que… había encontrado a alguien bondadoso entre toda esa podredumbre que me rodeaba. Creí que eras una clase de ángel guardián, pero no… me confundí. Solo eres un diablo más que planea llevarse un trozo de mí ant
LUCIEN BLACKWELLLa enfermera sabía muy bien las respuestas que quería obtener, o más bien, solo esperaba una confirmación de lo que ya sabía.—La señora Blackwell respondió al equipo médico que se trató de una caída y que esos moretones son resultado de eso, porque sí, una mujer con esas características al ser ingresada se tiene que hacer una investigación profunda. —Intentaba mantener la cordialidad en su voz, sin embargo, parecía que me odiaba por lo que aún no confirmaba—, pero… hay patrones en ciertas lesiones que no se pueden justificar tan fácil. »Ya sabe lo que dicen por ahí, si tiene escamas es un pez, si tiene plumas es un ave… Si hay hematomas en forma de dedos en los brazos, es violencia. Hay cosas en la vida que son demasiado simples, ¿no cree? —De nuevo me ofreció una sonrisa, pero esta vez estaba cargada de advertencia, y su mirada aguda lo confirmaba—. Puede entrar a verla, porque legalmente no hay una denuncia que lo evite, pero no la altere, por favor, porque lo sab
LUCIEN BLACKWELLEsa noche los había visto discutir de manera disimulada, no me gustaba la manera en la que Aston veía a mi hermana, pero aun así me mantuve al margen por ella. —Yo puedo encargarme de todo —dije entre dientes viendo fijamente a Aston, listo para saltar sobre él en cuanto Anna me diera la orden, pero ella tomó mi rostro entre sus manos y me sonrió. —Escúchame bien… —Aunque sus ojos estaban enrojecidos, trataba de mostrarse como la mujer feliz y fuerte de siempre— …esto es algo entre Aston y yo. De por si no me gusta que uses tu fuerza bruta para solucionar cualquier detalle. Dejar que te encargues de esto sería como querer matar una mosca con un lanzamisiles. Sonreí junto con ella, siempre tenía la habilidad de ponerme de buenas incluso en los momentos más complicados. —Solo dime que no te quedarás con él… dime que no tendré que verle su maldita cara de perro infiel durante la cena de navidad o en tu cumpleaños —supliqué sintiéndome más tranquilo, aunque sabiendo q
LUCIEN BLACKWELL—Bájame… puedo caminar —susurró Camille en cuanto supo mis intenciones de regresar al interior del hospital. —Que puedas caminar no significa que sea seguro para ti o para el bebé —contesté con los dientes apretados mientras ella se retorcía suavemente entre mis brazos. No tenía fuerzas para pelear, pero hizo su mejor intento—. Quédate quieta. —¿Ahora si te preocupa el bebé? Pensé que perderlo era una buena opción para ti —refunfuñó. Cuando bajé la mirada pude notar que se sentía herida. No abrí la boca, porque no tenía nada qué decir. ¿Admitir que ella y el niño me preocupaban? ¿Aceptar que solo había fanfarroneado con la idea de deshacerme de mi propio hijo solo para lastimarla? No, no era una opción. Regresamos a su habitación en completo silencio, mientras ella parecía querer mantener su distancia de mí, evitando recargarse en mi pecho o abrazarse a mi cuello. Tenía la mirada perdida y carente de alma. ¿La había roto lo suficiente? ¿Tanto como yo quería? En e
CAMILLE ASHFORDLa habitación se quedó en completo silencio, tanto que podía escuchar mis propios pensamientos como si los dijera en voz alta. ¿En verdad amaba a Lucien? Bueno, la respuesta era más compleja de responder que decir un simple sí o un no. Sí, lo quería, lo apreciaba y me sentía agradecida por todo lo que había hecho por mí y mi madre cuando no tenía a nadie más que me tendiera una mano, y en el fondo quería creer que, si él pudiera verme como lo que en realidad era: inocente, tal vez podría aflorar algo muy bonito. Además, era el padre de mi hijo, ¿no valía la pena que intentara esclarecer las cosas? De pronto me invadieron los escalofríos. ¿Me estaba convirtiendo en mi madre, estaba protegiendo al hombre menos indicado?, pero… ¿cómo se sabe cuál es el indicado cuando tu vida ha estado llena de patanes? Negué con la cabeza y coincidí conmigo misma que lo importante era demostrar mi inocencia y recuperar mi herencia, por el bien mío y de mi bebé. Lo que pasara después
LUCIEN BLACKWELL—¿Qué tengo que hacer, Anna? ¿Me estoy equivocando? —pregunté dentro de la capilla del hospital, sentado de manera miserable en la banca, viendo la imagen de esa virgen pura y misericordiosa frente a mí.Gracias a lo que me había dicho Camille, pude defenderme cuando me cuestionaron por sus lesiones. Pude notar la frustración en el gesto de la enfermera cuando no tuvieron material suficiente para llamar a la policía. Después del interrogatorio decidí tomar un momento para meditar.Mi corazón se aceleraba cada vez que pensaba en ese último beso y en la forma tan dulce y al mismo tiempo melancólica en la que Camille dijo que me amaba, pero pronto ese recuerdo se manchaba con la muerte de Anna. Verla a través de ese ventanal, porque no podía acercarme a ella mientras los médicos le intentaban salvar la vida. Su rostro
CAMILLE ASHFORDDurante todo el camino Lucien fue acariciando mi cabello, jugando con mis manos, entrelazando sus dedos con los míos y acercándolos a sus labios. Decir que estaba consternada se quedaba corto. Un día amenazaba con hacerme infeliz antes de matarme y al día siguiente parecía… cautelosamente cariñoso. Era una ternura fría y confusa la que expresaba hacía mí. Como si aún me odiara, pero no estuviera dispuesto a privarse de esos pequeños placeres.En cuanto llegamos a casa, de nueva cuenta me tomó en brazos, insistiendo que debía de guardar reposo absoluto.—Si tienes miedo de que te acuse con la policía por violencia doméstica… —rompí el silencio con mi incertidumbre, pero él soltó una suave risa, con una voz profunda que parecía brotar directo de su pecho.—¿Crees que me da