JennyCuando la puerta se cierra, dejo un gran suspiro y una sonrisa inmensa se pinta en mi rostro, me siento feliz, demasiado feliz como para pensar en algo más, que no sea en ese momento tan mágico. Nunca creí que podría tener sexo fuera de una habitación y disfrutarlo tanto. Ese hombre me hace volar con una mirada. Es único y.… siento que lo amo. ¡Si! Ahora estoy escuchando a mi corazón y ya tengo claro mis sentimientos. Tenía miedo de admitirlo, pero ya no más, amo a Roger.luego de di variar en emociones fuertes, estoy por tirarme a la cama, cuando llaman a la puerta, emocionada me apresuro abrir. La tentación de meterlo bajo mis sabanas toda la noche me excita. Y mi cara de perversa se congela cuando veo a Carlos.—Hola, ¿Estás bien? —Se ve muy preocupado.—Sí.—Como te desapareciste de la fiesta, me inquieté. Pero, ya… estoy más tranquilo.—No estoy acostumbrada a asistir a una fiesta. Disculpa por no despedirme.—Aceptaré tu disculpa, solo si me acompañas a desayunar.—Es que…
Antes de que conteste su mensaje, me hace una llamada.Por supuesto que mi corazón se agita y la sonrisa no se aparta de mi rostro, mi cuerpo tiembla y tengo que tirarme la cama para no sentir que me desmayo.“¿Cómo amaneció la mujer más divina del mundo?” dice con esa voz dulce que me eriza la piel.“¿Te refieres a mí?” digo con una sonrisa“¿A quién más? Mi bella princesa. Dime, ¿pudiste descansar?”“De maravilla. ¿Por qué no lo haría?” bromeo.“Porque yo no he podido pegar los ojos en toda la noche, ¿sabes por qué? Porque cada vez que lo hacía te veía estremecer entre mis brazos, mi cuerpo temblaba mientras me perdía en ese fuego de nuestros cuerpos haciendo el amor. Quiero acariciar cada centímetro de tu cuerpo, con mi lengua, con mis dedos, con sus labios, abrazarte hasta que la fragancia de mí, te inunde y reconozcas que soy tuyo en cuerpo y alma.”“Cuando te lo propones puedes ser muy romántico” — expreso con mi entrepierna palpitante, cada maldita palabra que pronuncia me exci
En eso escucho que tocan la puerta.—Bueno, te llamo más tarde, Carlos ya llego por mí, deséame suerte. Adiós.—Suerte amiga.Me apresuro a abrir la puerta. Carlos se veía muy encantador con su traje playero. Me saluda con un beso en la mejilla y me lleva de su brazo hasta la salida.—¿Adónde Vamos, creí que desayunaríamos en el hotel? — interrogo nerviosa.—Es una bonita sorpresa, estoy seguro de que te encantará.—Es que… —balbuceo nerviosa.—No tienes por qué temer, confía en mí— me mira de manera tierna —Este lugar te va a fascinar, es un verdadero paraíso.—No es que quiera ser aguafiestas, pero no estoy preparada para un paseo.—Estás perfecta, además lo mejor de la vida, es hacer las cosas sin planearlas y disfrutar.—Estoy aterrándome.—De vez en cuando es bueno salir de la monotonía, mi bella señorita— me muestra el muelle — caminar con usted bajo este sol a las primeras horas del día, alegra mi corazón.—Harás que me ruborice.—Es lo que te hace más hermosa— me guiña un ojo.
