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Embarazada de mi mejor amigo Gay!
Embarazada de mi mejor amigo Gay!
Por: Limberem
Capítulo Uno: Decisiones desesperadas.

EMBARAZADA DE MI MEJOR AMIGO GAY!

CAPÍTULO 1: DECISIONES.

El juego de la vida empezó, y el destino está dispuesto a romper las reglas para ganar.

— ¡Necesito perder mi

Virginidad!— Exclamo realmente afligida, Leo pasa su brazo por mis hombros tratando de animarme.

—Vamos a clases, al salir me cuentas lo que sucedió con Alan— asentí con la cabeza mientras cada quien se dirigía a su correspondiente sesión de clases. La mía era Ciencias Políticas me gustaba la materia, pero la profesora Davis era caso perdido, una mujer de unos cincuenta y tantos, amargada, que además huele a mantequilla de maní.

—Hola Fanny— saluda Pamela mi única amiga. Entró al aula con una sonrisa, ella siempre tiene una pizca de alegría, aunque en ciertas ocasiones siento que solo es una carcasa, una máscara. Se sentó a mi lado sacando sus cosas cuando volteó a verme.

—¿Hiciste el trabajo que nos encargó el martes?— preguntó, asentí con la cabeza y busqué en mi mochila la condenada libreta morada que casi olvido esta mañana. Se la extiendo y rápidamente empieza a copiar los apuntes.

Quizá no debería pasarle siempre mis trabajos, pero en cierta forma es lo que hacen las amigas, ¿no?

La clase comenzó como de costumbre con las explicaciones aburridas de la profesora Davis, mientras los demás anotaban lo puesto en la pizarra, yo simplemente no tenía mente para ello.

« ¿Qué se supone que haré?»

Ayer Alan Sergey el chico por el que muerdo del instituto me invitó a salir, y yo claro, acepté, no es mentira que llevo enamorada de él mucho tiempo. Es mi cliché perfecto, dos años mayor que yo, cursa último grado, capitán del equipo de fútbol y comparte algunas clases con mi mejor amigo Leo. Suspiro pesadamente.

No obstante siempre hay algo que a manchado su reputación. Las chicas, está rodeado de ellas y algunos rumores dicen que se tiró a todas las del equipo de porristas.

Debería sentirme mal al ser una más de ellas, pero no puedo evitarlo, es tan lindo. Cabello negro ojos grises y un cuerpo de infarto.

Pero, tiene un defecto o más bien una regla, y la única que jamás debe romperse. Cero vírgenes, y más que regla, es una ley.

No se mete con ellas, y para mi mala suerte, soy virgen, aún a mis diecisiete casi dieciocho.

—Señorita Thompson, ¿podría dejar de suspirar y poner más atención en la clase?—. Me sobresalté al ver a la profesora con la frente arrugada y su carismática mirada de m****a. Trago saliva, aclaro la garganta y siento un ligero rubor teñir mi mejillas al ver que soy el centro de atención en la clase.

—Lo siento, no volverá a pasar— espeto sonriente mientras ella sigue con una cara de perro. Las primeras clases se dan por terminar, voy a la cafetería y espero a que el rubio de mi amigo aparezca.

Lo conozco desde hace cinco años, creo que no hay mejor amistad que la de un hombre, y más si es gay. En realidad sus preferencias no me importan en lo absoluto. Tenía catorce cuando me lo confesó. Me sorprendí, pero desde entonces comparto muchas cosas que con mi hermana Hanna no hago, ella por su parte, se fue hace años de casa, por lo poco que se, ahora es una exitosa abogada en Europa. Nunca fuimos tan unidas, siempre teníamos diferencias.

Decido buscarlo con la mirada y allí está, entrando por la puerta principal, Leo es guapo, no lo voy a negar, ojos verdes, cabello entre rubio y cobrizo, tiene muy buen cuerpo ya que su tío tiene un gimnasio al cual asiste regularmente, labios rosados y la mirada que cautiva a muchas y claro, a muchos.

Varias chicas se han desilusionado cuando saben de sus preferencias, reía cada vez que alguna se me acercaba pensando que era mi hermano y me pedían su número telefónico. Por otra parte, la única relación podría decirse estable que tuvo con un chico, fue Gabriel un morocho de tez morena, nada mal para ser austriaco, pero después de dos meses, él se fue de Boston y terminó con Leo. Vaya que me costó consolarlo.

— ¡¿Qué tal enana?!—pregunta sentándose frente a mí.

—Hola Leo.

—Ese hola Leo; sonó un tanto, tengo un problema Leo—Suspiro

—La verdad es que sí tengo un problema, y tú ya sabes cual es—.Me encojo de hombros cruzando mis brazos.

—Ese problema tiene que ver con ¿Cero vírgenes?— abro mis ojos con sorpresa ante su intromisión para nada cautelosa.

— ¡Shhh cállate! Pueden oírte— ruedo los ojos.

—Perdón, pero eso es estúpido— alega.

—Tengo que perder mi virginidad, solo así podré salir con Alan— mis palabras salen entre dientes y muy forzosas.

