Abigail.Mi corazón se aceleró, mi loba gimoteo en mi mente y de forma inconsciente busque en Risto el consuelo que me faltaba, mis ojos estaban clavados en Baltazar, me sentía incapaz de decir o hacer algo ante su confesión.— No me veas de esa forma Aby. — suplico el brujo al que consideraba mi hermano, sin importarle que todos aquí querían acabar con él. — Lo pensé como una salida. — mi cabeza instintivamente se fue a un lado, con la clara confusión gravada en mi rostro. — No podía decirte que eras una loba y que los Zorte eran tu familia, no podía ayudarte a escapar porque tenias el hechizo de rastreo, aunque lograra sacarte de la mansión no tardarían nada en emboscarnos y estaba seguro de que si eso sucedía Ismael te entregaría a Víctor sin importar que aun eras una niña. — la desesperación en la voz de Baltazar se hacia mas notable con cada palabra, al tiempo que sus ojos se convertían en cascadas de agua salada. — Veía tu espalda marcada por los latigazos, tu dolor, y el mío, s
Abigail.Mi vista solo enfocaba a Risto, puede que me interesara la reacción de mi familia, pero es Risto es quien más debe demostrar su apoyo ante lo que estoy segura a nadie le gustara, no solo por mezclar razas, pues aún recuerdo la reacción de mi padre al creer que estaba preñada de Víctor, un vampiro, sino todo lo que conllevaría que mi cachorra se uniera a Barak, que no solo es un vampiro, sino por lo que acaban de explicar lleva en él el alma del único y verdadero Rey vampiro.— De ninguna manera. — la voz de Jonás suena molesta, ahora al menos se de donde saco lo idiota Risto.— Seria poner a mi nieta en peligro, claro que no puede ser factible esa unión. — mi padre lamentablemente le da la razón a mis pensamientos.— Es una lástima. — al fin Risto sale de su asombro. — Esa es una decisión que no depende de ustedes, tampoco de nosotros. — mis ojos siguen cada uno de sus movimientos, no se me pasa por alto que toma el anillo que Barak me dio, por un segundo creo que lo lanzara
Abigail se aparto de todos, la verdad había salido a la luz, al menos casi todo, ya no queria recordarlo más, mucho menos deseaba ver la forma en la que su familia la veía.— Aby. — Laura la detuvo en su huida, no deseaba ser grosera con la bruja, no solo por ser hermana de Baltazar, también era el hecho de que ahora si esa bruja sin poderes seria la nueva luna de la manada rosas y espinas.— ¿Sí? — indago tratando de parecer calma, algo que por supuesto no estaba.— Hice carne asada, sé que te encantara y de guarnición unas riquísimas legumbres, son buenas para la cachorra. — la sonrisa de la rubia era muy similar a la de Baltazar, pero no era lo único, Abigail podía distinguir el esfuerzo que Laura hacia para hacerla sentir bien.— Gracias Laura, pero…— No, no aceptare un no por respuesta, ahora serás madre Abigail, si tu no tienes hambre, recuerda que tu cachorra sí. — en eso también se parecía a Baltazar y Aby no pudo evitar decirlo.— Te pareces a tu hermano. — murmuro pasando a
Abigail:— Espera Risto, si solo lo matas no sufrirá lo suficiente. — Zulo empujo al lobo de Risto y este con un esfuerzo sobre humano regreso a ser hombre o casi.Veía como Risto enviaba al suelo una y otra vez a ese hombre que tanto daño me había hecho, sus ojos no enfocaron mi rostro ni una sola vez, aunque sus alaridos, evocaron mi nombre e imploraron mi piedad en más de una ocasión, un diente cayó a escasos centímetros de mi pie, pero no pude moverme, estaba como en una nebulosa donde lo único que veía era que la vida de Ron terminaría de un momento a otro. Debería estar contenta, e incluso eufórica, pero no era el caso, trataba de disfrutar de cada golpe que mi Alpha le brindaba, porque lo hacia por mí, para que mi pena menguara un poco, pero la verdad, era que no podía, mientras más lo golpeaba mi mente más me llevaba al pasado, tantas veces que rogué, suplique e implore, incluso el ser una simple humana, y tener a quien acudir, y fue cuando todo estuvo claro en mi mente, si es
