Isabella.El auto se detuvo y me quise bajar, pero el arma del hombre que seguía apuntandome me detuvo. Ni siquiera sabía quién era, no obstante fue quien me esperó cuando la llamada sobre matar a Lucía si no venía con ellos, llegó.Quise avisarle a Aiden, pero me dijeron justo donde estaba él y a unos metros yo, apuntandonos con él rifle que el hombre llevaba colgado en su cuello. El pánico porque asesinaran a mi cuñada y le disparen a mi esposo me abarcó. Cada parte de mi cuerpo solo pensó en obedecer y hacer que se fueran de ese lugar, alcancé a poner en silencio mi propio teléfono por si podía servir de algún modo. No sabía ni que estaba haciendo, solo era mi intención de no perder al amor de mi vida y ser la causante de la muerte de mi cuñada la que actuó de tal forma que apenas pude evitar no ser vista al salir por la cocina. __ ¡Al fin! - dijo el mismo que vi en las noticias días antes. Jerónimo Burckhardt, él padre de Aiden, de pie, comiendo una manzana con una gran sonrisa
Aiden.Con mi mujer y mi hermana desaparecidas, todo me había rebasado. El agua no solo cubrió mi cuello si no que tenía la sensación de estar en lo profundo del océano y sin ningún salvavidas cerca.Mi hijo dormía en la habitación junto a mí madre, en lo que yo no me cansaba de buscar opciones. Necesitaba dar con ellas, pero sabía que primero debía ver el dichoso mural que tenía el fiscal Zaid, solo que al infeliz se le daba el ser una molesta piedra en el camino.__ ¿Que otros datos puede brindarnos sobre la desaparición de su esposa y su hermana? - preguntó el detective Roquefort con su atención puesta en mí. - Incluso los datos que crea inútil, pueden servirnos. __ Todo lo que sé se lo dije. No hay más. - aseguré con la poca paciencia que me quedaba __ Bien, iniciaré con la búsqueda. Me comunicaré con usted si encuentro algo. - manifestó, antes de salir de la casa. Se consideraba setenta y dos horas sin noticias de alguien como desaparecido, pero ante la situación de Jerónimo es
Aiden.__ Investigando la salida de la cárcel de Burckhardt, me di cuenta de algo. - me dijo el detective, en tanto lo seguí en el pasillo directo a su oficina. - Hay una persona más que lo visitó semanas antes de su fuga. Se registró como un amigo de la infancia del hombre, por ello no le pusieron peros a la hora de dejarlo entrar. Pasó desapercibido entre los guardias, pero al ver los vídeos de seguridad me di cuenta de quién se trataba, porque lo vi en casa de los Betancourt cuando fui a interrogar a la hija Noah. Tecleó en su computador para luego indicar que me acercara.__ Este hombre. - señaló al tipo que reconocí de inmediato. Mateo, el imbécil buscando salidas. - No tarda más que cinco minutos su visita, no se mira que hablen, solo le entrega algo, recibe una respuesta y se va. __ Porque solo es un intermediario. - deduje al ver la imagen en la pantalla. - Alguien más lo enviaba todas esas veces. __ Exacto.- confirmó pasando a otras grabaciones similares. - Fue dos veces p
Isabella.__ Por fin la tendré conmigo de nuevo. Por fin estará con nosotros. Por fin sabrá que solo la quise para mí todo el tiempo. - Jerónimo habló solo una vez más, en lo que limaba una soga que puso en mis pies, sobre estos. - Yo nunca la dañaría, solo cometió un error. Sara no debía irse. ¡No vas a irte!. Vi a Lucía con las mejillas mojadas debido a las lagrimas cuando le gritó. __ Jerónimo, escuchame. - quise mediar. - Todo lo que crees no es verdad. Sara murió, no volverá. Lucía no es ella, Sara...__ No le prestes atención a sus palabras. - le dijo Lexi. - Ella te miente.__ ¡La que miente eres tú! - la rabia me hizo sacudirme, queriendo cobrar lo que estaba haciendo. Tan vil de creer que todo lo tiene justificado y controlado. - Todo lo que te diga no es verdad. Solo manipula lo que haces para que te culpen a tí. __ Sara va a regresar. - volvió a decir y supe que negociar con él no era una opción. No sabría distinguir la verdad de la fantasía, por ello necesitaba algo con
