Estábamos en medio de un encuentro íntimo que no necesitaba de nuestras entrepierna, para sentirnos unidos. Era un sentimiento único que me hacía sentir que soportar tanto, había valido la pena.Porque no estaba luchando sola, él también lo hacía a su manera y ahora, estábamos uniéndonos para recargarnos. Para recuperarnos de los dolores que su familia, nos había causado.— Debes marcharte, no podemos exponernos así — digo intentando separarme de él y es allí cuando deja de abrazarme, para besarme.Mi corazón, se acelera de una forma que asusta. Pero, lo que me asusta, no es el ritmo frenético de él, sino, el motivo de ello. Ya no temo porque nos descubran, sino, porque ese hombre tiene el poder de causar este tipo de efecto.Su beso, estaba cargado de muchas cosas que bien podían hacerme adicta a sus labios. Y la fuerza con la que lo hacía, causaba que algo más se humedeciera en mí. Sabiendo como puede terminar ello, alejo a Alessandro de mis labios e intento reponerme.— Esto no está
¿Por qué me gusta complicar tanto las cosas? Puedo alejarlo, desearía tener el interés de alejarlo, pero una cosa es querer hacerlo y otra, fingir que deseo hacerlo. Así que, estoy en problemas, en graves problemas porque la abstinencia, nubla mi juicio e inhibe la parte que me mantiene alerta.Porque, Dios, él es sin duda, un pecado capital. Si Eva sucumbió al pecado, debido a la tentación de la serpiente, para mí, Alessandro es esa jodida serpiente de la que no puedo escapar, porque aún sabiendo que no es correcto seguir, las fuerzas no me ayudan. Porque mi cuerpo se concentra en calentarse, para él.‘Sé fuerte, Kim. Solo así, podrás proteger a tu hijo.’ me dice mi mente y de inmediato, lo alejo de mí y lo abofeteo.— Te dije que no. Si para ti es imposible controlarte por tu hijo, para mí si lo es. — digo molesta mientras intento creer que su rostro cargado de deseo, no me afecta.— Yo… lo siento — dice Alessandro alejándose, mientras peina su cabello con frustración ‘No hagas eso,
Necesitaba calmarme, pero el fuego que emanaba de nuestros cuerpos, nos consumía de una forma que no nos lastimaba, sino que, nos encantaba por completo. Estaba feliz, bastante satisfecha de darle una pequeña mordida, era como si todo el tiempo absteniéndome era la preparación para un manjar.Nuestro beso se profundiza aún más, mientras yo le quitó la corbata de un solo movimiento y él, manosea mi cuerpo descubierto. La vergüenza porque otro hombre me vea desnuda después de haber tenido un parto, me preocupa, pero, Alessandro se concentra tanto en encenderme, que ignoro la incomodidad y comienzo a desabrochar su camisa. — Alessandro, hemos pasado tiempo aquí, van a descubrirnos. — susurro rompiendo nuestro beso, para intentar sonar angustiada, pero la excitación, me lo impedía. Había eliminado de mi cuerpo, cualquier rastro de tristeza, dolor o preocupación que pudiera dañar el momento.— Solo será un momento — susurra Alessandro y los dos nos reímos, porque sabemos que es mentira. S
¿Qué tanto fuego puede contener un cuerpo? Realmente, no tengo idea de lo que nos gobierna cuando estamos excitados. Pero, sin dudas, nuestros demonios saben cómo unirse sin causarse daños, si no, todo lo contrario, el mayor placer posible. Sus labios, besaban con maestría mi cuerpo. Al punto que no nos bastó la fricción que había hecho en mi canal, para rompernos en miles de pedazos. Fue por ello, que a regañadientes, se mantuvo fuera de mi interior mientras yo me sostenía de su cuello y mis piernas alrededor de su torso. Podíamos hacerlo así, pero, estábamos tan concentrados en devorarnos con nuestros labios, que habíamos pospuesto el placer que nuestras entrepiernas causaban.Estaba feliz, me sentía en la gloria y más sabiendo que Lu, iba a tener bastante entretenido a Augustus Javier con su increíble baile de tango que bien podría compararse con el baile de los pavos reales para llamar la atención de todas las hembras. En el caso de Lu, ella llamaba la atención sexual de los chi
