¿Cuánto más podrán resistirlo? No olviden comentar, leo sus opiniones. ♡♡♡
—¿Y lo que dijiste que comprarías? —Winifred se extrañó al ver a Harper regresar con las manos vacías. La mirada de la pelirroja estaba aún más perdida de lo habitual. —¿Sucedió algo? —¿Algo como qué? —colocó el maletín sobre la mesa de cristal. —No sucede nada, es solo que… No es nada, el comprador no llegó. —¿Eso te tiene así? —Winifred le palpó la frente. —Estás muy pálida. Pero no tienes fiebre. —Encontré a Lorcan —dijo la mujer de ojos violetas, haciendo que Winifred dedujera que su miedo por él era la razón de su estado. Para Harper, era mejor atribuir su estado a ese encuentro que a lo sucedido después. No lograba entender cómo su desagrado por Mateo no le impidió dejar que se acercara tanto. La besó. El tiempo no era lo importante, sino el hecho. Dos segundos fueron suficientes para hacerla entrar en un estado de confusión total. Besó a Orvyn por la misma razón. Apariencias. Pero estos siempre fueron ignorados al instante. Tal vez la razón era porque con él, no le causaban
—¿La mujer que te disparó? —Izan apoyó la espalda en su silla. —No es por entrometerme en tus asuntos, pero esa mujer te disparó y hasta el día de hoy no sabemos la razón de por qué pasó lo que pasó— resaltó Joseph. —Sí desde el inicio no he dicho nada es porque sé que tienes tus propias maneras de resolver las cosas, pero si mal no recuerdo, ahí tienes un cuarto repleto de armas. —Eso sin tomar en cuenta que quemó tu casa, poniendo en riesgo de muerte a los empleados de ese lugar —añadió Izan al alejar el plato. Keyla permaneció en silencio. —Y por molesta que sea, es mi esposa— Mateo soltó los cubiertos también. —Si muere la treta se rompe. Por más odio que nos tengamos el uno al otro, de este matrimonio depende mantener el acuerdo. —Si te dispara de nuevo, podría… —Si lo hace una vez más, yo mismo acabo con esta estupidez— sentenció mirando a su padre, pasando a su hermano y a su madre al final. —Sí les preocupa mi seguridad, tengan por seguro que hay cosas con las que sé li
—Estás mintiendo —murmuró la agente Vasco en voz baja. —Por desgracia no es así— Mateo convirtió su tono en uno áspero y sin emoción. —Espero que no malinterprete nada y crea que soy tu amante— Mateo prefirió no decir nada a tal tontería. Harper por su lado, veía al mafioso indeseable verla atentamente, mientras la mujer a su lado movía los dedos alrededor del vaso con un nombre que distinguió al estar a poca distancia. «Helena». Por su cercanía parecían tener confianza. Por la posición que tenían, no creyó que fueran más que amigos. Esperaba que así fuera, porque no quería tener que lidiar de nuevo con una conversación como esa, sobre tener encuentros con otras mujeres. —¿Ahora me vigilas o es una casualidad? —preguntó directamente. —¿Era necesario lanzar el frasco entero de colonia sobre tí? —Puedes dejar de respirar y de inmediato se acaba la molestia para tí y para mí —contestó Harper con el mismo engreimiento que su marido. Helena inhaló una enorme cantidad de aire.
