Abigail se agitaba en la cama, su desespero poco tenía que ver con el hecho de estar maniatada y amordazada, claro que no, ya había procesado que al menos en esa ocasión ese maldito Alpha no la dañaría, no cuando estaban bajo la protección del hogar de sus padres; su inquietud tenia que ver con lo que estaba saliendo de la boca de Risto, y no solo eso, también estaban presente los sentimientos, la culpa y sufrimiento anidaban en su pecho y estaba cansada de sentirse así, ya no lo deseaba, tenia demasiado con su propio dolor como para cargar con el de Risto gracias a la unión que su cachorro les provocaba, le gustara o no, ella estaría unida a ese Alpha por siempre.
Se retorció una vez más, tratando de llamar la atención de Risto, queria que se detuviera, que dejara de hablar, pues no lo perdonaría, no pensaba perdonar a ninguno de sus verdugos, pero nuevamente él la
Zahara estaba aturdida, pues si podía oler al cachorro que su hija cargaba eso queria decir que tenia poco más de un mes de embarazo, pero mientras Zahara estaba segura de que ese bebé era de Risto, Maximiliano era azotado por la furia que le generaban sus suposiciones.— Ese maldito vampiro… — siseo antes que un gruñido dejara su garganta. — ¡Llama al médico Zahara, que quite esa aberración de mi niña cuanto antes! — Risto se puso de pie, desplazando el dolor que su compañera le había contagiado, ya tendría tiempo para indagar a que se debía tal sufrimiento, aunque lo suponía, por ahora lo más importante era cuidar a su luna y cachorro, pero antes de poder decir nada, Abigail fue la que decidió hablar.— Entonces es así. — dijo con pena y reproche. — Piensas quitarme a mi hijo por no ser de tu agr
La sala se sumió en un silencio casi tenebroso, mientras los lobos procesaban lo que sucedía, todos, menos Abigail.— ¿Qué es imposible? — indagó la joven con molestia creyendo que su padre lanzo aquella palabra porque aún estaba en contra de su cachorro.— Eres la nueva Alpha de la manada Rosas y Espinas. — informo con asombro y alegría Zahara, porque eso significaba que Abigail no podría deshacerse de ellos nunca.— ¡¿Qué?! — ahora fue tiempo de Abigail de gritar con asombro e incredulidad.— Te acabamos de sentir hermana, tu pena y frustración nos afecto a todos. — reconoció Umar aun aturdido.— ¿No se supone que Ciro sería el nuevo Alpha? — se podría decir que la joven sabia lo básico de su especie, pero no las normas de cada manada, menos de la de rosas y
Abigail vio al enorme lobo de Risto cubrir su delgada figura, el animal procuraba su bienestar, cuando era más que claro que era a él a quien querían muerto, en una fracción de segundo, el lobo negro giro sobre si mismo, dejando que Abigail subiera sobre su lomo, aunque lo que más deseaba la loba era dejar salir a su animal, no solo por ella, también era el instinto de protección para su cachorra que casi se lo exigía.— No lo hagas, no te transformes o la manada se vinculará contigo y aun no estas lista para eso.La voz de Risto resonó en su mente, y ella le dio la razón, por lo poco que había comprendido de todo lo acaecido ese día, en cuanto ella tomara su forma lobuna la manada Rosas y espina pasarían a ser dirigidos por ella y aunque no le gustara reconocerlo, no se sentía preparada para lidiar con ello, apenas y toleraba la voz de su padre en su mente y ahora la de Risto como para tener en su cabeza casi mil voces gritando y pidiendo instrucciones, no, aun no estaba lista para e
Un cachorro necesita a su manada para existir, pues de ella es que obtiene su fuerza, los lobos no sobreviven solos, Risto lo comprendía muy bien, él había nacido en una gran manada y sus padres lo habían guiado en el camino para preparase para la vida, no podía imaginar lo difícil que era todo para Abigail, Máximo y Zahara especulaban conque su hija había podido sobrevivir a la soledad y el maltrato gracias al apego que tenia con Baltazar, ahora en la inconciencia de los sueños, el Alpha se dispuso a saber la verdad; pues la marca que se hacían los compañeros no solo era para demostrar su unión, claro que no, si fuera ese el caso simplemente llevarían una argolla en el dedo como lo hacían los humanos, la marca que se efectuaba cuando los lobos consumaban su amor, tenía una razón de ser, conocer el pasado de su pareja, saber cuales eran sus gustos y disgustos, que lo podía herir y sobre todo como hacerlo feliz; bien, Risto al fin había marcado a su luna, probo lo dulce de su sangre y
