Capítulo 34: No la toques

Zeiren

El hedor a sudor y sangre seguía impregnado en mi piel cuando me arrastraron de vuelta a la celda.

No me dieron tiempo para procesarlo.

No había tiempo para sanar, para respirar. Solo existía la siguiente pelea.

Me dejaron caer al suelo de piedra con la misma indiferencia con la que alguien tira un saco de carne.

—Descansa, mestizo. Mañana hay más.

La puerta de hierro se cerró con un golpe, y el sonido del candado girando fue la confirmación de que seguía atrapado.

De que nunca saldría de ahí.

Mi respiración era pesada. Mi cuerpo entero ardía.

Había ganado, pero la victoria no significaba nada.

Me quedé en el suelo, observando las sombras en la pared. Mis nudillos aún estaban pegajosos con la sangre del demonio.

"Otra noche más en esta tumba de hierro."

Pero esa noche no fue como las demás.

El caos empezó con un solo grito.

Me incorporé de golpe cuando escuché los primeros estruendos. El sonido de carne desgarrada. De metal crujiendo. De gritos.

Los vi desde los barrotes.

No e
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