Aiden.Gaspar D'angelo, desde que me vio a mis cinco años me enseñó a jugar con una pelota que él mismo llevó a ese lugar donde estuve por meses antes de conocerlo. Me hacía reír y compararlo con mi padre biológico era cosa de todos los días, pidiendo que ese hombre sí lo fuera. Fui un niño que no conoció más familia que mi madre, una mujer sumisa que cuidaba de cada detalle para que su esposo no la dejara. Permitía que la golpearan con tal de no ser abandonada, haya el punto de quedar en cama con fiebre a causa de todos los huesos rotos en sus costillas. Una tarde él llegó borracho, lo que dio paso a otra pelea de la cual me escondí en el ático de mi casa. Pronto el humo comenzó a llegar, se llenó con rapidez y el intenso calor me avisó sobre el fuego que habían desatado. No recuerdo más que haber bajado para encontrar el cuerpo de mi madre en el suelo con la sangre emanando de su cabeza mientras le rogaba que despertara. Nunca lo hizo. Enmedio de aquel fuego llegaron personas que
Aiden.No podía dormir y por ello me levanté en completo silencio para ir a mi lugar privado. La pieza estaba en el centro de la habitación, con una manta blanca que retiré dejando a la vista la majestuosidad de tal hermosa creación. Me senté frente a este y pasé los dedos por la teclas de marfil que pusieron a cosquillear mis manos. La quinta sinfonía de Beethoven vino a mi mente y cobró vida en cuestión de segundos. Me deleitaba con ese sonido que no solo calmaba mi ansiedad, sino me llevaba a esa última noche con mi madre en la cual tocamos de nuevo como solíamos hacerlo. Cada nota me hizo regresar a verla. Tan sonriente cuando estaba sola, con esa mirada de querer dar el mundo a cambio de más tiempo juntos. Con esas características carcajadas, feliz de poder estar conmigo sin gritos, solo los dos. Los juegos en el jardín con las mangueras de agua, ella corriendo mientras la seguía. Todo regresa como un escalón del que no puedo seguir porque me atrapa de tal modo que no pude ha
Isabella.Comenzamos revisando documentos corporativos disponibles públicamente para mapear las conexiones entre las empresas donde Milton trabajó por años. El hombre a mi lado parecía concentrado en el documento que leía, pero podía saber cuándo solo fingía, lo estaba haciendo. Quise preguntar, pero luego decidí a que se decidiera a decirme las cosas. Lo que había hablado con Lexi lo dejó pensativo. Toda la tarde tenía la misma cara, así de distraído.Cuando la noche llegó, solo debía esperar a que termine de firmar los documentos que Camila había llevado para irnos.__ En la mañana, a primera hora llama a nuestros contactos para saber si mi solicitud fue aceptada.Solo asintió llevándose consigo la carpeta. Ya tenía el bolso en mi mano, el abrigo y un gorro. Hacía frío, y afuera no saldría sin algo que me mantuviera caliente.No me sorprendió que Aiden me llevara de la mano, solo que esta vez sus dedos buscaban más contacto. Rozó mi dorso y se relajó por algún motivo, no tenía una
Isabella.__ ¿Me dirán que ocurre? - volvió a preguntar. Lety tenía la misma cara, estaba aterrada y Mary se acercó para tomarla del brazo. Soporté el enojo que tenía. Podía decirle a Aiden que la despidiera por faltar el respeto, pero en parte entendía su frustración. Sonreí y fui con él.__ Escuché que había un alegato ¿Ahora que pasa? __ Nada. Tan solo Lety me comentaba como hará bien las cosas de aquí en adelante para no perder su trabajo. - mentí. - Aunque con que mida sus comentarios es suficiente.Miró sobre mis hombros y aunque parecía no creerme no volvió a preguntar nada.__ Mejor dime si lo de tu padre está resuelto. - pedí. Ahogó un suspiro y asintió. Eso me tranquilizó.__ La solicitud fue aceptada. Aunque pusieron peros, al final aceptaron par preservar la buena salud hasta el día de la audiencia en un mes. - caminó conmigo al elevador. - La orden de arresto fue girada, pero no podrá salir de su casa porque le pusieron la tobillera electrónica, aunque no pareció moles
