Tendrán dos capítulos más. Sólo termino de ajustar algunas cosas y estarán disponibles.
Al entrar a su apartamento, con un maletín que contenía 700 mil dólares, no se comparó en absoluto a lo que sintió cuando supo de Ken. Lo había hecho. Otra vez se había salido con la suya. —Sólo dime que no estás haciendo lo que imagino —pidió Winifred. Harper guardó el maletín que haría que sabía donde mantener seguro las horas que lo tendría con ella. —Me cansé de ser marioneta cuándo el papel de titiritero me gusta más —se quitó el collar en su cuello. —No te pongas más en riesgo, —su nana le ayudó con su cabello. —No quiero que sufras más. Ni siquiera puedes dormir cómo lo hacemos el resto. No es normal que tengas que ingerir medicamentos para lograr conciliar el sueño, Harper. —Las pesadillas no se van, Win. No puedo pelear con algo que no puedo materializar, —su nana observó los ojos de la inglesa cambiar de emoción. —Pero con lo que sí se puede, no pienso bajar la cabeza. Cerró los ojos, mientras su nana cepillaba su cabello. Desde que era una niña solía hacerlo y siem
La pelirroja arrugó las cejas y extendió la mano para tomar la invitación y pase incluidos en el sobre, el cuál llevaba grabado su nombre de casada. Pero lo que llamó la atención fue las dos cosas que se celebrarían. Su cretino esposo estaba cumpliendo años ese día. ¿Quién diría que lo festejaba? —¿Quiénes son los Crown en esta ciudad? —advirtió Delphine de su presencia aún. —Los dueños— contestó su hermana. —Muy rufianes mis maridos, pero ninguno ha sido de baja categoría. —¿Tener mafiosos como esposos te enorgullece? —le reprochó Delphine. —Ninguno lo he elegido yo, pero al parecer es lo que atraigo. Uno más poderoso que el otro, y más maldit0 también —guardó el pase con acceso a uno más y leyó la invitación de nuevo. —Esta gente es impredecible —murmuró. —No conozco a ninguno, pero me agregan a algo que implica enteramente a su familia. —¿Eres parte de esa familia según ellos? —Al parecer tengo que lidiar con parientes de mi marido, de nuevo— pensar en los anteriores a esos
Cuándo Mateo comenzó una relación con Braden no estaba tan desquiciada ni era tan obsesiva. Pero con el pasar de los meses ese hostigamiento lo comenzó a cansar y menos iba a soportarlo al no tener ni un gramo de agrado por ella. La falta de todo le hizo deshacerse de la mujer de ojos rasgados, pero su falta de originalidad lo asqueaba. Se dijo que no la querría cerca y entendía que la invitación había sido extendida desde hacía mucho antes, cancelarla causaba un descontrol total, pero eso sobrepasaba su paciencia. —Bueno, ha sido mucho alcohol, estoy viendo doble— se quejó Izan, logrando que Mateo alcanzara a ver hacia la entrada de nuevo. Aunque en ese momento sus pies se adhirieron al suelo cuándo una pelirroja de un vestido oscuro de color vibrante se plantó en el centro del pasillo. Su cabello brillaba bajo la luz artificial. Sus ojos lanzaban rayos láser contra todos y aún con su ausente sonrisa, logró capturar la atención. Su cintura dividía naturalmente sus cad
Delphine se sentía fuera de lugar en ese salón, no conocía a nadie en ese sitio y vestir algo tan ajustado, ya que su talla y la de Harper no era la misma, la estaba ahogando. Pero Winifred insistió en que asistiera, si es que eso podría tomarse cómo una insistencia. Era una mujer con cara de santa, pero usaba manipulación contra ellas. Harper le dejó claro que no estarían juntas y ella tampoco la quería cerca. Sólo lo hacía para no tener que soportar los reclamos de su nana. Se sentó en el lugar indicado e ignoró todo ofrecimiento, recalcando su matrimonio. Una dama jamás debía permitir propuestas indecorosas y las intenciones de algunos se dirigían a eso. Pero alguien con tan rigurosa etiqueta hasta para tomar una copa, resaltaba entre lo común. Tal cómo lo fue su hermana al levantar ideas en la familia más influyente del lugar. Sara cargaba a sus nietos enterándose de lo ocurrido en su ausencia momentánea, llevando a su esposo a una zona más tranquila para hacer, que al menos, d
