A pesar de todo, el día había pasado de volada, en abrir cerrar de ojos la jornada laboral se acabó.Ya se estaba cambiando de ropa, agotada, y se asustó un poco cuando tuvo que sostenerse de la pared porque había tenido un dolorcito extraño en su parte baja. ¿No debía preocuparse o tenía que prestar atención? Respiró profundamente antes de llenarse de calma y salir de ese cubículo. Afuera lamentablemente se encontró con aquellas dos mujeres que hablaron despectivamente de ella, ni siquiera quería mirarla a los ojos. Solo abrió el grifo y empezó a lavarse las manos en silencio. —Oye, en mi opinión creo que las limpiadoras ni siquiera deberían ingresar a este baño. Su puesto de trabajo es de tan baja categoría que es estúpido que usen el mismo —habló a propósito. Rachel no entendía que era lo que esas mujeres tenían contra de ella. Obviamente se referían a la joven, intentaban hacerle daño con sus palabras fieras. Trató de contenerse sin hacer nada en absoluto, no valía la pena hac
La joven sabía que tenía que ir a trabajar ese martes, pero no tenía ganas... solo quería quedarse durmiendo, desaparecer de ese mundo para siempre y no tener que atravesar por todo ese mar de incertidumbre y problemas que la vida le ponía, lamentablemente no había nada que pudiera hacer, todo era un desastre y seguiría siendo así.Esa mujer que pretendía ser un ángel para ella, solo parecía estar abriéndole las puertas al infierno. No sabía por qué tenía esa sensación, así que no tenía una buena idea de la opción que le daba. ¿Qué ganaba con eso? No tenía idea de lo que obtendría, en caso de que aceptara. Gruñó un par de veces sabiendo lo tarde que era, que ya no podía quedarse acostada de solo saber que tendría asegurado el retraso en la compañía en consecuencia un regaño de su jefe insoportable.Pero también tenía la sensación de que ese día iba a conseguir un inconveniente con Silvain. Era el pan de cada día... Lamentablemente últimamente estaba siendo más frecuente. Esperaba
Empezó a caminar rumbo a la salida sin saber qué hacer con su vida. Era tan de mañana aún, lo menos que quería hacer era encerrarse en esa pieza y quedarse ahí está conseguir que la oscuridad se posara sobre ella y la muerte se la llevara para siempre. Ganas no le faltaban de esperar por su final, al menos el sufrimiento tendría un punto y final. Comenzaba a sentirse bastante idiotizada por el hecho de perder hasta lo que no tenía. Ya no tenía fuerzas para seguir adelante. —¡Agh! —gritó en medio de la calle, tratando de encontrar consuelo. Pero no conseguía sentirse bien. Desconsolada terminó encerrándose en ese cuarto vetusto. Lloraba sin parar en esa cama, odiando con toda su alma haber tenido que habitar ese mundo si la vida al final sería demasiado cruel con ella. ¿Cómo podría tener tan mala suerte? De entre tantas personas ella había sido esa escogida para cargar con un infierno. Pensó en su madre que trabajaba limpiando casas, que se ganaba la vida con el sudor de su fren
Iba de copiloto, a regañadientes se subió, sin opción alguna, porque él casi se lo había exigido, y como odiaba recibir órdenes, más cuando ya no era su jefe. No quería emitir ni una sola palabra. Menos cuando ese hombre a su lado, se atrevió a darle un beso. Aún no lo superaba, era algo que continuaba siendo increíble, pensó que podría verlo como algo sin importancia, y no, no podía. ¡Era su primer beso! —No crea que quiero quedarme con su abrigo, es solo que... —no pudo seguir. —¿No tienes con qué cubrirte? —inquirió, solo se quedó en silencio —. Tengo más gabardinas en casa, no hace falta que me la devuelvas. —Pero hace un momento usted...—Hace un un momento solo estaba desesperado por detenerte, es por eso que no tuve opción y lo único que se me ocurrió fue decirte eso. —Si fuera tan amable de llevarme a ese lugar, se lo agradecería —emitió volviendo a suspirar y él lo dudó. En ese momento la muchacha se sintió ridícula por haber preguntado algo así, era más que obvio que
