Todos hicieron que no escucharon, Alejandra se dio cuenta que habían planeado algo, estaban actuando extraño:
—¿Te molesta que sea amigo de Tomás? —preguntó Gabriel.
—¿Molestarme? —inquirió Alejandra, dejó salir una risa muy fingida.
"Esa lengua mía me mete en unos problemas" pensó Alejandra.
—El que sea amigo de Tomás no tiene nada de malo Alejandra, no voy a olvidarme de ti. Por eso no cambies conmigo, eres muy especial para mí, no dejaré que nos alejemos —dijo Gabriel.
—¿Especial para ti? —preguntó mientras sentía que su corazón latía con mucha fuerza.
Gabriel tomó una servilleta y limpió un sucio que Alejandra tenía en el rostro, le mostró una sonrisa:
—Claro, si no lo fueras no estaría tan al pendiente tuyo &m
—Perdón, en serio, perdón Keidys —empezó a decir Mateo.Ella no era capaz de decir algo, ¿qué había pasado? ¿Era porque no podía pensar con tranquilidad?—Keidys... —dijo Gabriel llegando al patio— ¿cómo te sientes? —se sentó a su lado.—Sí... Ya se me pasó el malestar —contestó la joven.—Bien —soltó Gabriel desplegando una sonrisa, miró a Mateo.—Disculpen —Mateo se levantó de la silla y salió del patio.Se fue de la casa, la calle estaba completamente sola, mientras caminaba dejaba salir las lágrimas. Estaba cansado de sentir aquel sentimiento que lo ahogaba; el solo recordar aquel beso que acababa de dar se le revolvía todo, se suponía que Josef era un gran amigo suyo que ahora estaba pasando por grandes problemas en su vi
Keidys estaba esperando en el aeropuerto a que llegara Josef, algunas personas la quedaban viendo, claro que sabían quién era. Alejandra le preocupaba que las personas se la quedaran viendo:—¡Mira Alejandra, es él! —gritó Keidys al ver que Josef se acercaba a ella.Keidys corrió hasta él y se le lanzó encima, Josef la abrazó fuertemente y después se besaron.—Te extrañé un montón —dijo Keidys mientras lo volvía a abrazar.Alejandra y Tomás se miraron las caras y después vieron cuando unas personas les tomaron unas fotos, obviamente que eso se convertiría en un gran escándalo. Pero al parecer a Keidys no le importaba en lo absoluto.De la nada Keidys se vio en una sala junto con Josef, allí estaba el abuelo del joven con su mirada severa:—¿Y ahora qué harás? Ac
Keidys se demoraba mucho en salir del baño, Josef se cansó de esperar y se fue a la cama, aunque había dormido en todo el viaje y no tenía nada de sueño, se quedó jugando en su celular. Pasó media hora y por fin escuchó que se abrió la puerta del baño, alzó la mirada y vio que Keidys traía puesta una lencería roja de encaje, se acomodó en la cama y tragó en seco:—Amor... —musitó.—¿Te gusta? —le preguntó mientras peinaba su cabello con una de sus manos, algo que se vio muy bien.—Te ves muy hermosa —su mirada recorrió hasta lo más mínimo del cuerpo de Keidys, entendió en ese momento el por qué era modelo, su corazón empezó a latir con fuerza al ver que la joven se acercaba a la cama.La mirada de Keidys era pervertida, dejó salir una risita
Mateo llegó a la casa de su hermana, pero ella no estaba allí. Quedó sentado en el andén pensando en el largo camino que había tenido para nada. Recordó en aquel momento que Claudia vivía a unas cuantas calles de allí. Entró en el auto y decidió ir a donde ella, era bueno tener una amiga como ella. Estuvo llamando al celular de la muchacha, pero lo tenía apagado.Claudia estaba viendo una película con su hermano, era de comedia y no dejaba de reír. En aquel momento sonó el timbre.—Ay… ¿Quién molesta a esta hora? —preguntó ella mientras caminaba con pasos arrastrados hacia la puerta, abrió y vio a Mateo con una sonrisa desplegada en su rostro.—Mateo... —musitó ella con un rostro triste.—¿Quién es? —inquirió su hermano detrás de ella— ¡Mateo!
Gera estaba sentada al lado de Tomás, el silencio reinaba entre los dos mientras miraban el mar debajo del cielo nubloso, hacía mucho frío, aunque eso parecía no importarles:—Yo en un tiempo fui drogadicto, solo por unos meses, llegué a irme de la casa y casi muero en ese tiempo —llevó su mirada a Gera—, viví en ese barrio por unas cuantas semanas. Me trajo malos recuerdos el meterme en ese lugar a buscarte, lo que hice no se volverá a repetir.—Lo siento. Aunque no estabas en la obligación de hacerlo.—¿Estás loca? No iba a dejarte en ese lugar de mala muerte.Los dos chicos se miraron fijamente. El mentón de Gera empezó a temblar, el llanto salió descontrolado y Tomás la abrazó:—Lo siento, lo siento mucho —decía Gera.—¿Por qué te disculpas? —pregunt&oac
Alejandra tragó en seco y en ese momento escuchó unos pasos que se acercaban a la sala:—Buenos días —dijo una voz de mujer. Alejandra llevó su mirada hasta el fondo de la sala. Una mujer de unos cuarenta años de edad apareció en la vista de la joven, era alta, rubia, ojos gateados y con un porte engalanado.—Buenos días —saludó Alejandra, su corazón empezó a latir con gran fuerza. La empleada se retiró, algo que no le gustó a la muchacha, no quería estar sola con esa mujer.—¿Vives cerca de aquí? —preguntó la señora sentándose frente a Alejandra.—A unas tres casas de aquí —respondió la muchacha, su boca estaba seca y no veía el momento para salir huyendo de allí.—Oh... vaya, así que eres nuestra vecina. Es un alivio para mí el
Keidys estaba frente a varias cámaras de televisión, Josef estaba a su lado explicando una pregunta que le había hecho la periodista. Aunque había grandes sonrisas ella sentía que faltaba algo. Por un lado sabía que estaba bien todo lo que hacía, de esa manera podría dispersar los rumores y así apagar el escándalo. Pero al ver a Josef hablando y de cierta manera mintiendo para que todo quedara perfecto... se dio cuenta que su noviazgo parecía falso, muy superficial.Al ya terminarse la entrevista y quedarse los dos solos la joven se veía algo confundida:—¿Qué sucede? —inquirió Josef sentándose a su lado en la sala.—¿Cuántos meses llevamos de novios? —preguntó ella sin dejar de mirar una mesa pequeña de cristal que estaba a su lado.—Ocho meses.—Josef... —
—Josef eso es muy peligroso, ¿y si te matan? —Keidys se acercó a él—, por eso no me querías contar, ¿verdad?—Yo mejor los dejo solos —Tomás salió del cuarto cerrando la puerta.—Keidys, por favor… —pidió Josef.—¡No quiero perderte Josef! —la joven soltó el llanto.El muchacho la abrazó, pudo sentir el temblor en el frágil cuerpo de Keidys, eso le destrozó el alma. Por eso no quería contarle, no quería verla así; prefería que fuera ignorante a toda esa realidad triste y llena de tensión que lo rodeaba a él. Era una vida llena de peligros, desde que murió su padre siempre sospechó que el asesino estaba en las empresas que su padre manejaba, cuando había aceptado la propuesta de su abuelo aquella incertidumbre lo atrapó tanto que infiltr&o