Tanto que insistió en que sus hijas le importaban más que ella, para que al final Lorcan, estuviera dispuesto a sacrificar a una de ellas, sólo por llevarla de regreso con él. A veces llegaba a considerar que habían más razones que ella desconocía, porque no era normal tanto empecinamiento por mantenerla de rodillas ante él. Como si estuviera pagando algún pecado, además de los que ya debía. —Sí lo que te detiene es que volveremos a comenzar con el acuerdo, permíteme aclarar que los dos meses que han pasado se tomarán en cuenta también— agregó Lorcan con formalidad. Siendo el astuto negociante que no estaba dispuesto a perder el control sobre nada. —Ten por seguro que voy a desempeñar mi papel de esposa, cómo sea necesario —habló por primera vez la mujer de vestido oscuro y cabello lacio que terminaba en puntas decoloradas en un color más claro que el resto, observó con determinación al mafioso. —No tendrás queja de mí. Mateo miró a Yara, girando su cuello para hacerlo con Harpe
Al entrar a su apartamento, con un maletín que contenía 700 mil dólares, no se comparó en absoluto a lo que sintió cuando supo de Ken. Lo había hecho. Otra vez se había salido con la suya. —Sólo dime que no estás haciendo lo que imagino —pidió Winifred. Harper guardó el maletín que haría que sabía donde mantener seguro las horas que lo tendría con ella. —Me cansé de ser marioneta cuándo el papel de titiritero me gusta más —se quitó el collar en su cuello. —No te pongas más en riesgo, —su nana le ayudó con su cabello. —No quiero que sufras más. Ni siquiera puedes dormir cómo lo hacemos el resto. No es normal que tengas que ingerir medicamentos para lograr conciliar el sueño, Harper. —Las pesadillas no se van, Win. No puedo pelear con algo que no puedo materializar, —su nana observó los ojos de la inglesa cambiar de emoción. —Pero con lo que sí se puede, no pienso bajar la cabeza. Cerró los ojos, mientras su nana cepillaba su cabello. Desde que era una niña solía hacerlo y siem
La pelirroja arrugó las cejas y extendió la mano para tomar la invitación y pase incluidos en el sobre, el cuál llevaba grabado su nombre de casada. Pero lo que llamó la atención fue las dos cosas que se celebrarían. Su cretino esposo estaba cumpliendo años ese día. ¿Quién diría que lo festejaba? —¿Quiénes son los Crown en esta ciudad? —advirtió Delphine de su presencia aún. —Los dueños— contestó su hermana. —Muy rufianes mis maridos, pero ninguno ha sido de baja categoría. —¿Tener mafiosos como esposos te enorgullece? —le reprochó Delphine. —Ninguno lo he elegido yo, pero al parecer es lo que atraigo. Uno más poderoso que el otro, y más maldit0 también —guardó el pase con acceso a uno más y leyó la invitación de nuevo. —Esta gente es impredecible —murmuró. —No conozco a ninguno, pero me agregan a algo que implica enteramente a su familia. —¿Eres parte de esa familia según ellos? —Al parecer tengo que lidiar con parientes de mi marido, de nuevo— pensar en los anteriores a esos
Cuándo Mateo comenzó una relación con Braden no estaba tan desquiciada ni era tan obsesiva. Pero con el pasar de los meses ese hostigamiento lo comenzó a cansar y menos iba a soportarlo al no tener ni un gramo de agrado por ella. La falta de todo le hizo deshacerse de la mujer de ojos rasgados, pero su falta de originalidad lo asqueaba. Se dijo que no la querría cerca y entendía que la invitación había sido extendida desde hacía mucho antes, cancelarla causaba un descontrol total, pero eso sobrepasaba su paciencia. —Bueno, ha sido mucho alcohol, estoy viendo doble— se quejó Izan, logrando que Mateo alcanzara a ver hacia la entrada de nuevo. Aunque en ese momento sus pies se adhirieron al suelo cuándo una pelirroja de un vestido oscuro de color vibrante se plantó en el centro del pasillo. Su cabello brillaba bajo la luz artificial. Sus ojos lanzaban rayos láser contra todos y aún con su ausente sonrisa, logró capturar la atención. Su cintura dividía naturalmente sus cad
Delphine se sentía fuera de lugar en ese salón, no conocía a nadie en ese sitio y vestir algo tan ajustado, ya que su talla y la de Harper no era la misma, la estaba ahogando. Pero Winifred insistió en que asistiera, si es que eso podría tomarse cómo una insistencia. Era una mujer con cara de santa, pero usaba manipulación contra ellas. Harper le dejó claro que no estarían juntas y ella tampoco la quería cerca. Sólo lo hacía para no tener que soportar los reclamos de su nana. Se sentó en el lugar indicado e ignoró todo ofrecimiento, recalcando su matrimonio. Una dama jamás debía permitir propuestas indecorosas y las intenciones de algunos se dirigían a eso. Pero alguien con tan rigurosa etiqueta hasta para tomar una copa, resaltaba entre lo común. Tal cómo lo fue su hermana al levantar ideas en la familia más influyente del lugar. Sara cargaba a sus nietos enterándose de lo ocurrido en su ausencia momentánea, llevando a su esposo a una zona más tranquila para hacer, que al menos, d