El cultivador

Cuatro días más tarde, el escuadrón se encontraba de nuevo en el puerto de Quesis para una rápida intervención.

Siempre que estaban en Quesis, a Lizzi le gustaba acudir a un pequeño local de druidas que, en realidad, era bastante concurrido para su gusto, pero la música era tan buena, que lo dejaba pasar. Las melodías le recordaba mucho a su tierra, así que aprovechaba cada ocasión para asistir a las sesiones musicales nocturnas. El capitán Renedel también disfrutaba de ello y solía acompañarla a menudo, aunque, a decir verdad, todos creían que era ella quien le acompañaba a él.

Esa noche estaban de suerte pues muchas de las piezas que sonaban, eran de sus favoritas y estaba disfrutando de lo lindo. Además, ya conocía a algunos de los músicos que, casualmente, también estaban en su lista personal de intérpretes preferidos. Así que por el momento, la velada parecía de lo más prometedora.

—¿Quieres algo? —pregunta el capitán Renedel sonriendo después de finaliz

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