Horas más tardes, luego de que hube quedado inconsciente desperté desconcertado, con un gran dolor en la cabeza, lado izquierdo. Me senté en lo que pareciera ser una camilla militar o una camilla simple de estructura metálica con colchoneta delgada, a mi alrededor una gran cantidad de personas en la misma situación. No sabía lo que ocurría. Lo que recordaba era una gran guerra frente al hospital, al militar que me sorprendió saliendo del recinto y al hombre que me salvó, su nombre comenzaba con v, ¿o W? ¿Vil o Wil? No recuerdo con exactitud, lo que si recuerdo y con urgencia, era a mi hijo. Mientras pensaba en él mi pecho recibía espasmos incómodos, de agonía. Sufría al recordarlo.
Decidí ponerme de pie, con mucho dificultad lo hice, pero antes inhalé y exhalé, todo para recuperar fuerza y con fiereza avanzar entre el gentío, para llegar junto algún encargado y pedirle a las buenas que me dejara salir. Mientras avanzaba cabizbajo pude escuchar a un hombre decir 56, ¿56? Lo repetía con insistencia. Todos los de mí alrededor miraban con morbo a lo que sucedía. Giré la cabeza y observé al hombre. Este vestía un atuendo bastante estrafalario, poseía unos pantalones camuflados, algunas riñonera y porta pistola, una campera de aviador con terminación de lana; una pañoleta sobre el rostro como un barbijo y una gorra de béisbol. Sólo se observaba sus ojos verdes de entre todo ese atuendo ostentoso. Sus ojos parecían estar encendidos. Se acercó junto a mí con pasos pesados provocados por sus botas de trabajo con punta de acero.
—56, ¡por qué no responde! Aliste su cama y prepárese para una reunión con el sheriff.
—disculpe, no sé qué sucede, solo desperté aquí, mi nombre es Frank, no sé por qué me dices 56— luego de terminar la oración los ojos del sujeto se encendieron como mecha de dinamita, vino hacia mí y me golpeó con su mano izquierda, me derribó y me pisó la espalda.
—Usted parece no comprender, se le dio la oportunidad de vivir y paga de esta manera. El jefe lo quiere vivo, levántese escoria y acompáñeme al remolque del señor.
No pude hacer nada más que cooperar, los hombres armados se acercaron y me rodearon, los vi venir, uno por la izquierda y otros dos por la derecha. Me puse de pie y caminé tras el hombre de apariencia extravagante, mientras avanzaba veía el lugar, era aparentemente un circo abandonado, utilizado como refugio. En su interior había muchas camas replegadas, no sé de donde los sacaron pero eran cuantiosas. Mientras me dirigía junto al mandamás pude observar a un equipo de hombres en las entradas, con armamentos en cada perímetro, el resto apoyando a las personas que necesitaban ser curadas por varios tipos de lesiones. No vi a ninguno con signos de afección respiratoria.
Luego de salir de la carpa pude observar el exterior, estaba armada dentro de un cuartel militar, a eso se debía las camas y los atuendos de los vigilantes. Mientras avanzábamos el sujeto me dijo que solo hablara cuando se me pedía, que no quería limpiar mi sangre del piso, no dije nada solo asentí con la cabeza. No puedo parar de pensar en mi familia, los pensamientos vienen a mí como tormenta de arena en el desierto. Me golpean y me mandan a la realidad, no creo poder salir a las buenas de aquí.
Pensaba, hasta que llegué a un remolque, el cual estaba varado en las afueras de la carpa, este se encontraba junto a un árbol de la pacho, luego de que hube llegado el escolta con un culetazo en la espalda me obligó a detenerme, el golpe me hizo perder el aire, me desplomé, cerré los ojos y aguanté mi ira y pensé en que aún no era el momento en actuar, debía pensar con claridad y buscar una solución. Luego de rodear el rodado encontramos encargado teniendo sexo con una mujer por el árbol, está tenía los ojos rojos y las piernas llenas de sangre. El hombre era grande, tenía físico de militar, tenía el cabello para atrás, con su mano derecha en el cabello de la mujer y con la izquierda una botella de whisky.
— ¿Qué quierés Marcos?—dijo el encargado.
— Señor, este es el hombre que fue reclutado en la última expedición.
— ¿Cómo te llamas? –dijo mientras bebía sobre la mujer.
—mi, mi nombre es Frank... señor.
— Bien, ¿sabés usar armas?
— No señor.
— ¿Acaso eres marica?—Terció Marcos—creo que deberás pagar de otra forma tu deuda.
—Cállate Marcos, nunca es tarde, ve y aprende con Willis. Llévalo junto a él.
—A su orden señor—acotó Marcos.
Pero, pero señor, yo tengo familia y no sé dónde están. Las dejé en casa.