Disfrutando de la vista, llegamos al muelle. El yate a simple vista se veía impresionante, jamás en mi vida creí que llegaría el día en que pusiera un pie en uno de esos. Al subir, lo primero que veo es a su madre, hablaba con un hombre joven de manera muy amena. ¿Quién podría ser?—Qué bueno que te animaras a acompañarnos, querida. Luces divina —dice con amabilidad, dejando un beso en la mejilla, cosa que no me creo mucho después de que insinuara que soy una arribista por acompañar a su hijo. Lástima que Carlos tenga una madre como ella. ¿Será posible que él también guarde un lado malo?Me presentó a su acompañante, resulta que es su hermano. Un hombre agradable a simple vista, pero esas miradas despectivas me hicieron poner una muralla enfrente. Debo andarme con cuidado.—¿Esteban llegó? —pregunta Carlos.—Sí, está en la parte de atrás con Milena.Carlos se emociona al escuchar eso y me lleva hacia allá, como si no pudiéramos esperar hasta cuando estemos juntos en la mesa o quizás q
JennyCon mucho sufrimiento me senté a la mesa y la maldita oxigenada me colocó frente a Esteban. En cada momento nos miraba, como queriendo comprobar algo. Antes podría pensar que sería una locura, pero me temo que ella sospecha lo que pasó entre nosotros. O quizás es solo molesta y es mi conciencia la que me condena.—¿Volverás a sorprendernos con un nuevo vestido el día de mañana? — pregunta Milena.—No lo creo posible, debo regresar a Bogotá esta noche, tengo clases mañana— le informo, mientras Esteban me observa.—Es una pena que te pierdas de lo mejor del evento — dice ella—, pero sin duda Carlos se encargará de que no te olviden.—Eso tampoco será posible, yo viajaré con ella— responde él. Haciendo que mi corazón se acelere, nunca mencionó que viajaría conmigo.—Y no habrá problema en ello—. Agrega su madre con agrado, antes que Milena hablara— no es necesario que asista a todos los eventos. Y me gusta la idea de que acompañe a su prometida.Termina de hablar y Esteban se ahoga
La idiota se atrevió a abofetearme, sin sospechar que antes de que vuelva a respirar, recibiendo una fuerte caricia de mi parte, en su perfecta cara de ángel.— La próxima vez que pienses siquiera en tocarme, te mataré— le digo muy enojada, mientras la gata se calma—No sé lo que tus ojos hayan visto, o lo que cabeza enferma este creando en este momento. Pero te dejaré algo bien claro. Tu futuro esposo no me interesa.—No es lo que dicen tus celos— menciona tocándose la mejilla.—Es tan triste que una persona como tú, no sepa diferenciar los celos, del desprecio.—Mantente lejos de Esteban, oportunista. Él es mío.—Esa advertencia deberías dársela a él, porque de mi parte lo que menos deseo es tenerlo cerca y ser acosada por una tóxica loca.—Juro que vas a arrepentirte por eso, maldita perra— gruñe con voz llorosa.—No le temo a las mujeres como tú.—Cuando Carlos se dé cuanta la clase de mujer que quiere meter en su cama, tu sueño de princesa se esfumará. Y yo estaré ahí para aplasta
Eso le cuesta una nueva bofetada, pero no lo detiene. Vuelve a decirlo y con todo el dolor de mi corazón, dejo que mi mano marque su cara una vez más.—¡Cierra la boca! —mi voz resuena con un eco de angustia.—Puedes seguir golpeando el resto de tu vida, porque no dejaré de decir cuánto te amo.—Entonces pierde el resto de tu vida repitiéndolo, pero ya no lo escucharé. Mi corazón ha cerrado las puertas para ti, con doble candado y portones de acero reforzado. Adiós, Esteban Martinelli. Que sigas disfrutando la vida burlándote de jovencitas ingenuas, que yo seguiré mi camino —me alejo, con cada paso sintiendo el peso del dolor en mis hombros.—Te mentirás, creyendo que puedes olvidarme —su voz sigue persiguiéndome.Me sigue, insistiendo en lastimarme. Detengo mis pasos y lo miro de frente, mi cuerpo tiembla del dolor, quiero llorar, pero no voy a quebrarme frente a él.—Lo bueno de seguir el camino mirando al frente es que mientras más me aleje, el ayer queda atrás. El olvido es una gr
—Papá solía decir que compartiendo las penas, se aligera la carga del corazón —me dice Carlos, con su mirada sincera fija en mí—. ¿Te gustaría contarme por qué lloras?—Hay días en los que el dolor es tan intenso que simplemente no puedo soportarlo más, y lloro para desahogarme —admito, sintiendo cómo las lágrimas vuelven a brotar, sin poder detenerlas.—No hay nada de malo en llorar, lo que realmente duele es hacerlo sin un hombro en el que apoyarse —dice, su voz suavemente reconfortante mientras se acerca y me rodea con sus brazos.Durante un momento, mi corazón se detiene, y me cuesta aceptar esta oferta de consuelo. Sin embargo, el anhelo de sentirme acompañada y el calor de su cuerpo me impulsan a acercarme. Sus brazos me envuelven, y dejo que mi cuerpo se repose contra él, buscando refugio en su calidez.—Abrázame fuerte, muy fuerte —suplico entre sollozos, la voz rota por la emoción.Carlos me aprieta contra su pecho, sus brazos firmes y protectores. Mientras mis lágrimas cont