Rachel sabía que no era una buena idea pasar la noche allí, no quería incomodar a su exjefe y mucho menos ser una molestia. —Señor Boseman, no tiene que hacer esto por mí, puedo irme a mi pieza, y si de verdad le preocupa que vuelva a atentar contra mi vida, le prometo que no lo haré, pero no puedo quedarme aquí —insistió, a lo que él expiró y asintió luego con la cabeza. —¿No te dije que afuera podemos dejar las formalidades? —emitió inhalando hondo y ella asintió. —Sin embargo no puedo dejar de ser formal cuando ya no soy ni siquiera una empleada. Por lo tanto no veo la necesidad de tutearlo.—¿Eh? Solo dime Silvain. Además, ¿no te dije que volverías a tener el empleo? —No debería pasar la noche aquí, yo debo ocuparme de mis asuntos y...—¿Vas a callarte y te vas a dejar ayudar? No me has querido dar la dirección del lugar en donde te estás quedando porque seguramente no es apto para vivir. ¿No es así? —lanzó. —¿Y qué si no lo es? Al final no sé a dónde ir, pero ya le dije que
Silvain después de haber tenido esa conversación con Rachel se puso en contacto con su abogado para arreglar todo el papeleo y fuera lo más rápido posible el casamiento por civil. En realidad no había pensado en volver a casarse después de la infidelidad de Lorena pero la presión de su padre y el deseo profundo de su mamá por convertirse en abuela lo habían llenado de desesperación, al punto de tomar esa decisión que no solo cambiaría su vida, también ayudaría mucho a la chica, de alguna manera estaba compensando a la joven por lo que no pudo hacer con su hermano. El CEO le compró un vestido bonito, zapatos de tacón estilizados para el día del casamiento. En realidad no había necesidad por tomarse las cosas con profundidad, pero al menos guardaría un recuerdo y se lo mostraría a sus padres. La joven sintió como su corazón latía sin parar, cuando había llegado su turno de colocar su firma en ese papel.Todo resultaba demasiado raro, que de un instante a otro se convirtiera en la esp
Llegar a casa convertida en la esposa de un CEO, seguía siendo una idea que conocía ligeramente, con la que ya se estaba familiarizando y aún así no lograba encajar. —Silvain, ¿Me dejarías pensar sobre eso último? —Toma una decisión cuando estés preparada, yo no soy del tipo que va a buscar mujeres para sacarse las ganas. Ya sabes a qué me refiero, si tengo una esposa, no tengo que ir a buscar a alguien más. Aún así, puedo hacer una excepción por ti. Además de eso, no pienso tocarte estando embarazada, ¿de acuerdo? —emitió acercándose para sostener su rostro. —Silvain.—Puedes usar lentillas en lugar de esas enormes gafas. Vendrá mañana un equipo profesional para hacerte un cambio de imagen. —¿Qué? —se alejó de él y lo miró con malos ojos —. No creo que sea necesario que se me deba hacer algo diferente en mi rostro, yo me siento bien así como estoy. —Es cierto, el asesoramiento de imagen es importante y más cuando te has convertido en mi esposa. Nadie te va a cambiar tu cara, sol
No sabía que el camino sería un poco largo, llevaban aproximadamente quince minutos de recorrido y todavía no le decía que quedaba poco. Se distrajo observando por la ventanilla, mirando el paisaje precioso que se extendía, campos verdosos, una vista totalmente diferente a la urbe, puesto que estaba alejada de los suburbios y por lo tanto en una ubicación única y privilegiada. Se respiraba paz. —¿Falta mucho? —quiso saber. —No, solo media hora. —¿Así que viviremos en un lugar que está a unos cuarenta y cinco minutos de la ciudad? —Sí, yo te comenté que es un sitio exclusivo, si te gusta la casa entonces la compraré y si te parece demasiado distanciada, y no te atrapa, entonces seguiremos viendo más opciones, ¿de acuerdo? Rachel de forma interna pensaba que no debía ser para nada exigente, demasiado con que él le permitiera ser parte de la elección y no tomara por su cuenta la decisión de comprar una casa que le gustase y ya. No le respondió y siguió viendo el horizonte que se