El señor empujó a la mujer y con su falo erecto y ensangrentado caminó hacia mí y bebió el whisky hasta la última gota.
— ¿Gracias a quiénes estás vivo? Respeta a las personas que te dan una oportunidad o si no te dejaremos morir como perro, sin antes ir por tu familia, ¿Entendido?
—Sí, solo...—dije pero re mordí la lengua para no ofender a este desagradable ser.
Mientras que el extravagante me empujaba, el líder levantó a la joven del brazo y le metió la verga sin dilación hasta hacerla llorar. Todos obedecían a este singular pelmazo, bueno, poseía un físico intimidante, creo que esto podría ser una de las razones del porqué genera tanto respeto. Por otra parte, tienen un gran arsenal, ¿cómo se dotaron de todo este poder?
Nos alejamos de la carpa que fungía de escondite, caminé con la cabeza gacha, pero intentando estudiar y aprender todo lo que me rodeaba, para en algún futuro poder huir junto a mi familia.
— Este lugar es una m****a, hay cientos de vehículos, pero nuestro mecánico perdió la vida—dijo Marcos, mientras me empujaba con la punta de su arma— ¿Vos no sos mecánico?
— No, soy abogado.
—Los títulos ya no sirven, ahora solo sos un simple soldado que tiene que ganarse la vida.
Mientras avanzaba por el cementerio de coches pude apreciar que varios de ellos se veían en buenas condiciones, muchos de ellos poseían las ruedas calibradas, pero otros estaban bastante deteriorados. Tal vez, con algunos conocimientos extra pueda activar o poner a andar alguno para salir de acá.—Llegamos, este es el sujeto que se encargará de vos, es el mejor con las armas— señaló el excéntrico hacia un campo de tiros, donde un hombre, con tapado de aviador limpiaba un rifle.—Ya despertó por lo visto.—Sí, el señor me pidió que le te diga para que le enseñes a disparar. Debe ganarse la vida. Claro, vos ya lo sabés— respondió Marcos con voz burlona— Bueno, los dejo, ah, por cierto. Su número es el 56.—Genial.Luego de que el canalla abandonó el lugar, Willis me miró a los ojo
Una vez, que hube llegado frente al circo me topé con los demás soldados y reclutas andando a trote lento y formándose al son de una trompeta. Hacían filas de a diez y en cada punta se presentaban los líderes de grupos, quienes comandarían el escuadrón. Como era de suponerse a mí me tocó el grupo cinco. La líder del grupo era la 51... Una chica rubia, con piernas largas y unos senos exorbitantes. Pero era bastante tosca, agresiva e impredecible. Nos guió hacia una esquina, y comenzó a sermonearnos, de lo que debíamos de hacer y de lo que no. Y justamente como Willis supuso, saldríamos a recolectar artículos del exterior. Debíamos de despertar a las cuatro de la madrugada.Todos los de mi grupo miraban extrañados, en este grupo se encontraban tres hombres y siete mujeres. La líder del grupo, la 51 se veía bastante fuerte, me atemorizaba. La 52 er
Antes de que cante el gallo todos los prisioneros de este circo ya estábamos levantados. Fuimos a formarnos dentro de la instalación, era sabido que en ese lugar había un campo de concentración, pero también era temido por los demás grupos, solo los del gobierno podían causarnos algún daño letal, bueno, eso era lo que contaban la 57 y 58. Nos agrupamos en tropa de diez y marchamos con un trote lento hasta subir a un camión equipado, Subí en la parte posterior luego de ser rotundamente regañado por la encargada, ya que le solicité manejar el móvil, pensaba en que tal vez pueda huir con el camión, mientras hacía el recorrido por tierra. Pero ella ya tenía un chofer era el 57, este me miró con desaprobación, tal vez quería tener problemas. Corrí a la parte posterior del camión y subí con el vehículo en movimiento, por poco y me dejan atrás. — ¿Dónde vamos, 54? El estridor de su garganta retumbó todo el camión, luego escupió en el piso, las mujeres miraron con asco. Limpió sus labios y
Posterior a mi llegada, se acercó al vehículo la numero 51, se veía furiosa, estaba ofuscada por la rabia. No ponderaba por nada, conectó una patada al camión con las suelas de su calzado y renegó. — ¿Qué, qué te sucede número 51? —pregunté casi farfullando. Se acercó amenazante, con la intención de lastimarme, desenfundó su arma y me propinó un culatazo por la sien que me arrojó al suelo. — ¡Qué me sucede! ¿Querés saber qué me pasa? —Tranquila, estamos del mismo lado. Solo me preocupo por vos. —No necesito que un marica se ocupe de mii. Así que metete en tus asuntos. Decime, qué trajiste. — Sí, sí, traje veinte litros de agua. — ¿De dónde? —indagó con demencia. — Del supermercado —respondí para no delatarme. — ¿En serio? Porque vi a alguien muerto en el camino, ¿No viste quien lo hizo? Pensé con claridad, cerré los ojos y respiré. Tal vez no sea buena idea confesar lo que ice, tal vez sea mejor que piensen que no soy capaz de matar a una mosca y me tomen solo como explorador
