Capítulo 158
Las pestañas de Mariana aleteaban como pequeñas alas, y en sus ojos brillaba una emoción indescriptible.

Walter la miraba sin parpadear, su voz un poco ronca: —Deja de decir esas tonterías. ¿O crees que te voy a creer?

—Piensa lo que quieras, pero estoy diciendo la verdad —suspiró ella, diciendo con una voz suave pero firme—. Mi tío se lleva bien con todos al instante. Si alguna vez te pide algo, no le hagas caso, no se molestará. Le volveré a explicar nuestra situación.

Walter frunció el ceño, observándola mientras decía esas palabras con una expresión neutra, sintiendo una molestia creciente en su pecho.

Ella no estaba bromeando.

Mariana realmente había cambiado, esta vez ya no le pertenecía.

Era como cuando él siempre le decía «deja de molestarme», y ahora, ella finalmente estaba cumpliendo su deseo.

Mariana echó un vistazo al reloj y dijo: —Ya es tarde. Deberías irte a casa.

—Mariana... —la llamó Walter, su voz tan suave como un susurro.

Ella levantó la vista hacia él y respondió f
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