Capítulo 335
A las dos de la madrugada, la ciudad comenzaba a calmarse.

En medio del silencio, se oían a lo lejos las sirenas de la policía.

Mariana estaba atada, rígida e incómoda, mientras Paco a su lado parecía medio dormido.

Varios secuaces estaban jugando a videojuegos, maldiciendo de vez en cuando.

Mariana estaba muy incómoda. Se movió un poco y uno de los secuaces la miró, preguntando: —¿Qué pasa?

El líder también se despertó. Miró la hora y luego a Mariana.

Mariana frunció el ceño, indicándole que deshiciera el tape que la ataba.

Paco, molesto, dijo: —No me gusta atar mujeres, es molesto—. Estaba harto de tantos problemas.

A pesar de su descontento, Paco deshizo el tape de Mariana.

Paco preguntó: —¿Qué quieres ahora?

—Estoy incómoda —respondió Mariana.

—¿Podrías dejarme moverme un poco? —Mariana, cansada, dijo con una voz debilitada.

Estar atada así le hacía sentir una mala circulación sanguínea.

—Tienes muchas quejas. Solo te voy a dar un poco de agua —dijo Paco, mientras iba a buscar agua
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