Con estrépito me estrellé contra la carrocería de la furgoneta y me caí sobre la 58. miré a los demás y de manera involuntaria. como si se tratace de un piloto automático me dirijí a la armería. que se encontraba bajo uno de los asientos en un fondo falso. El gran Jomby se encargaba de equipar al grupo. me entregó un fusil de asalto, similar a las de las películas. "Toma una M16 farfulló Jomby mientras babeaba". la sujeté y la palpé, mata al enemigo no a nosotros se escuchó desde la cabina. la 51 nos observaba a lo lejos. acto seguido Jomby levantó un lanzagranadas. "Veremos fuegos artificiales mucitó". A continuación caminó a la parte posterior del camión, golpeó con fuerza en tres ocasiones la chapería, abrió uno de las dos hojas de la entrada y gritó como un demente, imitó a un lobo, y a un primate. ¡ya entenderán, un grito extraño! luego de apuntar contra la integridad del vehículo que seguía la camioneta ingresó una ráfaga de proyectiles, nos lanzamos al suelo, excepto Jomby, el r
luego de que el fuego hubo cesado miré el panorama. era terrorífico, sangre por todo el escenario, cerebros esparcidos por el asfalto. el equipo sobrevivió al asalto. la 57 y 58. mataron entre las dos a cuatro enemigos. que irónico, en el horizonte, justo sobre el camión de los terroristas que quedó barado ostentaba un grafiti que decía "Dios es amor". Me puso a meditar, ¿ si en verdad nos amara por qué permite que pase todo esto? ¡Por qué! tal vez estos hombre tienen familia, así como yo. pero no los volverá a ver. y yo aunque sea tengo una pizca de esperanza. sigo preocupado por mi hijo y su aflicción. espero que pudo reponerse. mientras tanto yo estoy aquí, tratando de ganarme mi vida. literalmente. no debo morir ya que ellos depende de mí. bueno eso supongo. ahora no sé que comen, si descansan. si aún respiran. Pero tengo fe, mi esposa no se va a dejar vencer así de fácil, se que sabrá salir adelante hasta que vuelva junto a ellos.***—¡Usen Guantes! aquí tienen —Ordenó la 51— D
No recuerdo cuanto tiempo pasó desde que salí de casa, a veces parecen semanas y otras solo horas. Me imagino levantarme de esta cama, caminar a la salida e ir a mi casa; pero exactamente no sé dónde está esta base. aparentemente es en San Lorenzo. como a seis o 7 kilómetros de mi residencia. no sé lo que hago ni tengo propósito acá, solo sobrevivo.dentro de la habitación de aislamiento estamos los del camión 2, los que estuvimos en el enfrentamiento. junto a mí se encuentra el señor Jomby, la 51, 57 y la 58.Nos separa una cortinas finas, pero en la parte posterior de la camilla están, pegados contra ella una hojas con los datos de los sobrevivientes. la 57 está delante mío, tiene su número abajo de él un nombre, Cinthya y su edad 32. Junto a ella se encuentra la 58 Beatriz de 28 años. El 56 se logra a distinguir a medias. tiene la terminación "ver" posiblemente se llama Ever. voy a averiguarlo después. la 51 está junto a Jomby entonces me dificulta leer, es más se me hace imposibl
Luego de encender el vehículo, me dispuse a buscar 2 pares de cubiertas que vayan al aro de las yantas. ya que las del auto estaban ponchadas... Y pensar que en este lugar hay cientos de vehículos aparcados y anteriormente minaban las calles con un tráfico incesante y caótico donde te quedabas mucho tiempo en un solo lugar. odiaba la hora pico. Pero bueno, eso quedó en el pasado. Encontré un inflador manual bajo una carpa, este estaba intacto. lo llevé junto al vehículo y comencé a inflar las ruedas. fue bastante duro, tarde mucho tiempo ya que no cargaba el aire suficiente para incorporar el auto a su altura. Más tarde, despues de que las ruedas tubieran el aire suficientes para rodar, pensé las oportunidades que tendría para salir de acá. pero no podía salir huyendo así como si nada. aunque corría peligro, debia ser paciente y esperar. estos canallas podrían seguirme y desquitarse conmigo o peor con mi familia si nos encuentran.mientras me alejaba con cautela del automóvil pude ve