Aiden.Estaba sufriendo y pensando en todo el placer que las paredes apretadas de Isabella me estaban brindando a la vez. Sus ojos apenas se habían abierto, pero al hacerle ver que una inexistente noche de bodas me tenía molesto. Quería volver a sentir como me ahogaba entre gemidos y no se resistió a sus instintos tampoco. Dejando que sus piernas me aprisionaran, en tanto mi pelvis atropellaba su coño con intensidad. Estaba al borde y ella ya se había corrido. Con los latigazos de éxtasis no podía concentrarme en nada, ni siquiera en la puerta que avisaban sobre el desayuno. Solo arremetiendo con mi miembro que salía bañado de sus jugos para darme mayor facilidad para volver a entrar. __ Joder, Isabella. - jadeé contra su cuello. Chupando la piel en tanto se corrió de nuevo, dando apretones alrededor de mi polla que se sacudió para llenarla de todo el derrame que me puso a sudar. Nada me saciaba, no había nada en lo que pudiera pensar que no fuera estar con al menos una parte de mi
AidenDurmió en todo el camino, quise que fueran más días pero con el caso del desfalco que tenía entre las manos no podía ausentarme más. Aún así me aseguré que no se olvide de la luna de miel que tuvo. Era más que solo un acuerdo, no sería muy difícil de digerir porque por una semana entera no quise abandonar la mujer que tuve que cargar hasta dentro de la casa. Contraté un equipo para que su vida sea más fácil, seguridad y todo lo relacionado para que nada le falte. Si quiere seguir trabajando será mejor para mí y si no, que busque un hobby porque la vida se la puedo resolver en un pestañeo.La cama estaba echa y solo la deposité con cuidado de no despertarla. Me saqué la chaqueta y la cubrí con ella, antes de bajar para pedir que llevaran las maletas al dormitorio y que las arreglen en completo silencio, ya que la señora debía descansar. Revisé mi correo y tenía casi cien, mucho trabajo que al menos debía organizar, mi asistente a horas de la noche estaba fuera de horario labora
Aiden.Gaspar D'angelo, desde que me vio a mis cinco años me enseñó a jugar con una pelota que él mismo llevó a ese lugar donde estuve por meses antes de conocerlo. Me hacía reír y compararlo con mi padre biológico era cosa de todos los días, pidiendo que ese hombre sí lo fuera. Fui un niño que no conoció más familia que mi madre, una mujer sumisa que cuidaba de cada detalle para que su esposo no la dejara. Permitía que la golpearan con tal de no ser abandonada, haya el punto de quedar en cama con fiebre a causa de todos los huesos rotos en sus costillas. Una tarde él llegó borracho, lo que dio paso a otra pelea de la cual me escondí en el ático de mi casa. Pronto el humo comenzó a llegar, se llenó con rapidez y el intenso calor me avisó sobre el fuego que habían desatado. No recuerdo más que haber bajado para encontrar el cuerpo de mi madre en el suelo con la sangre emanando de su cabeza mientras le rogaba que despertara. Nunca lo hizo. Enmedio de aquel fuego llegaron personas que
Aiden.No podía dormir y por ello me levanté en completo silencio para ir a mi lugar privado. La pieza estaba en el centro de la habitación, con una manta blanca que retiré dejando a la vista la majestuosidad de tal hermosa creación. Me senté frente a este y pasé los dedos por la teclas de marfil que pusieron a cosquillear mis manos. La quinta sinfonía de Beethoven vino a mi mente y cobró vida en cuestión de segundos. Me deleitaba con ese sonido que no solo calmaba mi ansiedad, sino me llevaba a esa última noche con mi madre en la cual tocamos de nuevo como solíamos hacerlo. Cada nota me hizo regresar a verla. Tan sonriente cuando estaba sola, con esa mirada de querer dar el mundo a cambio de más tiempo juntos. Con esas características carcajadas, feliz de poder estar conmigo sin gritos, solo los dos. Los juegos en el jardín con las mangueras de agua, ella corriendo mientras la seguía. Todo regresa como un escalón del que no puedo seguir porque me atrapa de tal modo que no pude ha
