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Capítulo Cinco: Vino + olvido= Bebé

“Reír en lugar de llorar es una forma estúpida y real de sentirse mejor”

— ¡Muévete Leo.

—Ya voy, es solo que no puedo meterlo.

—Diablos, es muy grande, métela con más ganas— gruño.

—Eso intento está muy estrecho esto.

— ¡Con más fuerza, eso, si, métela toda, si!

—Le dije a mi mamá que esta sala no cabría en éste espacio— Bufo mientras me dejo caer en uno de los sofás. Por fin quedó, con mucho esfuerzo pero quedó.

—¿Qué pasó con la anterior?

—Papá derramó un gran batido de chocolate y frambuesas, la mancha no se quito del sofá blanco.

—Oh que mal, me gustaba el antiguo diseño, era más cómodo, y pobre de tu padre.

—De hecho mi madre lo mandó a la habitación de huéspedes.

—Hablando de eso iré a ayudarle con la cena— Yo asiento con la cabeza mientras recargo mi cabeza a un lado.

Ha trascurrido poco más de un mes desde aquel horrible momento que pasé con Alan, la semana siguiente a ese evento, sucedió algo que nunca me esperé.

Aparecieron fotografías del pelinegro maquillado y desnudo por toda la escuela, ¡Dios!, el escandalo incluso salió en el periódico local. Claro que fue expulsado, tanto fue el bochorno que sus padres y él se mudaron.

Se hizo una investigación del caso, y al parecer una chica con la que él se había acostado, lo drogo y le tomó las fotografías, para su suerte no estudiaba en el mismo instituto. Y por lo que sé no pudieron dar con ella ya que el idiota de Alan, solo se interesó por follar y no preguntarle su nombre.

—¡La cena está lista!— grita mi padre. 

Estoy feliz de que haya vuelto, festejamos su llegada en un restaurante muy lujoso, invité a Leo y este literalmente brilló en la cena. Y digo que brilló porque el tonto llevó un saco de lentejuelas rojas, ¡por Dios! ¡Lentejuelas rojas!

—Mm, ¿quién hizo este filete esta delicioso?— preguntó mi papá llevándose un trozo de carne a la boca.

—Fui yo señor, y no es lo único que está delicioso— respondió Leo, mi padre cambió su expresión por una de miedo, y yo reía internamente.

—También el puré de patatas esta, de rechupete—El rubio se llevó los dedos a su boca lambiéndolos.

¡Dios si su padre no fuese amigo del mío, ya estaría muerto!

—Hija, Pamela te dejó un mensaje en la contestadora, que recordarás el día de compras.

—Oh si, mañana es sábado de ofertas en el centro comercial, la acompañaré.

Terminamos de cenar, Leo y yo nos encontrábamos en mi habitación viendo una película de romance. Si algo teníamos en común era el mismo gusto películas.

— Aún no entiendo porque la película se llama Querido John.

—Ya te dije que es porque ella le escribe cartas a él.

—Ojalá un día tenga un cuerpo como el suyo.

Levanté una ceja y lo miré, recuerdos de su torso desnudo llegaron a mi mente.

¡Si él ya tiene un muy buen cuerpo!

¿De nuevo tu subconsciente?

¡Admite que te encantó pasar tus sucias manos por su cuerpo!

Ni siquiera recuerdo bien lo que pasó, solo son imágenes sin sentido.

—Iré por las palomitas de mantequilla, ¿quieres algo?

—No gracias.

Mientras él va por sus palomitas, pienso en la película.

¿De verdad el amor es así?, puede ser más fuerte que una cadena de hierro, que la distancia o inclusive el odio.

Dudo mucho que sea así, y de serlo, más que amor, seria un sentimiento eterno.

"Un amor por toda la eternidad", ridículo. El único amor que tenía, se fue al olvido, no vale la pena querer a alguien que no te quiere ni querrá.

—Regresé, me topé a tu padre sin camisa en el corredor, dile que cuando guste puede venir a visitarnos en el gimnasio— pero no le tomé importancia a lo que dijo.

El olor a mantequilla llenó la habitación, jamás me había disgustado tanto, amaba las palomitas con mantequilla, pero ese olor.

—¡Diablos!— rápidamente me puse de pie y corrí al baño, me arrodillé y empecé a vomitar.

Las arcadas iban de mal en peor, sentía el ácido estomacal en la garganta, divisé a Leo venir rápido en mi ayuda, me sujetó el cabello mientras continuaba vomitando.

Una vez eché la cena y creo que también el almuerzo, me puse de pie, me lavé la cara y cepille los dientes.

—Estas muy pálida, ¿Te sientes mejor?

—Si creo que, solo no me sentó bien la cena, por favor quita esas palomitas de mi vista.

Toque mi estómago que empezó a doler levemente.

—Está bien, no salgas iré a poner algo de tu perfume y abrir las ventanas, para que se, disipe el olor.

Leo me miraba extrañado, más que preocupado, frunció el ceño en todo momento, incluso cuando terminamos de ver la película.

—Nos vemos después querida.

—Conduce con cuidado.

Le di un beso en la mejilla y regresé a mi habitación. 

Me puse mi pijama y cerré mis ojos. 

