Cuándo Mateo comenzó una relación con Braden no estaba tan desquiciada ni era tan obsesiva. Pero con el pasar de los meses ese hostigamiento lo comenzó a cansar y menos iba a soportarlo al no tener ni un gramo de agrado por ella. La falta de todo le hizo deshacerse de la mujer de ojos rasgados, pero su falta de originalidad lo asqueaba. Se dijo que no la querría cerca y entendía que la invitación había sido extendida desde hacía mucho antes, cancelarla causaba un descontrol total, pero eso sobrepasaba su paciencia. —Bueno, ha sido mucho alcohol, estoy viendo doble— se quejó Izan, logrando que Mateo alcanzara a ver hacia la entrada de nuevo. Aunque en ese momento sus pies se adhirieron al suelo cuándo una pelirroja de un vestido oscuro de color vibrante se plantó en el centro del pasillo. Su cabello brillaba bajo la luz artificial. Sus ojos lanzaban rayos láser contra todos y aún con su ausente sonrisa, logró capturar la atención. Su cintura dividía naturalmente sus cad
Delphine se sentía fuera de lugar en ese salón, no conocía a nadie en ese sitio y vestir algo tan ajustado, ya que su talla y la de Harper no era la misma, la estaba ahogando. Pero Winifred insistió en que asistiera, si es que eso podría tomarse cómo una insistencia. Era una mujer con cara de santa, pero usaba manipulación contra ellas. Harper le dejó claro que no estarían juntas y ella tampoco la quería cerca. Sólo lo hacía para no tener que soportar los reclamos de su nana. Se sentó en el lugar indicado e ignoró todo ofrecimiento, recalcando su matrimonio. Una dama jamás debía permitir propuestas indecorosas y las intenciones de algunos se dirigían a eso. Pero alguien con tan rigurosa etiqueta hasta para tomar una copa, resaltaba entre lo común. Tal cómo lo fue su hermana al levantar ideas en la familia más influyente del lugar. Sara cargaba a sus nietos enterándose de lo ocurrido en su ausencia momentánea, llevando a su esposo a una zona más tranquila para hacer, que al menos, d
Ambos se dieron cuenta de la mirada de algunos de los Crown, todos estaban en sus asuntos, pero él solía hacer eso y seguramente tendrían curiosidad por conocerla, de alguna manera. —No necesitas actuar con ellos. Saben que me disparaste, quemaste mi casa y me endeudaste ridículamente hace semanas —le comentó Mateo. —Las indiscreciones tergiversan las cosas— le restó importancia. —Pudo haber sido peor para tí. Pero me controlé. —Estoy seguro de que así es— mantuvo su agarre. —¿Gastaste otro frasco de fragancia? —La mitad. Supe que a mi marido le encantaba y pensé en él mientras me lo puse —le dedicó una mueca. —Hasta un beso recibí por ello. Funcionó muy bien. —Que sincera —fue más astuto. —¿En qué otros momentos piensas en mí? —Ni siquiera recuerdo que tengo esposo hasta que me toca cumplir mi papel— le rozó el dorso de la mano con la uña para quitarla de su cintura. Mateo presionó su piel haciéndola sobresaltar a propósito. Sabía cuánto odiaba perder su seguridad y el contact
El turno de Delphine, su hermana llegó y fue llevada a la plataforma. Harper sintió que algo quemaba su espalda al verse a nada de llegar a tener que presentarse. Sólo quería salir de ese lugar. La subasta de la cita con su hermana escaló los 200 mil y continuar en ofertas que subió la cifra y ella suspiró al ver la salida. Aunque estaban pendientes de ella al ser de las siguientes. —¡1,750,000 dólares! —dijeron en el fondo, logrando que sus ojos buscaran al comprador. Un hombre con el cabello atado en un moño y camisa semi abierta tenía su número en alto, sorprendiéndose al ver que había ganado la puja por su hermana. El aplauso no se hizo esperar, sintiendo las dagas de acusación de Delphine. Ella en cambio, no le prestó atención, buscando la oportunidad para irse. Aunque muchos estaban interfiriendo para hacerlo. Las mujeres y hombres que cubrían la entrada fueron desapareciendo y cuando quedaban dos, tomó aire. Sus manos sudaban y su corazón se disparó al ver a uno sólo, estab