Ambos se dieron cuenta de la mirada de algunos de los Crown, todos estaban en sus asuntos, pero él solía hacer eso y seguramente tendrían curiosidad por conocerla, de alguna manera. —No necesitas actuar con ellos. Saben que me disparaste, quemaste mi casa y me endeudaste ridículamente hace semanas —le comentó Mateo. —Las indiscreciones tergiversan las cosas— le restó importancia. —Pudo haber sido peor para tí. Pero me controlé. —Estoy seguro de que así es— mantuvo su agarre. —¿Gastaste otro frasco de fragancia? —La mitad. Supe que a mi marido le encantaba y pensé en él mientras me lo puse —le dedicó una mueca. —Hasta un beso recibí por ello. Funcionó muy bien. —Que sincera —fue más astuto. —¿En qué otros momentos piensas en mí? —Ni siquiera recuerdo que tengo esposo hasta que me toca cumplir mi papel— le rozó el dorso de la mano con la uña para quitarla de su cintura. Mateo presionó su piel haciéndola sobresaltar a propósito. Sabía cuánto odiaba perder su seguridad y el contact
El turno de Delphine, su hermana llegó y fue llevada a la plataforma. Harper sintió que algo quemaba su espalda al verse a nada de llegar a tener que presentarse. Sólo quería salir de ese lugar. La subasta de la cita con su hermana escaló los 200 mil y continuar en ofertas que subió la cifra y ella suspiró al ver la salida. Aunque estaban pendientes de ella al ser de las siguientes. —¡1,750,000 dólares! —dijeron en el fondo, logrando que sus ojos buscaran al comprador. Un hombre con el cabello atado en un moño y camisa semi abierta tenía su número en alto, sorprendiéndose al ver que había ganado la puja por su hermana. El aplauso no se hizo esperar, sintiendo las dagas de acusación de Delphine. Ella en cambio, no le prestó atención, buscando la oportunidad para irse. Aunque muchos estaban interfiriendo para hacerlo. Las mujeres y hombres que cubrían la entrada fueron desapareciendo y cuando quedaban dos, tomó aire. Sus manos sudaban y su corazón se disparó al ver a uno sólo, estab
Risas, conversaciones de todos los estilos y encuentros con diferentes temas se daban en las citas preparadas para esa ocasión. El sitio, además de las paredes insonoras, estaba dividido por enormes telones que se desplegaban delicadamente para formar lugares íntimos, en los que inevitablemente el silencio era una oportunidad o una incomodidad. Algunos reían al conocer a las chicas que habían adquirido, otros compartían sus gustos y unos cuántos disfrutaban de sus esposas, complacidos con saber que nadie más que ellos podrían tenerlas. En algunos el desagrado por haber sido “comprada” se le notaba, aún cuándo quisiera mostrar sus modales. Pero, para su compañía, lidiar con ese tipo de comportamientos tenía un sólo fin. Aprender y enseñar. Y esa era la especialidad que con una mirada bastaba mostrar. En casos distintos, la comida no era un incentivo real, pero sí una excusa aceptable. Harper veía el plato ante ella, mientras Mateo comía tan campante, como si esa fuera una más de
La lengua del mafioso envolvió sus senos y ella suspiró, dejando de temblar al sentir como este comenzó a mordisquear la piel alrededor. Su mente sucumbió y su cuerpo se estremeció al tener las manos deslizándose por sus piernas. Su centro pulsó. Sus manos se sostuvieron y sus ojos lagrimearon en el momento que su humedad se desbordaba gota a gota. Mateo apenas estaba haciendo lo mínimo, y ella estaba totalmente preparada para aceptar todo. Estuvo tentada a detener la mano que ingresaba entre sus piernas, pero en cuánto las yemas de los dedos del mafioso tocaron la tela de sus bragas, todo se nubló. Su respiración tambaleó. Sus párpados temblaron y sus propias uñas rompieron sus guantes al dejarlas clavadas en la mesa. —Estás chorreando, —su corazón se detuvo cuándo Mateo se alejó para ver por sí mismo lo que estaba palpando. Harper jamás creyó que ver algo así sería tan gratificante, y aunque no entendía el motivo de que le gustara tanto, lo disfrutaba. Separó las piernas aún