Capítulo 12

El pelaje se siente suave y cálido, así que ella se acurruca en el cuerpo imponente como si buscara un refugio en el calor de aquel lobo, a quien sus ojos no ven, y en ese aroma amaderada que tanto le gusta.

Se siente tan bien...

—Alfa... —balbucea con una sonrisa en la cara.

Su bienestar incrementa cuando percibe la lamida en su rostro, puesto que la saliva de su compañero la reconforta.

Después de unos minutos, quizás segundos u horas, sumida en el goce que el cuerpo peludo le brinda, se siente lista para despertar.

Sus ojos se abren poco a poco, pero los vuelve a cerrar de forma brusca cuando la claridad le molesta.

—Ya despertaste. —Escucha una voz conocida y se incorpora.

—¿Qué buscas en mi alcoba? —inquiere confundida.

La mucama hace una mueca de disgusto y sigue haciendo su tarea sin contestarle lo obvio.

Otsana nota el plumero en sus manos, entonces cae en cuenta que ella está limpiando.

—¿Qué hora es? ¿Cómo fue que llegué aquí?

—¿Me ves cara de reloj? —le responde de mala gan
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