Aiden.Nunca avalaría la violencia en quien no se lo merecen o en aquellos ajenos al problema principal, como es el caso de un periodista que solo busca una nota para ser participe de la ola de encantados que surgió desde que Noah se presentó a la fiscalía por pies propios. Pero el sujeto me ha venido siguiendo todos los días anteriores, sumando una semana entera en la cual lo he tenido día y noche atrás de mí, con sus preguntas y fotografías impertinentes sobre el reciente viaje de mi esposa, investigando hasta mi adopción al saberse en los medios del ataque de Christina. __ Solo quiero una declaración del hombre que une la serie de desgracias que se ha venido dando este tiempo. - insistió caminando al mismo tiempo que yo en mi entrada al juzgado. - Se dice que su compromiso con la señorita Betancourt se vio opacado por su matrimonio abrupto con su ahora esposa. ¿Es verdad que solo se trató de un acuerdo? ¿Que clase de mujeres aceptan ese tipo de contratos? Ignorar no funciona muc
Aiden.Sin perder tiempo entramos al edificio, una salón extenso en el cual se celebraba la jubilación de un hombre que ni siquiera conocía, pero que Jerónimo sí porque de otra manera no estaría en este sitio.Lo sentí de ese modo, todos con copas en las manos mientras nosotros entramos con varios oficiales preguntando por el festejado. __ Con su hijo en aquella mesa. - señaló uno de los meseros. El detective avanzó entre los invitados a ese lugar, pero solo estaba un hombre hablando con una mujer. __ ¿Usted es el hijo del juez Santana? - cuestionó Roquefort. El asintió - ¿Donde está él? __ Se fue para el baño hace un par de minutos. - declaró señalando con su pulgar hacia su espalda.Todo era una carrera contra el tiempo. Entre tantos que se metían en el camino a medida que pasamos enmedio de grupos que reían sin saber que el festejado estaba entre los objetivos de un asesino.Abrió la puerta para encontrar al juez de pie, lavando sus manos frente al espejo.Soltó un suspiro alivi
Aiden__ No tengo nada que hacer aquí. Todo lo que digan es mentira. - se quejó la mujer que lucía de alguna manera más desafiante. Se tuvo que sentar en la silla que pusieron atrás suyo, en lo que observé desde atrás del cristal. - ¿No sabe quién es mi padre? Cuando se entere de esto...__ No está en condiciones de amenazar, mucho menos a un elemento de la ley, señorita Betancourt. - la centró Roquefort. - Con un cargo de intento de homicidio debería bastarle. Le recomiendo mantener la boca cerrada y no tirar de la soga en su cuello.__ Soy inocente de todo lo que se me acusa. No he intentado nada, ni voy a decir nada. - se mantuvo en su negativa.__ ¿Espera a su abogado?__ No tengo abogado. - no me sorprendió su respuesta. - No quiero uno de oficio, sería una humillación para mí, son gente que no tienen ni...__ Le aconsejo no decir nada sobre ellos. Cada uno aceptarían defenderla sin recibir un pago de su parte y un insulto no lo permito. - sentenció el detective. - ¿Quiere o no e
Isabella.Lo vi cenar en el comedor con Lucía contando sus anécdotas recientes. Era lo que escuchaba y me mantenía ocupada todo el tiempo que había permanecido en Vancouver, Incluso a Aiden con su ocupada vida y mente lo había logrado distraer. La alegría de la chica era la suficiente para apañar las preocupaciones de ambos, no solo se relajaba aún con saber la razón por enviarnos aquí, si no que vivía al día. No parecía asustarle nada.__ Solo espero que a todos esos lugares que sales, no sea sin seguridad. - advirtió Aiden, siguiendo con la cena.__ Claro que no. Además, el tío Edmond vino hace dos días y al igual que tú no quiso salir sin esos orangutanes de afuera. __ Lucía. - riñó él.__ No se los digo como insulto, si no por lo grandes que son. El otro día que fui a una feria, uno de ellos me sostuvo para subir a una de las atracciones y era muy chiquita a su lado. - le contó y me reí al ver el gesto descontento de mi esposo.__ No estás descuidando la universidad ¿verdad? - c
