La palidez en el rostro de Otsana, su obvio nerviosismo y el rojo en sus mejillas indican su vergüenza y temor.—¿Estás bien?Esas palabras se repiten en su mente como eco: «¿Estás bien?», así de simple.No hay ira en su tono ni reclamos...«¿El alfa está preocupado por mí?», se pregunta atónita.—Lo lamento mucho, soy una inútil —chilla con bochorno.La caricia en la mejilla la hace parpadear varias veces y levantar la mirada en dirección a su mate. Contra toda idea acerca de cómo él reaccionaría, encontrar preocupación sincera en sus orbes grises la llena de una sensación que no podría poner en palabras.Con suma rapidez, el alfa la carga y sale del agua con ella entre sus brazos.Con pasos ágiles se dirige a la ducha, donde pronto sus cuerpos son acariciados por las gotitas calientes que se llevan todo rastro de fluidos.Un abrazo reconfortante le brinda refugio a su cuerpo vulnerable.—Lo siento, me había olvidado que nunca lo habías hecho. Debí refrenar mis impulsos —dice él con
Otsana llena una canasta con comida deliciosa de la que se sirve en la mansión mientras tararea con alegría. Se siente satisfecha cuando ya no cabe más nada en el recipiente, al que cubre con una manta azul celeste.—Me encantaría poder llevarte todo lo que he probado en este lugar, pero es imposible. Aun así, me alegra mucho que vayas a disfrutar por lo menos una parte de la comida deliciosa que se sirve aquí —dice entusiasmada.Escoltada por dos guardias, Otsana se dirige hacia la parte rural de la manada, donde vive su madre. Con su vestido corto por encima de la rodilla, blanco y estampado de girasoles, ella luce radiante.A medida en que la joven se acerca a donde trabaja su madre, el corazón le late muy rápido y la boca se le reseca.Han pasado casi dos meses desde la última vez que la vio y siente que han sido varios años.—Ella ha estado indispuesta en estos días, así que le han tocado trabajos menos pesados y de corta duración —le informa uno de los esclavos que trabaja en el
El beta Eunicio sostiene su jarro de vidrio con dos de sus dedos, luego le da un sorbo a la bebida alcoholizada y mira al alfa Claudio con una sonrisa malvada.—Logramos acercarnos a los territorios rurales de la manada Luna de hierro, pero será difícil infiltrarnos allí —dice.El alfa Claudio da un largo sorbo, luego se relame los labios y lo mira con firmeza.—Dile al gamma que estudie el lugar con paciencia y que no permita ningún comportamiento impulsivo de parte de los espías. Debemos llegar al campo donde trabajan los omegas de Rayo dorado a como dé lugar. Estoy seguro de que ellos estarían dispuestos a unírsenos.—Creí que sería más fácil llegar a ellos, pero el alfa Tron ha sabido ubicarlos para que estos no puedan escaparse ni recibir visitas de intrusos. Según el informe del gamma, no hay manera de acceder a aquel campo de forma externa. Para ello, habría que traspasar la frontera fortificada.—Imposible, eso sería un suicidio. Es allí donde el alfa y todos sus guerreros ent
Azucena y Tron desayunan en el comedor bajo la atenta mirada de Otsana y Zafra. La segunda se siente satisfecha de que esa esclava mugrienta se haya quedado sin desayunar y de no tener que servirle como si ella fuera superior."Vete con Zafra para el otro comedor. Debes estar famélica", le dice el alfa por medio del vínculo.Otsana lo mira decepcionada, puesto que quería desayunar junto a él.—Ya pueden retirarse —ordena Tron de forma audible, y le hace una seña a Otsana.—¿Quién nos servirá, entonces? —inquiere Azucena. Le es difícil apartar la mirada de Otsana y no preguntarse por qué ella.—¿Necesitarás algo más, hermana? —gruñe él entre dientes.—Por ahora no, pero puede que luego sí. Por eso mis mucamas siempre están presentes cuando me alimento.Tron aprieta el tenedor y finge una sonrisa, que más bien parece una mueca.—Zafra, quédate sirviéndonos y la pe... —Tron mira a su hermana—... y Otsana que se vaya.—Ay, pero ¡qué sobreprotector eres con tu mucama! No sé por qué me da l
