CAPÍTULO 88: Mi diosa

Alexander

En cuanto abro la puerta de la habitación, el agradable olor a canela y menta se cuela por mi nariz.

Me quito la camisa y los zapatos, y me recuesto en la cama cerrando los ojos para tratar de disipar el estrés. Estoy a punto de quedarme dormido cuando escucho el clic de la puerta; abro los ojos un poco y veo a Abril poniéndole el seguro, así que junto nuevamente mis párpados para dejarme llevar por el sueño, pero, cuando siento el toque de sus labios en mi abdomen, me estremezco internamente porque decido disimularlo, haciéndome el dormido para esperar lo que viene a continuación.

Sus labios continúan dejando besos húmedos sobre mis músculos abdominales, y empiezan a ascender por mis costillas hasta llegar a mis pectorales, que también reciben una buena dosis de besos tiernos. De pronto siento la humedad de su lengua paseándose por mi clavícula y mi respiración comienza a acelerarse…

Cada vez me es más difícil seguir fingiendo que duermo, porque inhalo el aire cada vez más
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