EstebanPoco después, camino de regreso al hotel para descansar, cuando veo a una chica hablando por teléfono mientras camina por el muelle. La noche es oscura, pero puedo distinguirla claramente; era ella, Jenny. Aunque luce completamente diferente y radiante con ese vestido rojo ajustado que resaltaba su figura, mi corazón no me engaña. Nunca imaginé verla así, tan provocativa a los ojos de cualquier hombre.Entonces, si estaba ahí sin que mi hermano lo supiera, puede que la mano de mi madre se haya posado sobre ella o llegó por su cuenta para sorprenderlo.Presuroso me acerco, sin percatarme de que alguien estuviese viéndome. Al estar tan entretenida hablando por teléfono, no me ve llegar. Esa chica sí que es intensa; quien sea la otra persona del otro lado, estaba pasando un mal rato con sus berrinches. Creo que vive todo el tiempo amargada.No es mi intención escuchar su amena charla, pero no puedo evitarlo. "¡No, no Amelia! He tenido que salir porque ya no puedo estar cerca de
JennyQué noche tan complicada. Por un lado, mi corazón está a punto de salirse del pecho de solo pensar en encontrarme con ese individuo, pero al mismo tiempo, me veo inundada por un deseo irracional hacia él. ¿Por qué tiene que tener este efecto en mí? ¡Ay! Y encima, esa absurda idea de que debo ser yo quien pida el beso. ¡Ja, ja! Se nota que es todo un cretino.No debería estar tan confundida. ¿Por qué yo de todas las personas?Es lo que me pregunto antes de buscar refugio en el baño. Pensé que estaría tranquila un momento a solas, pero parece que me equivoqué. Minutos después, entra Milena. Estoy concentrada en retocar mi maquillaje, o más bien intentando seguir los consejos de Pilar. Milena se acerca con una sonrisa, quizás porque me ve como una novata intentando dominar una brocha. Abre el grifo y comienza a lavarse las manos, mientras yo apresuro mis movimientos para guardar todo en la cartera antes de salir.—Eres muy afortunada —dice deteniéndome.—No veo por qué —respondo, m
EstebanLa noche se acorta y las ganas de ver a Jenny pueden más. Ingreso a la fiesta y, a prudente distancia, localizo a Carlos y a mi madre hablando muy felices con unos socios. Un poco más allá, veo a los abogados De Ángeles y Fusco entre los invitados; sin duda, mamá estaba preparada para hacer nuevos negocios. Tomo una bandeja con copas de champán y recorro el lugar buscándola, pero no la encuentro. En cambio, veo a Milena, quien parece un poco enfadada. Nunca antes la había visto beber tan rápido una copa de licor; espero que no sea por mi ausencia.Unos minutos después, recorriendo la estancia, la veo. Se esconde de un hombre de prensa con habilidad y, antes de que este pueda notarlo, ya ha salido de la reunión. Llegar a ella no será fácil, pero lo intentaré. Me abro paso entre los invitados, quienes solo me retienen cuando buscan una copa. Después de sortear a tres impertinentes, le entrego la bandeja a otro servidor y me apresuro hacia la salida. Jenny no está por ningún lado
Sonriendo me acerco y la veo retroceder muy lento.—Pues, yo soy dichoso, porque ella corresponde a mis sentimientos.—No quiero saber detalles de tu romance — Se detiene, un poco enojada— pero si compadezco a la pobre mujer.—Tú la conoces muy bien — observo abrir los ojos, mientras me acerco un poco más—hoy luce un hermoso vestido rojo, tan deslumbrante que no puedo evitar sentir que mi corazón se descontrola al contemplarla. Aunque debo admitir que me enamoré de ella desde el primer instante en que la vi con ese atuendo de gitana tan encantador—. Sus ojos bailan y sus labios tiemblan mientras me acerco sin que se resista a que vuelva a tenerla entre mis brazos.—No hables de lo que no sientes— balbucea en tanto acerco mi nariz a la suya.—Desde que besé sus labios no he dejado de pensarla ni un solo instante— rozo sus labios con mi aliento.—Prometiste no volver a besarme— expresa casi con un hilo de voz.—Cada segundo del día pienso en volver a mirar esos ojos marrones cautivadore