Otsana siente que se le reseca la garganta, que empieza a sudar frío y que los latidos de su corazón se le aceleran.Por su parte, Tron la mira preocupado, puesto que ha notado su cambio y el miedo que la consume.—¿Todo bien? —indaga, al tiempo en que la recorre con la mirada como si buscara algo en ella que la estuviera lastimando.—Sí, es solo que... —Se relame los labios y respira profundo. La mirada atenta de él la intimida, así que se arrepiente al instante de lo que considera sería una locura—. Nada...—Nada. —Él la mira con ironía—. Si te has puesto pálida.—Es solo que...«Piensa en algo, tonta», se reclama a sí misma.—Unjú...—Que me parece extraña su propuesta. Pensé que quería que yo muriera. —Ella se abraza a sí misma.—Para que veas que no soy tan malo como imaginas. —Él finge una sonrisa burlesca.Otsana suspira con tristeza y asiente con gestos.—¿Usted ya va a marcar a...? —Se muerde el labio inferior y se seca las lágrimas que brotan de sus ojos enrojecidos.—No qui
Una sensación de vértigo se mezcla con los latidos vehementes de su corazón, con la respiración sofocada y con los temblores de sus manos.Toda ella es un caos.Y ni hablar de las emociones encontradas: alegría, al saber que una vida se desarrolla dentro de ella; pero también incertidumbre, temor y tristeza.—¿Qué haré ahora? —Se coloca las manos en la cabeza con gestos de desgracia mientras camina de un lado a otro con nerviosismo—. Si le digo al alfa, de seguro él me obliga a abortar o rompe el lazo de forma brusca para acabar con el problema. Si no le digo, de todas formas, me va a rechazar y, aunque mi madre se puede salvar con el oro y la libertad, mi bebé no.Ella solloza con impotencia.—En las dos opciones disponibles mi bebé muere y es muy probable que yo también. Necesito ocultar mi embarazo y buscar la manera de escapar junto a mi madre. —Ella se sienta en la cama y se abraza a sí misma, buscando ese consuelo que solo ella se puede dar—. Debo darme prisa antes de que la bar
Salir junto al alfa antes del amanecer la hace sentir muy alegre, pese al nudo que le aprieta el pecho, al recordar la verdadera razón de aquel paseo.«Lo disfrutaré mientras dure», piensa, al tiempo en que mira el perfil de su mate y sonríe.Después de una hora de caminata en un silencio cómodo, la carretera se termina y un conglomerado de árboles los reciben.Cuando se adentran allí, Tron la agarra de la mano y caminan al compás mientras disfrutan del aire fresco de la naturaleza, el sonido de los pájaros y los grillos, y el aroma a campo.—¿Cuándo podremos convertirnos? —inquiere ella con ansias.—Desde que lleguemos a nuestro destino, lobita —responde con una sonrisa que la hace estremecer.Ese es uno de los pocos momentos en los que el alfa se siente real y genuino sin esa barrera de hierro que los separa, asimismo, su sonrisa se percibe relajada y verdadera.Ama poder ver esa faceta de él, que solo le ha mostrado a ella, y poder sentirlo tan cercano.«¿Por qué lo amo si usted no
Otsana lo mira con recelo y muy confundida, pero prefiere no hacer preguntas que le den respuestas vacías y llenas de omisiones.Ya no confía en él.—Gracias, Alfa —responde entristecida y decepcionada.Piensa lo peor y, al mismo tiempo, trata de comprender lo que él está haciendo. Es que todo ese asunto le parece contradictorio y difícil de descifrar.«¿Y si de verdad solo quiere protegerme?», analiza en su interior, deseosa de acertar.Por otro lado, está la posibilidad de que sea una trampa para deshacerse de ella, un plan macabro que la llevaría a la muerte sin necesidad del rechazo.Tron, intuyendo su desconfianza, la mira a los ojos con preocupación.—No soy el monstruo que todos se imaginan, Otsana. Yo solo hago lo que me toca como el alfa de esta manada. No te voy a negar que he sentido satisfacción al esclavizar a tu gente, pero ese es un asunto personal.»Por supuesto, no soy una buena persona por ello y por muchas acciones más; sin embargo, no atentaría contra tu vida sin q