Mañana sería un nuevo día.

[...].

—¿Que te parece este vestido?— Pamela me mostró un hermoso vestido rojo colgado junto con otros.

—Me parece perfecto, pero eres pelirroja. 

— ¿y eso qué?, aunque tenga el cabello teñido de rojo no quita que pueda usar prendas del mismo color.

Me encogí de hombros y seguí buscando algo para mí. 

Sonreí al ver un conjunto en un maniquí, era una falda negra ajustada, arriba una camiseta blanca con unos labios pintados en el centro, y una chaqueta de mezclilla.

Me encantó en seguida, podría combinarla con unas medias negras, umis botas de tiro alto del mismo color, algunos colguijes y de más.

Me acerqué con una empleada y le pedí que me mostrará un modelo de mi talla, esta accedió y me trajo las prendas después de unos minutos.

— Te quedará muy bien estoy segura, eres algo casual.

—Lo elegante no va conmigo Pame.

Giré para buscar algunos accesorios pero de un momento a otro, todo me dio vueltas.

Me incliné hacía un lado, sentí el frío piso en mi cuerpo y escuchaba a Pamela gritar. Luego de eso, todo fue oscuridad.

[...]

—Fanny, Fanny reacciona.

Poco a poco fui abriendo los ojos, me sentía mareada y el olor a alcohol me hizo contraer una expresión de asco.

— ¿Señorita se encuentra bien?, ¿quiere que llamemos a una ambulancia?

La misma mujer que me atendió se encontraba de frente, en su mano tenía un algodón y un fracaso de alcohol.

—¿Qué pasó?— pregunté, estaba sobre uno de los sofás de la tienda, había algunas personas que no quitaban la vista de mí. Una tercera figura apreció en mi campo de visión, era un chico, pero no cualquiera.

— ¿Tú?— musité con desagrado.

—Él nos ayudó a levantarte, te desmayaste.

—Estoy bien Pamela.

Me puse de pie y de nuevo volví a tambalearme. Él peligris me ayudó a sentarme, aún no puedo creer que el chico por el cual Leo tuvo esa suspensión, esté aquí.

—Te llevaré a un hospital— Espetó éste tomándome en brazos.

— ¡Pero qué m****a!, ¡suéltame!

¿Y qué creen?, el tonto desconocido no me hizo caso, me sacó de la tienda mientras intentaba bajarme. Todos miraban la escena confundidos. Pronto estuvimos frente un auto deportivo, abrió a como pudo la puerta y me dejó caer en el asiento copiloto.

— ¡Abre la m*****a cosa! — la manija no cedía, Nicolae que de milagro recordaba su nombre subió del otro lado y arrancó el auto.

— ¡Esto es secuestro, exijo que me dejes bajar!

— ¡Cierra la boca, iremos a un hospital quieras a no!

— ¿¡Porque m****a te interesas por mi cuando me golpeaste en la cafetería!?

En estos momentos acabo de perder el control, por su parte aprieta la mandíbula y el volante.

—No sabía quien eras en ese momento, lo siento. Ahora cállate y tranquilízate o te pondré una cinta en la boca— abrió la guantera mostrándome una cinta adhesiva gris.

Lo miré incrédula y preferí hacer lo que me dijo.

¿Porque él se interesaba por mí?. 

No me conoce ni yo a él.

Llegamos a la clínica más cercana, me bajé a regañadientes y entramos a recepción. Dejé los datos correspondientes.

Una enfermera me condujo hasta una habitación donde me sacaron una muestra de sangre para examinarme. Después de unos minutos llegó un doctor de unos sesenta años, su cabello era rubio, claro de farmacia.

Me hizo los chequeos normales y no me dejó ir hasta que nos entregasen los exámenes de sangre.

—Esto va más allá de la exageración, cualquiera se desmaya.

Nicolae frunció el ceño y negó con la cabeza.

—No nos iremos de aquí, hasta saber que estás bien.

—¿Porque tanto interés en mí?, ni siquiera te conozco.

—No hagas preguntas que no responderé.

Estaba por replicar cuando el doctor que me atendió entró muy sonriente con una carpeta.

—Bien señorita Thompson, los exámenes no revelaron ninguna anomalía.

—Eso es genial, ahora puedo irme— estaba tomando mi bolso cuando él volvió hablar.

—Sin embargo, en su estado debe cuidarse más, sobre todo con caídas como la de su desmayo. 

—¿Qué estado?— preguntamos Nicolae y yo al mismo tiempo.

— ¿No lo sabía?

— ¿Saber qué?

—Está embarazada señorita, tiene cinco semanas de gestación.

Mi corazón se detuvo en ese momento, escuche un gruñido por parte del peligris, tenía sus manos hechas puños y su mirada era como la de un Demonio.

Un bebé. 

Un bebé. 

Seré mamá.

¿Esperen?, ¿de quién es?

¡Mierda no, no por favor no!

NOTA DE POR VIDA.

VINO+IDIOTEZ =BEBÉ.

Estoy esperando un hijo de Leo, estoy embarazada, embarazada y jodida, mis padres van a matarme.

—Oh rayos— susurre. 

No olviden dejar su reseña. 

¿Que creen que pase cuando Leo se entere?

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