—Fanny, ¿cómo piensas hacer eso?, no puedes tirarte al primero que se te ponga en frente solo por querer salir con un chico tan mediocre como Sergey.

— ¿Sabes qué?, mejor voy por nuestros almuerzos— me levanté de mi lugar y caminé hacia la barra de comida. Tomé un par de emparedados, dos jugos, algo de ensalada y pastel de vainilla para Leo.

« ¿Y si él tiene razón?»

Era claro que la tenía, sin embargo pequeñas gárgolas malévolas volaban alrededor de mi cabeza alentándome a hacerlo.

—Hola Estefanía— Cerré mis ojos con fuerza, reconocía esa voz, la persona con la que menos me quería topar.

Alan.

—Ho... Hola— muerdo mi mejilla nerviosa.

—Debo decir que hoy estas más hermosa que de costumbre— comenta mirándome directamente, sonrío y siento como me sonrojo.

—Gracias tú, tú también te ves bien.

—El fin de semana mis padres saldrán de viaje. ¿Qué tal si vienes a mi casa y pasamos el rato?

¡Dios ya sé lo que es "pasar el rato para él"!

—Claro ahí estaré —. Le regalo la mejor de mis sonrisas falsas y camino rápidamente hacia la mesa donde esta Leo, este me come con la mirada.

¡Estúpida te acabas de vender!

¿Y que acaso no es lo que querías?

¡Cállate conciencia!

Dejo medio caer la bandeja sobre la mesa, paso mis manos por mi cabello frustrada. Leo empieza a comer y juega con la pajita de su jugo.

—Y bien ¿qué paso?

— ¡Necesito que me quites la virginidad!— Suelto directamente haciendo que se atragante empieza toser con desespero. Me mira con los ojos abiertos y luego frunce el ceño.

— ¿Qué dijiste?— pregunta parpadeando varias veces.

—Lo que escuchaste, eres mi mejor amigo, casi hermano y, de verdad me gusta Alan, me acaba de invitar a su casa el fin de semana, hoy es miércoles y no puedo resolver esto sola— observo su expresión pero no hay nada en ella. Sus ojos se han oscurecido, no se si es por la luz o la confusión de la estupidez que acabo de decir.

Me mira serio y de una forma que, en cierto modo jamás había visto.

—Nos vemos en la salida— toma su mochila y desaparece de la cafetería.

Estoy con la boca abierta y desconcertada.

« ¿Qué acabo de hacer? ¡¿Dios que acabo de hacer?»

Necesito pensar, me levanto de mi asiento y camino hacia la biblioteca, no me importa saltearme algunas clases.

Una vez llego, me aseguro de ir hasta el fondo en donde nadie me vea. La sección de álgebra es una de las más solitarias, claro, nadie desea leer un libro lleno de números y términos matemáticos.

Ni siquiera pensé lo que dije, cierro mis ojos arrepentida, ¿cómo es que pude decirle eso a Leo?

Acepto que muchas veces otros chicos se me han insinuado, pero yo jamás dí paso para algo más. Dejé ir muchas oportunidades, y es que en realidad no soy como otras chicas que prefieren entregarse por amor y esas cosas. Para mí eso se quedó en el siglo pasado. ¿O quizá esté mal?

Ahora que por fin él se interesó en mí, no me considero fea, al contrario estoy más que conforme con mi cuerpo, soy delgada, aunque de estatura baja, mi cabello es rubio natural, mis ojos son color miel y trato de vestir siempre a la moda.

«¿En qué jodida m****a me fui a meter?»

Espero que me perdone, también espero no haberlo ofendido, una característica de Leo es que se toma las cosas muy en serio, no es como otro tipo de chicos homosexuales, él no da mucho a ver sus gustos.

Mi madre siempre me dice que tengo un gran amigo, y que en cierta forma llena el vacío que dejó Daniel, mi hermano. Murió cuando yo tenía diez años, no logró ganas la batalla contra el cáncer. Me dolía verlo sufrir, y sé que ahora está en un lugar mejor.

Por otro lado, mi padre siempre trabaja, es dueño de una cadena de restaurantes en Florida, Denver y Portland. Luego de la muerte de mi hermano él se resguardo más en el trabajo, los negocios y, no lo vemos seguido en casa.

El timbre de salida me saca de mis pensamientos. El tiempo se fue volando y ni siquiera me di cuenta.

Me levanto del suelo y camino hacia la salida. Pamela y yo solemos compartir pocos momentos juntas, la verdad solo salimos de compras y le paso mis tareas.

El verdadero amigo que tengo, es Leo.

Cuando salgo del instituto, puedo verlo, esta apoyado en su auto, se ha puesto una chaqueta guinda y mira un punto fijo en el piso.

Me acerco y suspiro.

—Yo quería dis...

—Acepto— Interrumpe.

— ¿Qué?— Murmuro confundida.

—Dije que acepto quitarte tu virginidad.

¡Oh m****a!

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I*******m: Limberem_SC

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