Isabella.Comenzamos revisando documentos corporativos disponibles públicamente para mapear las conexiones entre las empresas donde Milton trabajó por años. El hombre a mi lado parecía concentrado en el documento que leía, pero podía saber cuándo solo fingía, lo estaba haciendo. Quise preguntar, pero luego decidí a que se decidiera a decirme las cosas. Lo que había hablado con Lexi lo dejó pensativo. Toda la tarde tenía la misma cara, así de distraído.Cuando la noche llegó, solo debía esperar a que termine de firmar los documentos que Camila había llevado para irnos.__ En la mañana, a primera hora llama a nuestros contactos para saber si mi solicitud fue aceptada.Solo asintió llevándose consigo la carpeta. Ya tenía el bolso en mi mano, el abrigo y un gorro. Hacía frío, y afuera no saldría sin algo que me mantuviera caliente.No me sorprendió que Aiden me llevara de la mano, solo que esta vez sus dedos buscaban más contacto. Rozó mi dorso y se relajó por algún motivo, no tenía una
Isabella.__ ¿Me dirán que ocurre? - volvió a preguntar. Lety tenía la misma cara, estaba aterrada y Mary se acercó para tomarla del brazo. Soporté el enojo que tenía. Podía decirle a Aiden que la despidiera por faltar el respeto, pero en parte entendía su frustración. Sonreí y fui con él.__ Escuché que había un alegato ¿Ahora que pasa? __ Nada. Tan solo Lety me comentaba como hará bien las cosas de aquí en adelante para no perder su trabajo. - mentí. - Aunque con que mida sus comentarios es suficiente.Miró sobre mis hombros y aunque parecía no creerme no volvió a preguntar nada.__ Mejor dime si lo de tu padre está resuelto. - pedí. Ahogó un suspiro y asintió. Eso me tranquilizó.__ La solicitud fue aceptada. Aunque pusieron peros, al final aceptaron par preservar la buena salud hasta el día de la audiencia en un mes. - caminó conmigo al elevador. - La orden de arresto fue girada, pero no podrá salir de su casa porque le pusieron la tobillera electrónica, aunque no pareció moles
Isabella. __ Está desquiciada. - dije al escuchar lo que Aiden me relató sobre lo que Lexi pedía a cambio de la libertad de su padre. - Está desquiciada, solo eso explica el que quiera tal tonteríaLos celos hablaron por mí. __ Para ella es solo uno más de sus caprichos que de seguro Noah apoya, pero no estoy dispuesto a ceder. - dictaminó. __ Tampoco quiero que hagas eso. - admití y se rió. - No, Aiden. Ahora no me saques en cara mi celos porque si estoy celosa, pero no es la única razón para oponerme a ello. - expuse sin bajar los brazos. - Es que lo pienso y solo concuerdo contigo que sus caprichos están llegando muy lejos. __ Para Lexi todo lo que no puede tener representa un reto y entre más siga escuchado un "no" de mi parte, lo hará peor. - se sentó en una de las sillas, atrayendo mi cuerpo al suyo. - Tengo clara mi respuesta, se la he dicho, pero la conozco lo suficiente para saber que no se detendrá ante nada. __ ¿Entonces se le cumplen los caprichos a la niña o...__ No
Aiden. Un contrato más en la vida del abogado. Esas malditas palabras solo ponían a hervir mi sangre. Creyéndose conocedores de todo lo comentaron como si la diversión por la vida ajena fuera su pilar de vida. Apagué el televisor. Era una de las razones por las cuales evitaba estar al pendiente de canales de chismes, la farándula no me interesó nunca, como tampoco estar enterado de toda las idioteces que de mí se dijeran. Como si lo de mi padre no fuera suficiente, ahora tenía un motivo más para no querer que mi vida personal se filtrara. Me tragué el enojo, no me iba a desquitar con quién no tenía culpa de nada, ya que estaba seguro que no era obra de nadie más que Lexi Betancourt. Las llamadas de mi madre indicaron que también lo había visto, mi padre estaba en las mismas, no obstante, no tomé ninguna de ellas. Muchos saben de mi falta de interés por tener a los medios hablando de mí. Inclusive lo dije una vez, solo interrumpían mi progreso en mi vida laboral y no necesité más