Risas, conversaciones de todos los estilos y encuentros con diferentes temas se daban en las citas preparadas para esa ocasión. El sitio, además de las paredes insonoras, estaba dividido por enormes telones que se desplegaban delicadamente para formar lugares íntimos, en los que inevitablemente el silencio era una oportunidad o una incomodidad. Algunos reían al conocer a las chicas que habían adquirido, otros compartían sus gustos y unos cuántos disfrutaban de sus esposas, complacidos con saber que nadie más que ellos podrían tenerlas. En algunos el desagrado por haber sido “comprada” se le notaba, aún cuándo quisiera mostrar sus modales. Pero, para su compañía, lidiar con ese tipo de comportamientos tenía un sólo fin. Aprender y enseñar. Y esa era la especialidad que con una mirada bastaba mostrar. En casos distintos, la comida no era un incentivo real, pero sí una excusa aceptable. Harper veía el plato ante ella, mientras Mateo comía tan campante, como si esa fuera una más de
La lengua del mafioso envolvió sus senos y ella suspiró, dejando de temblar al sentir como este comenzó a mordisquear la piel alrededor. Su mente sucumbió y su cuerpo se estremeció al tener las manos deslizándose por sus piernas. Su centro pulsó. Sus manos se sostuvieron y sus ojos lagrimearon en el momento que su humedad se desbordaba gota a gota. Mateo apenas estaba haciendo lo mínimo, y ella estaba totalmente preparada para aceptar todo. Estuvo tentada a detener la mano que ingresaba entre sus piernas, pero en cuánto las yemas de los dedos del mafioso tocaron la tela de sus bragas, todo se nubló. Su respiración tambaleó. Sus párpados temblaron y sus propias uñas rompieron sus guantes al dejarlas clavadas en la mesa. —Estás chorreando, —su corazón se detuvo cuándo Mateo se alejó para ver por sí mismo lo que estaba palpando. Harper jamás creyó que ver algo así sería tan gratificante, y aunque no entendía el motivo de que le gustara tanto, lo disfrutaba. Separó las piernas aún
El desayuno ante las hermanas Visconde estaba a punto de esfumarse del plato y ninguna había mencionado una sola palabra. Winifred las veía a cada nada al darse cuenta que ni siquiera para verse lo hicieron. Aunque parecía totalmente tranquilas y sus rostros permanecían controlados cómo siempre, ninguna de las dos quería siquiera verse. —¿Y cómo estuvo la fiesta? —preguntó, en su intento por escucharlas. —Normal. —Abundante de ordinariez y sueños insultantes —Delphine limpió sus comisuras. —Con permiso. Debo presentarme en el aeropuerto en cuarenta minutos. Harper llevó la taza de café a sus labios y sonrió hacia su nana. —¿Qué tal tu bingo?— su deseo por escucharla fue más grande que discutir sobre la pérdida de modales de su hermana. No le importaba en realidad. Su mundo incluía solamente a su nana y a ella, por ello la escuchó durante cuarenta minutos relatar el grupo de señoras y señores que resultaron más intranquilos de lo que pensó. Para Harper verla acoplarse tan r
Muy temprano por la mañana, Harper pidió una cita con el especialista con quién pasó un par de horas antes de tomar un tiempo que usó para ponerse de acuerdo con el próximo comprador. Ken, ya había regresado a la ciudad, por lo que podía continuar con las negociaciones de lo que faltaba. Al llegar la hora indicada se abocó a la casa del tipo que envió un vehículo para recogerla. Aunque su pensamiento se fue inmediatamente a que tendría que ver al tigre o al rottweiler, de nuevo. Caminó con cautela, hasta cruzar la sala, encontrándose sola en un sitio, que a su parecer, era demasiado inseguro. Pasó las manos por sus rodillas, intentando no dejar al descubierto que imaginaba los colmillos de alguno de esos animales contra ella. Sabía cómo dolían. Podía escuchar los ladridos en sus orejas, su cuello se sintió presionado. Las pisadas ligeras la hicieron ver hacia el animal que corría, haciendo que se incorporara de golpe al verlo aproximándose. Las pisadas en el fondo no le fueron de