Capítulo 118
Mariana tenía los ojos enrojecidos, sus manos colgaban inertes a los lados de sus piernas, luciendo algo desconcertada.

—¿Dónde estabas? —la voz de Walter sonó grave, con un matiz de recelo en sus ojos.

—Fui al pabellón a tomar aire —la voz de Mariana era apenas un susurro, pero no parecía estar mintiendo.

—El abuelo está fuera de peligro —Walter le informó la buena noticia.

Mariana se acercó a él, su rostro reflejaba disculpa mientras decía: —Perdón por causarte molestias.

—¿Qué estás diciendo? —replicó con el ceño fruncido, descontento con que Mariana fuera tan formal.

Aunque estaban a punto de divorciarse, todavía eran marido y mujer. Si su abuelo tenía un problema, ¿cómo podía él quedarse de brazos cruzados?

Igual que en la fiesta de cumpleaños de Nerea, ¿acaso Mariana no había llevado regalos?

—Sobre el divorcio...

Mariana iba a hablar, pero Walter la interrumpió: —Eso puede esperar. Hablemos de eso cuando tu abuelo se recupere.

Ella lo miró sorprendida, sus ojos rojos como los de
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