Risto se encargo de acompañar a la joven loba, no dijo palabra alguna luego de prometerle conseguir la justicia que tanto soñaba, solo la abrazo, sin importarle que la loba mojara su pecho, acaricio la delgada espalda, y respiro su aroma, para mantener a su lobo tranquilo, no le gustaba verla de ese modo, pero sabia que Abigail necesitaba llorar, gritar, y hablar, era fundamental para su recuperación y él la acompañaría, hablaría cuando fuera necesario, escucharía aunque eso lo torturara, pero sobre todo, la acompañaría por siempre, y aunque consiguiera el perdón de su compañera, conseguir el propio sabía que sería imposible.— Risto. — murmuro aun pegada en su pecho, luego de casi una hora.— Dime. — se lo oía tan complaciente, como si fuera un esclavo, un cachorro esperando la orden de su ama.— ¿Puedes quedarte conmigo? — el Alpha respiro con fuerza, mientras aferraba aún más a la joven.— Siempre mi luna, siempre que tú quieras. — prometió con solemnidad.—Gracias.— No tienes por
Abigail deseaba permanecer de esa forma con su Alpha, entre los cálidos brazos del hombre, su alma no temblaba, su mente estaba tranquila y el corazón no le dolía, pero lamentablemente los gritos furiosos de Baltazar terminaron por romper su burbuja de felicidad y la calma que había en ella.— ¿Y ahora que le sucede a ese brujo? — se quejó Risto, abrazando aun más fuerte a Aby, y hundiendo la nariz en su cuello, al parecer la loba no era la única que estaba en paz en aquella cama, Risto jamás se había sentido tan bien como desde que estaba con ella, se sentía realizado, tener una manada, ser un buen Alpha, todo había dejado de tener importancia para este hombre lobo, solo su luna era importante y lo más valioso para él.— Creo que Baltazar ya sabe que Ron esta en los calabozos. — su luna no se oía inquieta, ni nerviosa, solo preocupada, pero tampoco como que aquella preocupación ocupara todo de su ser, pues de forma natural dejo un beso en la cabeza del Alpha, quien ronroneo, provocan
Baltazar escapo de la casona del Alpha, bajo la excusa de que necesitaba tiempo para tranquilizarse, pero la verdad era que no sabía como tomar lo que acaba de sentir, una maravillosa energía que solo una vez en la vida había sentido, esa misma que él había destruido, para salvar a Abigail, no se sentía digno de tener una nueva oportunidad, menos de que esta fuera la hija de la que él consideraba su hermana, y mientras Abigail era rodeada por su familia y un vampiro caballeroso, pero sumamente tedioso a la hora de hablar de la salud de la joven loba, Risto decidió ir tras el brujo que le había salvado la vida a su compañera en más de una ocasión y de mil formas diferentes. Risto era consiente gracias a su lazo con Abigail, que tan importante fue la presencia del rubio para la loba, si Baltazar no fuera lo que es, Abigail habría muerto de pena hacía mucho tiempo y él solo sería un maldito Alpha vagando por el mundo.— Pensé que irías a matar a Ron. — el rubio giro para ver con fastidio
Abigail despertó muy temprano, el hecho de servir de criada para los Lumber había dejado en ella mucho más que daño mental y físico, también había hábitos que sabia la acompañarían de por vida y uno de ellos era el despertar cuando el sol apenas y estaba saliendo.En los días pasados, se dedicaba a deambular en su cuarto, hasta que alguien de su familia tocaba su puerta, pero ahora no estaba sola y no lo volvería a estar nunca, pues Risto estaba a su lado, ese hombre era solo suyo y hasta ahora lo estaba comprendiendo, se sentía bien el despertar entre sus brazos, el calor que emanaba de su cuerpo y chocaba con su espalda, la manera en la que una de sus manos cubría de forma protectora su vientre y a sus hijas en ella le agradaba en demasía, aunque hoy algo era distinto y eso era el sentir de algo duro chocar contra su trasero, mordiendo su labio, y disfrutando de la sensa