EstebanLa noche se acorta y las ganas de ver a Jenny pueden más. Ingreso a la fiesta y, a prudente distancia, localizo a Carlos y a mi madre hablando muy felices con unos socios. Un poco más allá, veo a los abogados De Ángeles y Fusco entre los invitados; sin duda, mamá estaba preparada para hacer nuevos negocios. Tomo una bandeja con copas de champán y recorro el lugar buscándola, pero no la encuentro. En cambio, veo a Milena, quien parece un poco enfadada. Nunca antes la había visto beber tan rápido una copa de licor; espero que no sea por mi ausencia.Unos minutos después, recorriendo la estancia, la veo. Se esconde de un hombre de prensa con habilidad y, antes de que este pueda notarlo, ya ha salido de la reunión. Llegar a ella no será fácil, pero lo intentaré. Me abro paso entre los invitados, quienes solo me retienen cuando buscan una copa. Después de sortear a tres impertinentes, le entrego la bandeja a otro servidor y me apresuro hacia la salida. Jenny no está por ningún lado
Sonriendo me acerco y la veo retroceder muy lento.—Pues, yo soy dichoso, porque ella corresponde a mis sentimientos.—No quiero saber detalles de tu romance — Se detiene, un poco enojada— pero si compadezco a la pobre mujer.—Tú la conoces muy bien — observo abrir los ojos, mientras me acerco un poco más—hoy luce un hermoso vestido rojo, tan deslumbrante que no puedo evitar sentir que mi corazón se descontrola al contemplarla. Aunque debo admitir que me enamoré de ella desde el primer instante en que la vi con ese atuendo de gitana tan encantador—. Sus ojos bailan y sus labios tiemblan mientras me acerco sin que se resista a que vuelva a tenerla entre mis brazos.—No hables de lo que no sientes— balbucea en tanto acerco mi nariz a la suya.—Desde que besé sus labios no he dejado de pensarla ni un solo instante— rozo sus labios con mi aliento.—Prometiste no volver a besarme— expresa casi con un hilo de voz.—Cada segundo del día pienso en volver a mirar esos ojos marrones cautivadore
Esos gestos lindos de desesperación y miedo me excitan. Antes de que termine la oración, vuelvo a besarla y pegarla a mi pecho envolviéndola con mi calor. Esta vez siento que es ella la que me abraza liberando sus miedos. A mitad de las escaleras para llegar al segundo piso, desatamos ese fuego de la pasión que nos consume en un gran deseo. La llevo contra la pared sin dejar de besarla, dejando que nuestros cuerpos lleguen al límite de lo inminente. Ya no quiero detenerme, ninguno de los dos quiere poner freno a lo que gritan nuestros corazones. Nos deseábamos, compartimos este mismo sentimiento puro y a decir verdad me llena de miedo. Mi hermano ha puesto los ojos en esta mujer, la desea, ansia tenerla y hoy, soy yo la que se la roba, su propia sangre, la persona que él más quiere después de su hija. ¿Debería sentirme culpable?Deslizo mis manos bajo su vestido largo, abriéndome paso por esa gran abertura del lado izquierdo, aparto la pequeña prenda de encaje de su sexo húmedo e Intr
Antes de que pusiese hablar escuchamos la voz de Carlos, la tomo de la mano y corremos escaleras arriba. Sin mirar atrás seguimos subiendo como dos niños en fuga por sus travesuras.—¿Por qué corremos? — pregunta ella.—Porque no queremos ser interrumpidos — digo un poco agitado.—No sé tú, pero no suelo hacer ejercicios y este exceso de cardio me dejará echa trapo sobre la cama.—Con gusto te acompañaré hasta que te recuperes.—No voy a dejarte cruzar la puerta de mi habitación— aclara con cierta nota de alegría en sus palabras.—¿Por qué?—Porque no quiero perder la cabeza otra vez, hasta que ordene mis sentimientos.—Acepta que me deseas.—Lo que paso hace un instante— dice deteniéndose y apuntándome con el dedo índice— no volverá a pasar, el estado de debilidad solo ocurre una vez en mi vida.Le sonrío y la sigo llevando cuesta arriba, unos minutos después estamos en el piso seis. Salimos y la llevo a prisa a su habitación.—Gracias, pero debo entrar sola— me aclara al estar frent