Isabella. __ Está desquiciada. - dije al escuchar lo que Aiden me relató sobre lo que Lexi pedía a cambio de la libertad de su padre. - Está desquiciada, solo eso explica el que quiera tal tonteríaLos celos hablaron por mí. __ Para ella es solo uno más de sus caprichos que de seguro Noah apoya, pero no estoy dispuesto a ceder. - dictaminó. __ Tampoco quiero que hagas eso. - admití y se rió. - No, Aiden. Ahora no me saques en cara mi celos porque si estoy celosa, pero no es la única razón para oponerme a ello. - expuse sin bajar los brazos. - Es que lo pienso y solo concuerdo contigo que sus caprichos están llegando muy lejos. __ Para Lexi todo lo que no puede tener representa un reto y entre más siga escuchado un "no" de mi parte, lo hará peor. - se sentó en una de las sillas, atrayendo mi cuerpo al suyo. - Tengo clara mi respuesta, se la he dicho, pero la conozco lo suficiente para saber que no se detendrá ante nada. __ ¿Entonces se le cumplen los caprichos a la niña o...__ No
Aiden. Un contrato más en la vida del abogado. Esas malditas palabras solo ponían a hervir mi sangre. Creyéndose conocedores de todo lo comentaron como si la diversión por la vida ajena fuera su pilar de vida. Apagué el televisor. Era una de las razones por las cuales evitaba estar al pendiente de canales de chismes, la farándula no me interesó nunca, como tampoco estar enterado de toda las idioteces que de mí se dijeran. Como si lo de mi padre no fuera suficiente, ahora tenía un motivo más para no querer que mi vida personal se filtrara. Me tragué el enojo, no me iba a desquitar con quién no tenía culpa de nada, ya que estaba seguro que no era obra de nadie más que Lexi Betancourt. Las llamadas de mi madre indicaron que también lo había visto, mi padre estaba en las mismas, no obstante, no tomé ninguna de ellas. Muchos saben de mi falta de interés por tener a los medios hablando de mí. Inclusive lo dije una vez, solo interrumpían mi progreso en mi vida laboral y no necesité más
Isabella.La cara de mi madre parecía un poema. Se veía incrédula y con un gesto de molestia que no podía disimular ni se esforzaba en hacerlo. Para ella era un sacrilegio que se hablara de sexo y en pocas frases, Aiden le dijo muchas cosas que ni en un millón de años ella querría escuchar.Escondí la risa, aunque de nada sirvió ya que me acribilló con los ojos al ver que su nuevo yerno desapareció en su despacho. __ ¿Con él te casaste? - inquirió. - ¿Ves todo lo que me dice? Es un pervertido, un hombre que no teme de Dios y hasta juega con su nombre. No puedes quedarte con él. __ El divorcio es pecado. - seguí su línea. - Aunque lo quiera no puedo divorciarme porque nunca has estado de acuerdo con ello, mamá. ¿o ahora sí apoyas el divorcio? que rápido cambias de opinión.__ Nadie puede desear compartir su vida con ese hombre. - se molestó más. - Lo que dice...su falta de respeto...no querrás darle un padre como ese a ese niño. __ No, sí quiero. - manifesté captando sus ojos. - Ma
Aiden__ Con esto podemos asegurar que la primera audiencia no será una pérdida total. Tenemos pruebas de la ignorancia de Gaspar sobre esas cuentas. - aseguró Tej, al menos era un peso que me quitaba de encima. - Tiene coartadas sólidas y con testigos que incluso Noah Betancourt no puede comprar. __ Voy a asistir al juicio de Milton, con los dos al frente no hay forma de perder, mucho menos con estas pruebas. - confirmé. - Eso será una base que se usará para la audiencia de mi padre. __ De seguro ese viejo se irá para atrás al ver que su técnica no le funcionó esta vez. - se rió George. Busqué mi móvil cuando comenzó a timbrar. - Mantén esos documentos en caja de doble seguridad, Aiden. Que tanto trabajo estos días, no sean en vano. Asentí dejándolos a un lado al ver el número de Isabella ser quién llamaba. También la extrañaba, más de lo que pudiera imaginar, se había convertido en un incentivo para venir a trabajar, en mi oficina también la veía. __ ¿Ya vienes? - cuestioné al s