El Sábado Elena disfrutó del día con las niñas en especial con una pequeñita de tres años, le estiró los brazos para que la alzara y no se despegó de ella, jugó con ellas comieron helados y postres, Elena disfrutaba de los días que venía aquí estaba la familia con la que creció y sus instintos maternos se avivaban sobre todo con las más pequeñas, en la tarde se fueron a la casa de Elena, hubieron algunas lágrimas sobre todo de las más pequeñas, a Elena siempre le partía el corazón esta parte, pero con la promesa de que pronto volvería finalmente salieron, Elena con su bolso con ropa para tres días y Belinda con uno igual o más pequeño.
— ¿Estás segura que es todo lo que vas a llevar para un mes?
— Sí, Elena voy a trabajar, es suficiente, aunque debo conseguir un vestido para la beneficencia.
— En verdad me gustaría que pasaras una temporada con nosotras, cuando te dije qu
En la sala Belinda no podía estar más incómoda con Dante. — ¿Usted es amigo de Pablo desde hace mucho? —preguntó Belinda tratando de romper el momento incómodo. — Sí desde la universidad, también somos socios. — Es arquitecto también —Belindanotóque Dante se relajaba ya que se había incorporado en su silla mirando a Belinda a la cara con esos ojos inquietantes. — Sí, y ¿tú eres monja; o estudias para monja? — Quiero serlo, voy a tomar los hábitos, pero de hecho soy licenciada en Contabilidad, bueno recién me gradué. — ¿Por qué quieres ser monja?; ¿Es verdad que sienten el llamado o algo así? — Así lo describen, en mi caso yo llegué al orfanato muy pequeña,desde entonces quise ser monja, hoy en día aún quiero serlo, ¿Por qué quisiste
Llegaron a una casa sencilla con el color de las paredes descoloridas y un portón grande muy oxidado los recibieron unos perros ladrando al escuchar el sonido del Hummer, Dante se bajó y tocó la puerta, abrió la puerta un hombre mayor — Luis como estas, viejito —dijo alegre Dante. — Como está muchacho, cuanto tiempo sin visitarnos. — Sí, más o menos, pero el buen hijo vuelve a casa, vengo con unos amigos ¿Puedo guardar mi camioneta aquí?— Seguro pasen adelante, ya te abro el portón —Pablo y las chicas entrarona la casa mientras el anciano iba abrir el portón para Dante. — Mijo esto no es una camioneta es un tanque. — Casi, pero no es anfibio y no puedo llegar aIsla Largaen él. — No se preocupe déjelo aquí, si quiere déjeme la llave para darle una vue
Elena estaba atenta a Belinda, Pablo la besaba en el cuello. — Quédate tranquila Elena, Belinda no es una niña. — Eso lo sé, pero es una niña en más de un sentido y me siento responsable de ella, viste como juega y se olvida de reparos, es muy inocente, no hay malicia en ella, no quiero que Dante la interprete mal. — Mira reconozco que Dante es un perro; en más de un sentido, pero no es un violador, ella está a salvo con él, a menos que ella no quiera estar a salvo y si es así, no es nuestro problema. — Bueno ella es una chica sensata y parece bastante convencida de hacerse monja, la hermana Teresa me pidió que trate de convencerla de esperar, de ver más de la vida antes de tomar una decisión tan definitiva, pero Dante, él es mucho para que experimente. Pablo se echó a reír. — Por favor Elena, Belinda estuvo en un liceo, en una universidad, vas a creer que no tien
Dante caminaba al lado de Belinda, bromeando con ella para ponerla incomoda, pero cuando comenzó a enfocar y tomar fotos quedó en silencio, concentrado en lo que hacía, se rezagaba y en el momento que Belinda lo veía le tomaba una foto. — ¿Por qué me tomas las fotos sin que las espere? — Prefiero que sea así, natural te ves más bella sin la tensión de posar para una foto. — Aja, ¿Cuántas han caído con esa frase? — Ninguna que se quejara. Si supieras, mi cámara siempre la llevo en la camioneta, pero me la traje hasta aquí, porque tendría que entretenerme con algo, ya que mi acompañante no iba a proporcionarme, “entretenimiento”. Belinda bajó la cara él creyó que se había sentido avergonzada, pero descubrió que se mordía el labio inferior tratando de no reírse. — ¿Te burlas de mi monjita?