Isabella. Estar sin noticias fue una total tortura para mí. Los brazos me dolieron, el cuerpo entero tenía una tensión en cada espacio como si al igual que yo se negara a oir alguna negativa de parte de los médicos, los cuales ya tenían dos horas desde que se lo habían llevado al quirófano. Lo único que supe fue la falta de donantes de sangre, a lo que sus amigos fueron los primeros en ofrecerse. Su tipo de sangre era común, por lo que no hubo problema, pero al regresar no se supo más. Las piernas me temblaron, las lágrimas querían salir de mis ojos, pero no se los permití. No quería llorar, Aiden me necesitaba fuerte, sin creer que me fallaría de esa forma. Él jamás me dejaría, debía que no puedo vivir sin su existencia en mi vida. Que también su hijo lo necesitaría toda la vida. A eso fue lo único que me aferré. El estaría bien. Pasó no se cuánto le tiempo más hasta que vi a Gaspar corriendo por todo el pasillo hasta llegar a donde los demás y yo estábamos. Lucía era la única q
Isabella.__ Pese a las complicaciones en la cirugía y el diagnóstico, el señor D'angelo parece aferrarse a la vida, tanto como ustedes creen en él. - manifestó dejando claro que Aiden seguía con nosotros. Prince me abrazó cuando el impulso de se dió. Los amigos de Aiden sonrieron y su padre estaba igual de contento porque haya sido de esa forma.El médico nos explicó todo lo que había pasado, los daños que recibió, pero que con la atención médica durante el tiempo de su recuperación podría, en unos días estar de pie. Siendo lo que más deseé que pase, me vi yendo a la habitación, donde con un traje especial me dejaron entrar. Me acerqué a la camilla, en la cual miré a Aiden conectado a distintos aparatos médicos que lo ayudaban. No pensé en eso, por mucho que no quisiera fuese de esa manera. Tomé su mano, no sabía que tanto podía tocarlo o mover algo desde mi sitio, pero le hablé. __ Aiden. - sentí mi corazón enroscado en mi garganta. - Pudiste cumplir tu promesa de siempre proteg
Aiden.Dos semanas habían pasado desde que abandoné la clínica. Después de otros tres de estar en una camilla en el lugar, luego de despertar. No me permitían un movimiento libre de estar bajo el cuidado de alguien estando en casa, pero era mucho mejor que un lugar tan limitado. Por ello estando con un chándal y una camiseta me dirigí a afuera del baño, oyendo pequeños gimoteos de Arthur. Mis comisuras subieron al verlo sacudir sus puños en el aire al estar despierto, tranquilo, tal vez sintiendo que su entorno era su lugar seguro. Como debería ser siempre.El colchón de hundió cuando me senté, aún sentía los estragos de las heridas, pero eran menores, referente a los días anteriores. Agarré la mano de mi pequeño, el cual de inmediato rodeó mi dedo. Nunca planeé tener hijos luego de lo sucedido, al menos no sin haberlo planificado antes. Pero no importó si estaba preparado o si aún lo había asimilado, él ya estaba en el vientre de su madre. Imponiendo su presencia en mi vida que no
Isabella.Susanville siempre era uno de mis lugares favoritos, en todo momento. No importaba que tan inesperado fuera viajar a él, pero estar enmedio del lugar donde nací y crecí junto a mi hermano y algunos amigos fue de gran ayuda para mi estrés de la ciudad por tanto tiempo. En una reunión que se organizó para celebrar la navidad y lo bien que iba todo en nuestras vidas por largas semanas, en las cuales solo importaba la sonrisa que en todo segundo continuaba en mi rostro. Se respiraba la felicidad de la mayoría por todos lados. No era de extrañar que hubieran algunos problemas, pero ya no eran tantos como antes.Muchos habían venido, pero ver a mi madre feliz sin tanta aversión por lo que creía era malo. A Prince relajado por estar en nuestro lugar natal mientras bailando con algunas chicas que conocimos desde la infancia gastaba su tiempo, Lucía con mi bebé, a quien decía le enseñaría a bailar y a mis suegros sonreír felices de por fin un poco de paz.Todo creaba un ambiente ll