Capítulo 166
Jimena sabía perfectamente que Walter preferían a las chicas obedientes y sumisas, y que definitivamente no le gustaban las mujeres dominantes.

Como era de esperar, él suspiró levemente y dijo en voz baja: —Está bien, vamos a tu casa.

Al escuchar eso, los ojos de Jimena brillaron, emocionada como una niña. Tomó el brazo de Walter y caminaron juntos hacia la salida. Su rostro irradiaba felicidad y todo su ser desprendía una sensación de alegría.

El Ferrari negro se fue desvaneciendo en la distancia.

Mariana, sentada en el asiento del copiloto, miraba aturdida al frente, con una tristeza inexplicable que la invadía.

Él se había ido con Jimena a cenar con sus padres y su hermano.

De repente, recordó los primeros días de su matrimonio con Walter.

En aquel entonces, ella también había pensado en llevarlo a casa, con la intención de demostrarle a su papá que había hecho una buena elección y darle tranquilidad.

Pero Walter siempre encontraba una excusa para rechazarla, y hasta ahora, las vece
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