Diré lo que digo siempre, "cada vez que Harper muestra su vulnerabilidad, habrá sangre". Hay un cuarto capítulo hoy, pero surgió un inconveniente que me llevará algunos minutos resolver. Pero lo tendrán casi de inmediato. ;)
En cuánto aterrizaron, Harper le pidió a Beagle llevarla al apartamento, en dónde suspiró al visualizar el edificio ante ella. Mateo la vio con dudas de si despedirse o no, en lugar de verla titubeante, la tomó por el cuello para atrapar su boca. Beagle apartó la mirada hacia un rótulo en la calle, mientras la pelirroja le limpió la comisura a Mateo. —Por más que lo esquivas, esto va a seguir pasando— le aseguró él mirando su boca. —Por más que te guste, esto va a terminar— el mafioso rió y ella salió de la camioneta para entrar al edificio en dónde ese aroma seguía impregnado en su ropa. Esperó el elevador, con paciencia en lo que calmaba la temperatura de su piel que subía cada vez que lo tenía cerca. Acomodó los guantes y mantuvo la maleta en su mano. —Espero que tanta cercanía con él no te queme las neuronas que te quedan— dijo Lorcan a su lado. Ella ni se inmutó, pese al miedo que le tenía, su temple no le permitió volverse una aterrada figura que vivía para temerle. —
Harper salió con dirección del auditorio en el vehículo que Beagle conducía, para tener su rutina obligatoria con los instructores que asignaron para todos, mirando a Phiama con el gesto enfadado cada vez que la veía. —Le quitaste titulares, por eso está que se quema en su odio— rió Fannie comiendo una dona. Harper observó lo que mordía. —Le dije a alguien que quería tener algunas para comer aquí y las trajo mis favoritas. —¿Alguien? —Sí. Alguien— canturreó y ella se rió, para luego sacudir la cabeza. —Volviendo al tema, ¿recuerdas lo de la calificación?— Harper movió la cabeza. —Lo logró, le dieron un 9.3, porque se equivocaron. —Seguro— tomó una botella con agua. —Que no te asuste, importa pasar a la siguiente ronda en estos concursos, no con cuánto— indicó viendo al frente. —Cuándo llegues al último nivel, porque vas a llegar, ahí sí con todo. Que Phiama no sepa de donde vino el golpe. —Aún faltan algunas rondas para eso— indicó viendo el rostro conocido en el pasil
Harper. La mirada rusiente podía verla a través del reflejo de las puertas metálicas, dos brasas encendidas recorrían con descaro mi figura. Desde el cinturón que creaba un corte en mi cintura, hasta los zapatos de tiras finas. El infructuoso intento de reprenderlo no lo tomaría, con él un “no” significaba todo lo contrario. Pero odiaba sentir sus ojos deslizándose desde mis talones, hasta mi cabello. Adivinaba lo que ocurría en su cabeza. El elegante vestido de un tono morado, con manga larga y corte ajustado me hizo sentir orgullosa de mi elección, no debía ver mi reflejo para saber que el escote en forma de corazón añadía un toque lúbrico, pero moderado. Tampoco tenía intención de traspasar la línea delgada entre lo sensual y lo vulgar. Sostenía la correa del grandote en una mano, saliendo del elevador con Horus frente a mí y el despreciable ser humano con pasos firmes a mi lado, con dirección a la salida. El largo del vestido llegaba hasta la pantorrilla, manteniendo siempr
Harper. —Parece que disfrutas saber que murió— me dijo el mafioso que giraba el volante con una mano. Actué cómo si la felicidad no fuera por otra razón y lo observé. —Lo hago— confesé con una sonrisa. —Siendo mi cuñada fue una maldit@. Me sacó de mi dormitorio cuándo mataste a Orvyn, lanzó la mitad de mis cosas a la basura y me robaba las joyas que su hermano me regalaba— expliqué. —Por supuesto que me alegra su muerte. —¿Te hubiese gustado hacerlo tú? —la pregunta me heló la sangre. La mismas palabras que le dije a ella antes de que muriera, pero que lo supiera era imposible.—Claro— no moví ni un dedo. —Pero sé que ese gusto no me lo puedo dar. No contestó más y lo agradecí, mientras veía al perro que si no fuera un bestial rottweiler me lo comería a besos. Aunque se ganó uno al dejarse bañar y secar sin trabajo. Era tan obediente que podría hasta llegar a extrañarlo.—Mañana debo entrenar, así que tengas buenas noches— me di la vuelta, pero no tuve tiempo de cerrar la puerta p