“No solo necesitaré una copa, sino toda la botella”, pienso mientras abro la puerta del ascensor. Bajo al primer piso y unos minutos interminables después, la puerta se abre y aparece Milena, la última persona que quiero ver en este momento. Se sorprende al encontrarme y luego sonríe de manera extraña, una sonrisa que me resulta inquietante, especialmente cuando está enojada. Ingresa de inmediato, impidiéndome salir.—Pero miren a quién tenemos aquí —dice de manera maliciosa—. Al gran Esteban Martinelli. ¿Te divertiste arriba con tu amiguita de turno?Se acerca arrinconándome. Su manera de hablar me hiela la sangre. ¿Acaso ella me vio?—No sé de qué hablas —manifiesto, apartándola, restándole importancia a sus acusaciones.—Deja de hacerte el idiota conmigo, eso no te queda —me toma del brazo y me obliga a mirarla—. Te vi subiendo las escaleras con esa maldita perra de Jenny. ¿Vas a negarlo?—No sé de quién hablas —digo, apartando mi brazo de su agarre.—De la estúpida arribista que t
—Lo hice porque estaba asustada, y no podía caminar —digo, tratando de mantener la calma.—Esa es la excusa más estúpida que has podido decir —replica Milena, con su voz cargada de desprecio.—Es la verdad —insisto, mi voz temblando ligeramente.—Ahora dirás que sonreírle era para calmar a esa zarrapastrosa —grita mostrando su rostro rojo de ira.—Solo le hablaba con amabilidad. Pero tú que vas a saber de eso, si solo tratas como basura a todo el mundo —respondo.—Es que… —veo la duda en sus ojos, un atisbo de vulnerabilidad. Estoy yendo por buen camino, mientras no compruebe nada estamos a salvo.—Es que nada, nunca vas a dejar de ser la misma niña aterrada que usa armas mortales únicamente porque tiene miedo de perder —escupo las palabras con un veneno que atraviesa.—Te amo, maldita sea —eleva el tono de voz—. Y no soporto la idea de verte con otra.—Pensé que ya te habías acostumbrado a ello, Milena. Entre nosotros no existe nada —respondo de manera fría y distante.—Y eso no te d
EstebanLa noche se alarga y Milena sigue bebiendo como si no hubiera un mañana. Agradezco internamente que Carlos no haya vuelto a aparecer por la fiesta, y mi madre también parece haberse mantenido alejada de nosotros. Quizás no se haya dado cuenta de mi presencia, o tal vez ha preferido dejar que me encargue de la situación con la loca de Milena.Por otro lado, observo a Roger disfrutando de la velada, entretenido en una conversación con una mesera escultural. Su despreocupación me hace recordar que tengo que obtener el número de Jenny. Localizo al camarero del club Lady Night y me acerco a él, con Milena a mi lado, quien desde hace un buen rato no me da tregua.—¿A dónde vamos? — pregunta Milena.—Necesito un trago. Roger dice que los de Lady Night son los mejores y no me iré a dormir sin probarlos —respondo.—Espero que te refieras a los tragos y no a las estúpidas zorritas con cara de angelito que los sirven.Nos acercamos a una de las meseras, una chica alegre y muy bonita, una
Después de un breve paso por el baño, me encuentro cargando a Milena en mis brazos. Su cuerpo, ligero pero tenso, descansa contra mi pecho mientras la llevo hacia el ascensor. Ella, mareada y visiblemente agotada, se aferra a mí con fuerza, como si fuera el único punto de apoyo en el que puede confiar.—Se siente tan rico tenerte solo para mí —balbucea, sus ojos cerrados, sus palabras apenas audibles.—Necesitas descansar —le digo, mi voz suave pero firme, intentando calmarla.—Quédate conmigo, Esteban —murmura con deseo—. Quiero que me hagas el amor como nunca antes lo has hecho. Una noche inolvidable.Roger, que ha estado observando la escena con una sonrisa irónica, se ríe suavemente y comenta:—Con las copas que trae encima, ni siquiera recordará cómo es que llegó a su habitación.—Silencia esa boca, estúpido —le responde Milena, su tono cansado pero aún lleno de frustración—. No sé qué haces aquí en primer lugar. Tú no perteneces a este lugar.Finalmente, después de unos minutos