Capítulo 80
El coche se detuvo suavemente frente a la villa, y Walter bajó llevando a Mariana con cuidado. Mientras la puerta se abría lentamente, ella abrió los ojos adormilados y preguntó aturdida: —¿Ya llegamos a casa?

Walter bajó la mirada hacia ella y vio que Mariana fruncía el ceño, con una expresión de dolor en su rostro, probablemente debido a las heridas en su cuerpo que le causaban incomodidad.

—Sí, ya estamos en casa —respondió él en voz baja, sosteniéndola a conciencia mientras subía las escaleras.

Mariana se sintió demasiado mareada y, sin darse cuenta, volvió a quedarse dormida.

Walter observó su expresión adormilada y una leve sonrisa de resignación apareció en sus labios. Era una chica tonta, ¿cómo se había atrevido a quedarse dormida tan fácilmente? Pero al menos hoy había sido él quien la había llevado al hospital. ¿Y si hubiera sido Serafín?

Si este la hubiera llevado a casa, no podía imaginar lo terrible que habría sido.

Abrió con delicadeza la puerta del dormitorio y, en cuant
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