Harper. Esperé que la alarma fuera lo que me despertara por la mañana, pero no fue así. Lo que me hizo abrir los ojos fue el incesante golpeteo en la puerta. Al parecer Winifred había tenido otra noche de bingo, porque estaba profunda. No sabía quién había madrugado tanto, pero esperé a varias personas, antes que a Delphine y a un sujeto que estaba detrás suyo. Ambas nos vimos por unos instantes, hasta que ella exhaló. —¿Me puedo quedar aquí hasta que Obed venga por mí? —abrí la boca, aunque ni yo entendí qué debía preguntar por un instante. —La que se acaba de despertar soy yo, pero la que dice cosas incoherentes eres tú— mantuvo sus manos al frente. —Puedes seguir durmiendo, o lo que sea. Ni siquiera notarás mi presencia— observé al hombre detrás suyo. —Puedes irte. Dile que sí llegué segura como tanto quería el maldi…señor. Atravesó la puerta, mientras el hombre asintió para marcharse. La fragancia que se había adherido a su abrigo no me pareció conocido, pero era masc
Harper. Con energías renovadas y la cabeza lista para dejarme libre, después del desayuno fui al punto de entrenamiento en el auditorio, con todos los que ya estaban calentando. Debía seguir con mi vida normal, mientras analizaba mis opciones. Teníamos que esperar de todo con los instructores, por ello cada uno hacía su rutina para moldear nuestro cuerpo para resistir lo que nos esperaba. Casi una hora después, nos avisaron que debíamos reunirnos para la selección de lo que se haría en la presentación y dejé que todos se marcharan, mientras recogía mis cosas sin ninguna prisa. Solían tardar unos cuántos minutos, aunque supe que había tardado más que un par cuándo llegué, ya que ni siquiera me dejaron cruzar la puerta. —Es en solitario— Fannie me arrastró con ella a los vestidores haciendo que tirara todo. Milkar cerró la puerta detrás de él con la misma cara, dejando mis cosas sobre una de las bancas. —¿Qué? —cuestioné desorientada. —La competencia esta noche, es en solitari
Mateo. —Ahora mismo— Beagle se marchó en cuánto me di la vuelta para regresar al palco, la hora en mi reloj mostraba que habían pasado casi 27 minutos lejos de ese sitio. Dos minutos entre cada participante con un intervalo entre cada uno de 30 segundos. La presentación número 11 estaría terminando, posiblemente. Por lo cuál no estaba fuera de mis tiempos. Scar lograba que nadie estorbara en mi camino y por ello cargarlo, también era un privilegio que nadie más que yo podría tener. Su presencia destacaba, sus garras eran temidas, sin saber que era más peligroso quién llevaba el collar, que el mismo felino. —¿Un trago? —ofreció Zabeth. Pero un gruñido de Scar lo devolvió a su lugar, lo había entrenado para eso específicamente, ya que la cercanía la sentí tóxica desde siempre. Sostuve mi barbilla con los dedos, analizando lo escuchado minutos antes, mientras todos parecían muy entretenidos con la suave melodía que aligeraba el ambiente. Necesario no era, pero me agradó lo es
Mateo. La cena aceptada la iba a cobrar, parecía que ella lo había olvidado porque se veía muy molesta al tenerme frente a frente en una mesa. Lo exclusivo de Manhattan lo conocía, no por hacer valer mi apellido, aunque sabían quién era y lo que necesitaba. Pero la razón principal era que, nunca me agradó compartir mesa. Aunque muchas veces debía hacerlo. Nunca fue por decisión propia. Ahora tenía uno de mis sitios preferidos, por el salón que tenía cada mesa. No había meseros pasando cada dos segundos, ni otras mesas cerca de la mía. —¿Y todo esto es para…?— La pelirroja tenía la espalda derecha y esa posición de no querer tocar nada de la mesa. —En verdad no te entiendo, ¿una cena para qué? Rascó su nariz. —Tengo hambre— seguí comiendo sin verla. Ella seguía rehusándose a tocar la comida de su plato. —Hablemos. Limpié mis comisuras y vertí un poco más de vino. —Cuéntame tus intereses o algo que gustes compartir— arrugó la nariz, apoyé los brazos sobre la mesa y admiré lo