Rápidamente, salgo del cubículo recogiendo mi vestido con el pie que me levanta el mismo a la altura de mi rostro, porque no soy capaz de agacharme. Con agilidad, lo tomo antes de que llegue más abajo. Ya que, bajar mi cuerpo desnudo, es un peligro con Alessandro detrás de mí.Tomo el vestido y desde su lugar, nuestras miradas se encuentran en el espejo y él me sonríe. Es allí, cuando la vergüenza aparece en mi mente y me cubro mi desnudez, caminando varios pasos a un lado para no ser visible para él. En ese momento, me visto rápidamente, para que, cuando él salga del cubículo, ya esté vestida. — Es decepcionante que no me dejes deleitarme visualmente. — se queja Alessandro y yo niego — Ya hemos tenido suficiente de toda esta locura. Así que, mejor apresurémonos a parecer decente para poder salir.— ¿Quieres que salgamos juntos? — pregunta Alessandro y yo niego.— Sigue jugando con fuego, Alessandro y no quedara nada que quemar. — le susurro y él asiente. — Lo voy a arreglar. Ya mi
Narrador Omnipresente Una hora antesLucía caminaba sonriente del brazo de Augustus. Sabía que no era una persona de la que podía sentirse protegida o confiada, pero, era quedarse con él o que ese hombre interrumpiera el encuentro que le costó a ella la mitad de su pequeño frasco de afrodisíaco que tenía oculto entre sus pechos. Mientras caminaba, las mujeres la observaban mal, al ver su compañero de baile y todo se volvió más molesto, cuando ella, sonriente se acercó a pedir la comparsita, una canción de tango puro que emociono a todos al escuchar los primeros acordes de la canción.— Señor Delacroix, ¿está seguro de que puede seguirme el ritmo? — pregunta Lucía sonriente y ello, le pareció un reto a Augustus, a lo cual, respondió tomando su mano y haciéndola girar varias veces antes que su pecho, tocara la espalda de ella. — Creo que sí. De todas maneras, sería bueno que me enseñes un poco de lo que no sé. — susurra Augustus sonriente.— Sus deseos son órdenes para mí — murmura Lu
Todos los guardaespaldas, se centran en la entrada del baño, mientras Kim comienza a cubrir su cuerpo angustiada. Augustus, el anciano, miro a sus hombres para que se girarán y caminó hacia Kim, burlándose de la mujer frente a él.— Realmente eres todo un caso, con tal de no relacionarte con Augustus, te encierras toda la noche en el baño. Y no sólo eso, ahora pareces, lo que eres, todo un asco — dice el hombre y Kim, respira profundo para no alterarse de más. — No es de mi agrado quedarme en el baño. Soy una mujer lactante y estaba ayudándome a extraer la leche. Ya estando aquí, fue que vomite varias veces. Por eso, es mi aspecto desordenado y sudoroso.>> Ahora, si desea que yo me quedará afuera y vomitara, para avergonzar la familia, me hubiese avisado, señor Delacroix y habría salido hace rato, señor — dice Kim intentando ser fuerte y no sucumbir al peligro que emana el anciano.Augustus sonríe rodeando a la mujer, con interés.— Has cambiado, pequeña. Antes no te atrevías a habla
Narra KimMe arreglo como puedo y salgo del baño, siendo escoltada por los guardaespaldas que colocan una chaqueta encima de mi vestido, para salir sin mostrarme demasiado por mi terrible aspecto.Aunque, poco les importaba a las presentes como me encuentro, porque estaban bastante entretenidos en los dos Augustus que caminaban uno al lado del otro, como si fueran los dioses del mundo.Aliviada de no tener su atención, subo a la habitación que el guardaespaldas me muestra y de inmediato, me acuesto en la cama agotada. No había tenido tanta tensión desde el nacimiento de mi hijo y huida del caos.Pero hoy, estaba más maltratada que aquella vez. Tener relaciones sexuales como si el mundo se acabará pronto, era tan agotador y ahora doloroso como un parto normal. ‘Cuando estabas en medio de eso, no sentías dolor, ¿no es así?’ me pregunta mi mente, mientras yo empiezo a sentir dolor en mi entrepierna.Antes, no había tenido ese sexo que me dejara caminando extraño y está noche, después de