Los cuatro se sentaron a comer en una mesa que trajeron del restaurante, pescados más grandes que los platos en los que los servían tostones y ensalada rallada de zanahoria y repollo, al terminar de comer Dante se retiró y un poco después regresó con unas sandalias de goma amarillas decoradas en las tiras con piedras plásticas de colores, combinaban muy bien con el traje de baño de Belinda, este se arrodilló delante de Belinda le sacudió la arena de los pies y se las puso. — Dante, pero no te molestes, pero yo puedo sola. — Ya te quedan perfectas número 37 tengo buen calculo. — Gracias Dante, son las sandalias más bonitas que he visto en mi vida, pero de verdad es del todo innecesario, no sigas gastando. — Belinda son muy bonitas —dijo Elena sonriendo a Dante. — Elena vamos acompáñame, si quieres vamos a ver las sandalias.
Pablo hizo un cálculo rápido de cuanto material necesitarían, Robert fue en su auto a ubicar el material y que lo trajeran, Dante estaba con los 2 hombres que Robert trajo, eran un herrero y un albañil necesitaban algunas herramientas para enderezar el portón y ponerlo de manera provisional, lo importante era que el orfanato quedara seguro mientras hacían un plan mejor de reconstrucción. — ¿A dónde fue Robert? —le preguntó Dante a Pablo. — Fue a buscar los materiales, para arreglar esta pared y fijar de nuevo el portón. — Justamente, la máquina de soldar y herramientas las tenían ocupadas en la hacienda de tu madrina, supongo que Robert pensó buscar esas cosas después de traer los materiales, pero aquí vamos amanecer, si esperamos tanto. — Déjame llamarlo a ver si ya las herramientas de soldar están desocupadas y vamos nosotros a buscarla mientras el ubica y manda a traer el
Al llegar al hotel, Elena fue con Belinda a registrarla y buscar a Brenda, Pablo se quedó con Dante, Belinda se despidió de ambos con una sonrisa y un movimiento tímido con la mano con la que sostenía el pequeño bolso con sus pertenencias. — Vive y aprende, dice el refrán —dijo Dante con una sonrisa—, me lo tengo merecido, después de tanta parranda y mujeres dispuestas, tenía que encontrarme con la criatura más deseable que he conocido y por completo inalcanzable, el diablo debe estar riéndose de mí. —Guaoque profundo, nunca te había visto así, pensé que, por lo contrario, se volvería un desafío para ti conseguirla. — No, la dejaré tranquila, ella no está preparada para tener sexo sin ataduras, y ni siquiera para una relación seria, así que finalmente llegó el día en que conocí mi límite, ni yo mismo lo creo, vive y aprende Pablo, vive y aprende.&nbs
Elena fue a su habitación, se duchó, se puso un pijama y se acostó a zigzaguear canales en la televisión, quería ir con Pablo, pero tenía un poco de inseguridad y si ya estaba dormido, pero como toda mujer, encontró una excusa para ir, tomo su crema humectante, cuadro los hombros y fue hacia la habitación de Pablo, tocó la puerta pasito, si no le abría era que se había dormido y se devolvería a su habitación, Pablo abrió la puerta con un paño alrededor de la cadera y con otro se secaba el cabello. — Elena, apenas escuché la puerta. — No quería molestarte si estabas dormido. — ¿Estabas llorando? — No, debe ser el agua salada y los lentes de contacto que me acabó de quitar que enrojeció mis ojos—mintió Elena. — Pero pasa nena, no te quedes ahí, ¿Qué es eso que trajiste, crema? — Sí es una crema humectante buenísima.&nbs