Esos gestos lindos de desesperación y miedo me excitan. Antes de que termine la oración, vuelvo a besarla y pegarla a mi pecho envolviéndola con mi calor. Esta vez siento que es ella la que me abraza liberando sus miedos. A mitad de las escaleras para llegar al segundo piso, desatamos ese fuego de la pasión que nos consume en un gran deseo. La llevo contra la pared sin dejar de besarla, dejando que nuestros cuerpos lleguen al límite de lo inminente. Ya no quiero detenerme, ninguno de los dos quiere poner freno a lo que gritan nuestros corazones. Nos deseábamos, compartimos este mismo sentimiento puro y a decir verdad me llena de miedo. Mi hermano ha puesto los ojos en esta mujer, la desea, ansia tenerla y hoy, soy yo la que se la roba, su propia sangre, la persona que él más quiere después de su hija. ¿Debería sentirme culpable?Deslizo mis manos bajo su vestido largo, abriéndome paso por esa gran abertura del lado izquierdo, aparto la pequeña prenda de encaje de su sexo húmedo e Intr
Antes de que pusiese hablar escuchamos la voz de Carlos, la tomo de la mano y corremos escaleras arriba. Sin mirar atrás seguimos subiendo como dos niños en fuga por sus travesuras.—¿Por qué corremos? — pregunta ella.—Porque no queremos ser interrumpidos — digo un poco agitado.—No sé tú, pero no suelo hacer ejercicios y este exceso de cardio me dejará echa trapo sobre la cama.—Con gusto te acompañaré hasta que te recuperes.—No voy a dejarte cruzar la puerta de mi habitación— aclara con cierta nota de alegría en sus palabras.—¿Por qué?—Porque no quiero perder la cabeza otra vez, hasta que ordene mis sentimientos.—Acepta que me deseas.—Lo que paso hace un instante— dice deteniéndose y apuntándome con el dedo índice— no volverá a pasar, el estado de debilidad solo ocurre una vez en mi vida.Le sonrío y la sigo llevando cuesta arriba, unos minutos después estamos en el piso seis. Salimos y la llevo a prisa a su habitación.—Gracias, pero debo entrar sola— me aclara al estar frent
“No solo necesitaré una copa, sino toda la botella”, pienso mientras abro la puerta del ascensor. Bajo al primer piso y unos minutos interminables después, la puerta se abre y aparece Milena, la última persona que quiero ver en este momento. Se sorprende al encontrarme y luego sonríe de manera extraña, una sonrisa que me resulta inquietante, especialmente cuando está enojada. Ingresa de inmediato, impidiéndome salir.—Pero miren a quién tenemos aquí —dice de manera maliciosa—. Al gran Esteban Martinelli. ¿Te divertiste arriba con tu amiguita de turno?Se acerca arrinconándome. Su manera de hablar me hiela la sangre. ¿Acaso ella me vio?—No sé de qué hablas —manifiesto, apartándola, restándole importancia a sus acusaciones.—Deja de hacerte el idiota conmigo, eso no te queda —me toma del brazo y me obliga a mirarla—. Te vi subiendo las escaleras con esa maldita perra de Jenny. ¿Vas a negarlo?—No sé de quién hablas —digo, apartando mi brazo de su agarre.—De la estúpida arribista que t
—Lo hice porque estaba asustada, y no podía caminar —digo, tratando de mantener la calma.—Esa es la excusa más estúpida que has podido decir —replica Milena, con su voz cargada de desprecio.—Es la verdad —insisto, mi voz temblando ligeramente.—Ahora dirás que sonreírle era para calmar a esa zarrapastrosa —grita mostrando su rostro rojo de ira.—Solo le hablaba con amabilidad. Pero tú que vas a saber de eso, si solo tratas como basura a todo el mundo —respondo.—Es que… —veo la duda en sus ojos, un atisbo de vulnerabilidad. Estoy yendo por buen camino, mientras no compruebe nada estamos a salvo.—Es que nada, nunca vas a dejar de ser la misma niña aterrada que usa armas mortales únicamente porque tiene miedo de perder —escupo las palabras con un veneno que atraviesa.—Te amo, maldita sea —eleva el tono de voz—. Y no soporto la idea de verte con otra.—Pensé que ya te habías acostumbrado a ello, Milena. Entre nosotros no existe nada —respondo de manera fría y distante.—Y eso no te d