AidenAún no asimilaba lo que me fue avisado, Tej estaba igual de atónito que yo por tal situación. No creímos siquiera que fuera real, hasta que llegamos a la morgue, en donde Lexi iba saliendo del lugar con la cara roja, asustada y hasta diría incrédula. Era normal, siendo su padre el que estaba en la habitación a la cual nos dirigieron. __ Debo advertirle que si no ha visto algo como esto, la impresión puede ser muy fuerte. - me dijo el detective. - Sabemos que es para usted porque son sus iniciales las que tiene marcadas en el pecho. Asentí. Solo quería acabar de una vez por todas con la curiosidad por saber que era lo que había escrito para mí.El detective levantó la tela azul para mostrar al hombre de mediana edad con un corte en el cuello. Tuvo que ser algo de sorpresa para que no pudieran darse cuenta. No tenía señales de lucha, pero lo que más captó mi interés fue la inscripción del pecho y estómago del Noah."Volveremos a encontrarnos, falta poco" Eso era lo que había es
Aiden.__ ¿Como que no aparece? - dijo Gaspar con un tono mordaz. - ¿De qué demonios me estás hablando, Aiden? Estaba en Vancouver, ¿Como es que ahora no la encuentras? __ No está. - respondí con lo único que tenía claro. - La busqué, pero no la encontré en ningún lado. Isabella viene para acá, si logró saber dónde estaban, no están seguras allá y no pienso tenerla donde puede ponerle las manos encima. Se llevó las manos a la cabeza. Frustrado al igual que yo, no podía estar pasando una situación como esa en tan solo un descuido. ¿Como lo logró? __ ¿Piensas que fue...__ Nadie más tendría interés en dañarla o llevarla consigo de los que conozco. Además estaba en ese mural de...Me quedé en silencio recordando lo que había visto días atrás en el ático de esa casa. __ ¿Mural de qué? - cuestionó al verme callado. Mientras mi cabeza evocó ese instante, ahí estaba la fotografía de Lucía, estaban todos, pero ¿Porqué exactamente? - Aiden, responde. ¿Mural de qué? __ Tengo que llamar a
Isabella.El auto se detuvo y me quise bajar, pero el arma del hombre que seguía apuntandome me detuvo. Ni siquiera sabía quién era, no obstante fue quien me esperó cuando la llamada sobre matar a Lucía si no venía con ellos, llegó.Quise avisarle a Aiden, pero me dijeron justo donde estaba él y a unos metros yo, apuntandonos con él rifle que el hombre llevaba colgado en su cuello. El pánico porque asesinaran a mi cuñada y le disparen a mi esposo me abarcó. Cada parte de mi cuerpo solo pensó en obedecer y hacer que se fueran de ese lugar, alcancé a poner en silencio mi propio teléfono por si podía servir de algún modo. No sabía ni que estaba haciendo, solo era mi intención de no perder al amor de mi vida y ser la causante de la muerte de mi cuñada la que actuó de tal forma que apenas pude evitar no ser vista al salir por la cocina. __ ¡Al fin! - dijo el mismo que vi en las noticias días antes. Jerónimo Burckhardt, él padre de Aiden, de pie, comiendo una manzana con una gran sonrisa
Aiden.Con mi mujer y mi hermana desaparecidas, todo me había rebasado. El agua no solo cubrió mi cuello si no que tenía la sensación de estar en lo profundo del océano y sin ningún salvavidas cerca.Mi hijo dormía en la habitación junto a mí madre, en lo que yo no me cansaba de buscar opciones. Necesitaba dar con ellas, pero sabía que primero debía ver el dichoso mural que tenía el fiscal Zaid, solo que al infeliz se le daba el ser una molesta piedra en el camino.__ ¿Que otros datos puede brindarnos sobre la desaparición de su esposa y su hermana? - preguntó el detective Roquefort con su atención puesta en mí. - Incluso los datos que crea inútil, pueden servirnos. __ Todo lo que sé se lo dije. No hay más. - aseguré con la poca paciencia que me quedaba __ Bien, iniciaré con la búsqueda. Me comunicaré con usted si encuentro algo. - manifestó, antes de salir de la casa. Se consideraba setenta y dos horas sin noticias de alguien como desaparecido, pero ante la situación de Jerónimo es