Mientras esto sucedía en la empresa, por otra parte Alejandra estaba acostada en su cama mientras leía su libro favorito:
—Ay Dios… —soltó una carcajada. Escuchó que por el pasillo alguien caminaba. Se levantó y fue a ver quién era— Ah… Mateo ¿qué haces? —observó que tenía varias bolsas negras regordetas consigo.
—Eh… Bueno —él era muy malo para mentir.
—¿Qué estás planeando? —se recostó en el marco de la puerta.
—Mateo ya tengo las pinturas que nos faltaban —dijo Tomás entrando al pasillo, estaba sosteniendo una gran sonrisa que se borró en el momento en que vio a Alejandra.
—¿Qué están haciendo? —inquirió Alejandra mucho más curiosa que antes.
—¡Listo!, ¡ya compré la tela!
Alejandra quedó observando los ojos de Gabriel, cada vez le gustaban más.—Sí —Alejandra empezó a levantarse, sintió que su espalda le dolía horrible.—Te golpeaste fuerte ¿verdad? —Gabriel la ayudó a levantarse.—No… Estoy bien —hizo que no le dolía nada, pero al caminar cojeaba por el dolor y Gabriel de lejos podía verlo.—¿Segura que estás bien? —inquirió caminando a su lado—, puedo ayudarte.—Tranquilo, estoy bien —agitó una de sus manos en signo que lo dejara así.—¿Por qué me estás ignorando?, ¿tan malo fue el que te besara? —preguntó Gabriel, estaba cansado de esa situación.—Déjalo así Gabriel, ahora no quiero hablar de eso —pidió. Sentía que el dolor en su es
Los jóvenes llegaron a la casa, se podía sentir la tensión en cada rincón y los ojos que vigilaban para asegurarse que los agentes tenían custodiada la calle, es decir, toda la manzana. Pero adentro de la casa no se podía mencionar ni una sola palabra ya que la madre de Josef estaba en delicado estado de salud y no debía recibir emociones fuertes.Tomás estaba llegando del colegio y al ver personas extrañas merodeando por el sector decidió acercarse a la casa de Josef y vio cuando Keidys y su amigo bajaban de un extraño auto negro que nunca en su vida había visto. Detuvo al paso que lo llevaría a la casa de su amigo y se volvió a la suya para dejar sus utensilios escolares y avisar que estaría en la casa de Josef:—¡Mamá! —llamó tirando su bolso en el mueble.—¿Qué te he dicho del bolso? —pregunt&oacut
Josef llegó a la empresa justo al momento en que los policías secretos tenían las pruebas contundentes en el disco duro que habían rescatado de una de las empresas. Al descender del blindado color negro por medida de seguridad de la policía allí estaban los hombres con las pruebas contundentes de la fuga de capitales que estaban en los paraísos fiscales de aquellas naciones que no reportan de dónde aparecen esos dineros. Simplemente los consignan, los trabajan, viven de ellos y sus dueños no tienen nada de qué preocuparse; solo que si la Interpol interviene la cosa cambia de color. En este caso había una investigación a fondo que hizo que Josef recibiera información secreta o ultra secreta.Entonces casi temblando de miedo mira a los ojos de los agentes secretos tal como él los conocía y para qué los había contratado:—¿Para qué me
En aquel momento que Josef estaba tirado en el piso pudo ver como poco a poco su cuerpo sangraba, aquel monstruo se reía, hablaba de su muerte como si fuera algo chistoso. Nunca creyó que fuera tan horrible el estar en aquella situación, no era capaz de mencionar ni una sola palabra, solo sentía cuando las balas entraban a su cuerpo y su sangre empezaba a rodar por el piso. El miedo en él creció cuando vio que solo estaba ahí, sin nadie que lo ayudara, aquel hombre lo estaba matando justo como lo había hecho con su padre.Al momento en que sonó el primer disparo los agentes botaron aquellos documentos y corrieron con sus armas de dotación en mano y entraron a la oficina apuntándole al señor Henrique gritando:—¡Suelte el arma!, ¡suelte el arma!El señor Henrique gritó:—¡Déjenme terminar mi trabajo! —y les dispar&oac
Todos miraban con mucha intriga al doctor, su rostro se veía demacrado después de las horas extenuantes en el quirófano:—Josef está estable, se está recuperando satisfactoriamente. Ahora está dormido. Les recomiendo que se tranquilicen, descansen y mañana… —quedó pensativo por un corto momento donde se dio cuenta que ya era de madrugada—, bueno, dentro de unas horas podrán verlo.Todos dejaron salir un suspiro de alivio:—Muchas gracias doctor —soltó el señor Sandoval.Keidys sintió que su alma volvió a su cuerpo:—Gracias Dios —musitó. Recostó su cabeza en el pecho de Alejandra..Tomás estaba en la sala de espera tomando un café mientras en el televisor que estaba colgado en una pared pasaban la noticia sobre lo ocurrido esa noche con Josef. Ya era de mañ
Cuando Alejandra quiso ver ya estaba en el auto al lado de Gabriel. Lo que ella más temía había pasado, su amistad se destrozó y parecía que ya no tenía remedio. No había tema de conversación, tampoco era capaz de mirarlo.—Alejandra ¿por qué te comportas así conmigo? —preguntó Gabriel.—¿Qué? —Alejandra volteó a verlo. No sabía qué contestar—, bueno… sabes que está pasando esto con Josef.—Eso no es excusa.—Bueno Gabriel, no sé cómo explicarlo, es que pues…—Bien, ya entendí.Alejandra le pareció que ese “bien” decía mucho, tanto que le asustó. Se bajó del auto y entró a su casa.Después de bañarse y dormir un poco bajó a comer algo, su tía no dejaba de
Gabriel llevó su mirada hacia el volante, Alejandra no podía ver su rostro, pero sabía que estaba llorando en silencio. Ella solo lo que hacía era mirar, estaba impactada por el comportamiento de Gabriel, ¿qué había escuchado o visto? Era lo que quería saber, mataría a quien le dijo aquello. Por su culpa estaba pasando un gran momento incómodo.—¿Qué te dijeron para que estuvieras así? —preguntó Alejandra.Gabriel no contestaba, había explotado y no podía contenerse, no soportaba lo que sentía en ese momento:—Gabriel… Perdón, nunca he creído que seas un estorbo en mi vida o que me fastidie tenerte cerca —dijo Alejandra. Se daba cuenta que era muy serio lo que estaba pasando.—Eso no es lo que le dices a otras personas Alejandra —llevó su mirada hasta la chica. A Alejandra le
—De Gabriel. Si él me espera todo ese tiempo estaré decidida a enamorarme de él. Aunque no pongo ninguna esperanza, en ese tiempo puede conocer a una mujer mejor que yo. Una tarde lluviosa hablamos todo ese tiempo mientras esperábamos que la lluvia cesara, fue una conversación bastante difícil, hablamos sin tapujos sobre todos nuestros pensamientos; él se va a ir a vivir a otro país, conocerá a muchas mujeres y puede que encuentre la indicada, yo estaré aquí perdiendo todos mis miedos y aprendiendo a ser una mejor persona. Le hice mucho daño Josef, no merezco a alguien como él, pero aun así dijo que me esperará el tiempo que sea necesario para que yo olvide a Tomás, le dije que serían cinco años, en ese tiempo terminaría mi carrera de literatura y Gabriel me dijo “todos los que sean necesarios”. Eso me da miedo, ¿crees que s&ia