Baltazar regreso a la casona de la manada, para informar que Abigail estaba más calma, aunque sabía que eso duraría poco, Abigail apenas se estaba adaptando a su vida, sumado a que todavía no perdonaba, a su mate, como para ahora sumare todo lo que conllevaba ser la Alpha de la manada. — No será fácil para ella. — reconoció con un suspiro pesado Zahara. — Será poner en peligro la manada entera. — refuto Ciro y Zulo gruño por lo bajo. — Ella lo hará bien. — aseguro Zulo cuando pudo controlar a su lobo. — Pero ¿cuánto tiempo le llevara lograr ser un Alpha funcional? — cuestiono nuevamente Ciro, pero ahora fue Baltazar el que hablo. — ¿Tu preocupación es por la manada? ¿o porque Aby lo pueda hacer mejor que tú? — Ciro sabía que había actuado mal, y no tenía como justificarlo, pero el hecho de que todos cuestionaran sus palabras alegando o insinuando que eran por celos hacia su hermana lo estaban sacando de quicio. — Sabes una cosa Baltazar, puede que tu criaras a mi hermana, pero es
Jonás rodo por el piso logrando apagar las llamas que aun quemaban su ropa, de un rápido movimiento se colocó en posición de ataque, pero el rugido de Risto lo detuvo, y de forma involuntaria el viejo Alpha dejo su cuello expuesto, dejando en claro su sumisión, aun sin ser realizada la ceremonia de paso de mandos, Risto se había hecho con la manada colmillo de plata y todo era porque ya había marcado a su luna.— Maldición. — murmuro Jonás al reconocer la posición de sumisión que tenía frente a su hijo.— Lo siento, definitivamente no queria hacer eso. — los labios de Risto se movían rápidamente, pero sus ojos dejaban en claro que no estaba arrepentido. — Pero, no puedo permitir que nadie trate de intimidar a mi luna. — había tanta devoción en las palabras del maldito Alpha que incluso Abigail las supo reconocer.— Pues tu luna me ataco. — refuto no solo viendo a su hijo, los ojos de Jonás viajaron rápidamente a Maximiliano, esperando así sea una disculpa de parte de su viejo amigo, p
Abigail.Mi corazón se aceleró, mi loba gimoteo en mi mente y de forma inconsciente busque en Risto el consuelo que me faltaba, mis ojos estaban clavados en Baltazar, me sentía incapaz de decir o hacer algo ante su confesión.— No me veas de esa forma Aby. — suplico el brujo al que consideraba mi hermano, sin importarle que todos aquí querían acabar con él. — Lo pensé como una salida. — mi cabeza instintivamente se fue a un lado, con la clara confusión gravada en mi rostro. — No podía decirte que eras una loba y que los Zorte eran tu familia, no podía ayudarte a escapar porque tenias el hechizo de rastreo, aunque lograra sacarte de la mansión no tardarían nada en emboscarnos y estaba seguro de que si eso sucedía Ismael te entregaría a Víctor sin importar que aun eras una niña. — la desesperación en la voz de Baltazar se hacia mas notable con cada palabra, al tiempo que sus ojos se convertían en cascadas de agua salada. — Veía tu espalda marcada por los latigazos, tu dolor, y el mío, s
Abigail.Mi vista solo enfocaba a Risto, puede que me interesara la reacción de mi familia, pero es Risto es quien más debe demostrar su apoyo ante lo que estoy segura a nadie le gustara, no solo por mezclar razas, pues aún recuerdo la reacción de mi padre al creer que estaba preñada de Víctor, un vampiro, sino todo lo que conllevaría que mi cachorra se uniera a Barak, que no solo es un vampiro, sino por lo que acaban de explicar lleva en él el alma del único y verdadero Rey vampiro.— De ninguna manera. — la voz de Jonás suena molesta, ahora al menos se de donde saco lo idiota Risto.— Seria poner a mi nieta en peligro, claro que no puede ser factible esa unión. — mi padre lamentablemente le da la razón a mis pensamientos.— Es una lástima. — al fin Risto sale de su asombro. — Esa es una decisión que no depende de ustedes, tampoco de nosotros. — mis ojos siguen cada uno de sus movimientos, no se me pasa por alto que toma el anillo que Barak me dio, por un segundo creo que lo lanzara