Capítulo 34
—¡Hoy te debo un montón! Aunque pasó algo chiquito, de verdad espero que no te afectara.

Mariana estaba en la puerta de su casa, con una sonrisa de disculpa y gratitud en el rostro.

Apoyado en el coche, Serafín levantó una ceja y le dedicó una sonrisa despreocupada. —Tranquila, lo importante es estar contentos. Esas cosas no tienen importancia.

Mariana sonrió ante sus palabras, formando una curva en sus ojos como la de la luna creciente. —De veras, te agradezco un montón.

Serafín agitó la mano y respondió como si nada: —¡No hay de qué! No dejes que la gente ajena te ponga de malas.

Mariana asintió con una expresión sincera. —Sí, entiendo. Bueno, nos vemos la próxima.

Serafín asintió y se fue en su coche. Mariana se quedó en la puerta, viendo cómo el vehículo desaparecía de su vista, luego sacudió los brazos y se preparó para entrar a casa.

Era extraño encontrar a un hombre tan caballeroso y elegante en estos tiempos. Sin embargo, se sentía tan mal consigo misma que no se veía a su altu
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