Tiempo sin vernos

No me hace falta mirarme en un espejo para saber que mis ojos están brillando más que nunca. Me resulta tan dulce que me lo pregunte de esta manera, como si tuviera que pensármelo.

- Claro que puedes darme un beso de buenas noches, Ale

Él sonríe satisfecho y se inclina hacia mí y, para mi sorpresa, sus labios se dirigen directo hacia los míos. Pensé que se refería a un beso en la mejilla, o en la frente como siempre lo hace, pero no. Supongo que, después de habernos besado en su departamento, esto ahora no resulta tan extraño. La pregunta es ¿se convertirá en algo frecuente entre nosotros?

Si cada vez que nos besemos se va a sentir de esta manera, no tengo nada en contra de hacerlo. Siento cómo mis piernas van perdiendo su fuerza y, aun así, no sé cómo me las arreglo para mantenerme en pie. De repente es como si la gravedad ya no me estuviese sosteniendo en tierra firma, sino él.

Cuando termina, me alejo unos centímetros para mirarle, tiene las pupilas tan dilatadas que el color mar
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